Autor: P. Paulo
Dierckx y P. Miguel Jordá
Fuente: Para dar razón de nuestra Esperanza, sepa defender su Fe
Tema 22:
El Pan
Eucarístico
Queridos hermanos:
Siempre que puedo tengo la costumbre de visitar a los
hermanos católicos en sus casas.
Y un día, por equivocación, entré en una casa donde estaba
reunido un grupito de hermanos evangélicos. Se asombraron muchísimo cuando de
repente vieron en medio de ellos al cura de la Iglesia Católica. Les expliqué
que estaba invitando a los católicos para leer juntos la Palabra de Dios y
luego participar en «la Fracción del Pan» o Santa Misa. Inmediatamente un
hermano evangélico me replicó: «¡La Palabra de Dios es el único Pan de
vida!» (para hacerme entender que ellos no necesitan el Pan sagrado de la
Misa).
Felicito sinceramente a nuestros hermanos evangélicos por el
gran amor que tienen a la Palabra de Dios como Pan de vida. Pero me sorprende
que ellos con tanta facilidad rechacen el Pan Eucarístico o Santa Misa. Este
hecho me hizo pensar mucho, y luego tomé la decisión de escribir esta carta a
mis hermanos católicos para explicarles que no estamos equivocados con la
celebración de la Eucaristía o Santa Misa, y para recordar que la Misa no es
un invento de los curas, sino que, según la Biblia, es un mandato sagrado de
Cristo mismo.
El Pan de la Palabra y el Pan Eucarístico.
En el Evangelio de San Juan, Jesús hace una reflexión muy
profunda acerca de este tema. Jesús proclama que «El es el verdadero Pan que
ha bajado del cielo» (Jn. 6, 33-35), y el Señor nos da dos razones para
explicarnos por qué El es el Pan de vida:
- Primero: Jesús es «el Pan de vida», por su Palabra que
abre la vida eterna a los que creen (Jn. 6, 26-51). Es decir, Jesús es «el Pan
de la Palabra» que hay que creer.
- Segundo: Jesús es «Pan de Vida» por su carne y su sangre
que se nos dan como verdadera comida y bebida (Jn. 6, 51-58). Con estas últimas
palabras, Jesús anuncia la Eucaristía que El va a instituir durante la Ultima
Cena: «Tomad y comed, esto es mi Cuerpo» (Lc. 22,19). «Mi carne es verdadera
comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre
permanece en mí, y yo en él» (Jn. 6, 55-56).
Está claro entonces que no debemos quedarnos solamente con
«el Pan de la Palabra». Jesús nos invita también a «comer realmente su
Cuerpo» como «el Pan Eucarístico».
Ahora bien, nuestros hermanos evangélicos piensan que el Pan
Eucarístico es solamente un símbolo de Jesucristo y niegan la presencia real
de Cristo en la Cena del Señor. La frase: «Esto es mi cuerpo», para ellos es
sólo una expresión figurada.
Es más, las Biblias de los Testigos de Jehová dicen que Jesús
en la Ultima Cena no dijo: «Esto es mi cuerpo», sino: «Esto significa mi
cuerpo» (Lc. 22,19), y con esto acaban con la presencia real de Cristo en el
Pan Sagrado o en la Santa Hostia. (Cualquiera que sepa traducir bien el idioma
griego en que fue escrito el Evangelio de Lucas, sabe muy bien que la palabra
usada por la Biblia en griego es «estin» que significa en castellano «es», y
que esta palabra en ningún caso se puede traducir por «significa», como hacen
los Testigos de Jehová. El fundador de los Testigos de Jehová, sin haber hecho
estudios de la Biblia con maestros entendidos, se dedicó a traducir la Biblia a
su antojo y por eso le hace decir cosas absolutamente inexactas.
Jesús nos invita a comer su Cuerpo y a beber su Sangre
1. El discurso de Jesús sobre «su Cuerpo, Pan de vida» (Jn.
6,51-58) lo pronunció después de la multiplicación de los panes y, en esta
oportunidad, por primera vez, el Señor habló acerca de la Eucaristía: «El
pan que Yo daré es mi Carne, y la daré para vida del mundo» (Jn. 6, 51).
Cuando Jesús dijo estas palabras, muchos de sus discípulos
lo abandonaron, diciendo que ese modo de hablar era intolerable (Jn. 6, 59-66).
Pero Jesús no dijo que estaba hablando en sentido figurado. Jesús insistió:
«En verdad les digo: si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su
sangre, no tienen verdadera vida». (Jn. 6,53).
Es más, a los Doce apóstoles Jesús les preguntó: «¿También
ustedes quieren dejarme?» (Jn. 6, 67).
De ninguna manera Jesús habló aquí en sentido simbólico o
figurado: «El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene la vida eterna y Yo le
resucitaré en el último día» (Jn. 6,54).
2. La Ultima Cena del Señor: En el Nuevo Testamento
encontramos hasta cuatro testimonios distintos acerca de la Ultima Cena del Señor:
Mateo, Marcos, Lucas y Pablo. Esto quiere decir que la Ultima Cena fue un hecho
de suma importancia en la vida de Jesús y en la vida de la primitiva Iglesia.
La noche antes de morir, Jesús invitó a sus apóstoles a
celebrar la Pascua de los judíos, que consistía, sobre todo, en una cena
solemne. Esta comida era para los judíos «la gran acción de gracias» a Dios.
Y el Señor Jesús aprovechó la cena para darle un sentido nuevo y profundo.
Leemos en el Evangelio de San Lucas: «Después, Jesús tomó
el pan y dando gracias (eucharistein, en griego) lo partió y se lo dio
diciendo: 'Esto es mi cuerpo que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria
mía'. Después de la cena hizo lo mismo con la copa. Dijo: 'Esta copa es la
alianza nueva sellada con mi sangre, que va a ser derramada por ustedes'» (Lc.
22, 19-20).
3. La Ultima Cena del Señor tiene muchos significados.
Solamente queremos aquí indicar algunos aspectos importantes en relación con
nuestro tema:
- Primero: la Cena del Señor es «la gran acción de gracias»
a Dios. La palabra griega «eucharistein» (Lc. 22,19; 1 Cor.11,24) recuerda las
bendiciones que proclaman las obras de Dios: la creación, la redención, y la
santificación. La Iglesia prefiere la palabra «Eucaristía» para indicar la
Cena del Señor.
- Segundo: Cuando Jesús en la Ultima Cena dijo al partir el
pan: «Tomen y coman, esto es mi cuerpo», no estaba hablando en forma simbólica.
Estas palabras anunciaban claramente su presencia misteriosa y real en los
signos del pan y del vino. Realmente Jesús dio al pan y al vino un nuevo
sentido.
Jesús dijo claramente: «Esto es mi cuerpo». Jesús indicó
un realismo incomparable y no un simple simbolismo. Esto sucedió en la primera
Eucaristía o Santa Misa.
- Tercero: También dio Jesús a sus apóstoles el mandato de
recordar y revivir estos gestos sagrados: «Hagan esto en memoria mía» (Lc.
22,19). Fiel a este man-dato de Jesús, la Iglesia desde aquel momento hasta
ahora realiza continuamente estos signos sagrados que hizo Jesús en la Ultima
Cena. Y la Iglesia cree que el Pan consagrado en cada Eucaristía es a la vez
figura y realidad del Cuerpo celestial de Cristo: un memorial vivo de Cristo.
-Cuarto: El apóstol Pablo para recordar lo sagrado que es el
alimento eucarís-tico, escribe en términos muy claros: «El cáliz que
bendecimos, ¿no es acaso la co-munión de la Sangre de Cristo? Y el Pan que
partimos, ¿no es acaso la comunión del Cuerpo de Cristo?» (1Cor. 10,16).
Para Pablo, ese pan y ese vino, una vez consagrados, no son
un simple símbolo del cuerpo y sangre, sino realmente el Cuerpo y la Sangre de
Cristo glorificado. Y en este mismo sentido sigue el apóstol escribiendo a los
Corintios, después de reprenderles por algunos abusos que cometían en sus
reuniones: «Así, pues, cada vez que comen de este pan y beben de la copa, están
proclamando la muerte del Señor hasta que venga. Por tanto si alguien come el
pan y bebe de la copa del Señor indignamente, peca contra el Cuerpo y la Sangre
de Cristo. Por eso, que cada uno examine su conciencia antes de comer del pan y
beber de la copa. De otra manera come y bebe su propia condenación al no
distinguir el cuerpo de Cristo. Esta es la razón por la cual se ven tantos
enfermos entre ustedes» (1Cor. 11, 26-30).
Consideraciones finales
Mucha gente de hoy, igual como en el tiempo de Jesús, tiene
dudas acerca de la presencia real de Cristo en el Pan Eucarístico. Muchos se
preguntan: «¿Cómo puede ser eso?... ¿No es demasiado para nuestra
inteligencia humana aceptar todo esto?...»
Es verdad, nuestra inteligencia humana no es capaz de captar
esta presencia misteriosa de Cristo en la Eucaristía. Solamente con los ojos de
la fe podemos experimentar esta presencia real e íntima de Cristo en el Pan
Sagrado.
La presencia del cuerpo de Cristo en el Pan Sagrado no es una
presencia física, o sea, material, como si pudiéramos decir: «Jesús está
aquí sentado a la mesa al lado mío». No debemos olvidar que el Cuerpo de
Cristo, después de su muerte y resurrección, es para siempre un cuerpo
glorificado, un cuerpo celestial que se hace presente entre nosotros en el pan y
en el vino. Es una presencia real. No una presencia material de Cristo, sino una
presencia terrenal de su cuerpo celestial.
En otras palabras: mediante un gesto visible, el creyente
participa de una realidad que no se ve, pero entra realmente en comunión con
Cristo glorificado y resucitado. Acostumbramos a aplicar la palabra sacramento
para designar un signo externo que contiene una realidad espiritual. En la Cena
del Señor, o Santa Misa, nuestra fe nos lleva a recibir como Cuerpo y Sangre de
Cristo algo que todavía no parece ser más que pan y vino. Pero, por estos
signos o sacramentos, Cristo se hace para nosotros realmente alimento y vida.
La Comunión Eucarística es el cuerpo y el corazón de la
vida de la Iglesia, la cual es ante todo comunión. Es el lugar en que los
hombres experimentan, ya en la tierra, la unión entre ellos y Cristo.
Queridos hermanos, estas son las razones por las que nosotros
los católicos, conforme al mandato del Señor: «Hagan esto en memoria mía»,
celebramos la Eucaristía Domingo tras Domingo, y creemos con toda firmeza que
Cristo glorificado está realmente presente en el pan y en el vino consagrados.
No es ningún invento de los curas, como piensan algunos hermanos evangélicos,
sino que ésta es una enseñanza bíblica, creída plenamente por todos los
verdaderos cristianos desde el principio de nuestra santa religión hasta el día
de hoy.
Los distintos nombres para indicar la Santa Misa:
1. Eucaristía: porque es «acción de gracias» a Dios.
La palabra griega «eucharistein» (Lc. 22,19 y 1 Cor. 11,24) recuerda las
bendiciones judías que pro-claman, sobre todo durante la comida, las obras de
Dios: la creación, la redención y la santificación.
2. Cena del Señor o Banquete del Señor:
porque se trata de la Cena que el Señor celebró con sus discípulos la víspera
de su pasión (1Cor. 11, 20).
3. Fracción del Pan: porque el gesto de partir el pan y
repartirlo lo utilizó Jesús cuando bendijo y distribuyó el pan en la Ultima
Cena (Mt. 26, 26; 1 Cor. 11, 24; Hech. 2, 42 y Hech. 20, 7-11).
4. Comunión: porque por este sacramento nos unimos a
Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre para formar un solo
Cuerpo (común-unión) (1 Cor. 10, 16-17).
5. Santo Sacrificio: porque actualiza el único sacrificio de
Cristo Salvador e incluye la ofrenda de la Iglesia. Así también se llama «Sacrificio
de Alabanza» (Heb. 13, 15), sacrificio espiritual (1 Ped. 2,5).
6. Santa Misa: porque la liturgia en la que se realiza
el misterio de nuestra salvación se termina con el envío de los fieles (envío=missio
en latín) a fin de que cumplan la voluntad de Dios en su vida cotidiana.
Antes del Padecimiento
en la noche de la Cena
el Señor con gracia plena
instituyó el Sacramento.
Su Cuerpo y Sangre sustento
eran para el pecador
por eso el Supremo Autor
en la Mesa del altar
nos dio este rico manjar
que es la fineza mayor.
Cuestionario:
¿Es Jesús el Pan de Vida? ¿Cómo interpretan los evangélicos el texto de Lc. 22, 19? ¿Cómo lo interpretamos los católicos? ¿Nos invita Jesús a comer su Cuerpo? ¿Cuándo nos mandó Jesús comer el Pan de Vida? ¿Cómo presentan la Cena los tres sinópticos? ¿Hablaba Jesús en forma real o simbólica sobre su presencia en la Eucaristía? ¿Qué dice Pablo en lo referente a la Comunión? ¿Está Cristo en medio de nosotros?