8 de noviembre
Beato Juan Duns Escoto
(1265-1308)
Textos de L'Osservatore Romano
Nació en la ciudad de Duns (Escocia), en torno al año 1265. Su familia estaba
muy vinculada con los hijos de San Francisco de Asís, los cuales, imitando a los
primeros predicadores del Evangelio, habían llegado a Escocia desde los albores
de la Orden. Hacia el año 1280 Juan Duns Escoto fue acogido en la Orden de los
Frailes Menores por su tío paterno, fray Elías Duns, que era el vicario de la
Vicaría de Escocia, que acababa de fundarse.
Poseía una inteligencia viva y aguda. Recibió la ordenación sacerdotal el 17 de
marzo de 1291. Fue enviado a París para completar sus estudios. Dadas sus
eximias virtudes sacerdotales, le fue encomendado el ministerio de confesor,
tarea entonces de gran prestigio. Obtuvo los grados académicos en la Universidad
de París y comenzó su enseñanza universitaria, que prosiguió en Cambridge,
Oxford y Colonia. Fiel a la enseñanza de San Francisco, que en su Regla (Rb 12)
prescribe a sus frailes que sean plenamente obedientes al Vicario de Cristo y a
su Iglesia, rehusó firmar el libelo de Felipe IV, rey de Francia, contra el Papa
Bonifacio VIII. Por ese motivo fue expulsado de París. Sin embargo, al año
siguiente pudo volver y reanudar la enseñanza filosófica y teológica. Después
fue enviado a Colonia. El 8 de noviembre de 1308 murió repentinamente; en ese
tiempo estaba dedicado a la vida regular y a la predicación de la fe católica.
Centraba en Jesucristo todos sus pensamientos y afectos, y tuvo un profundo y
sincero amor a la Iglesia. Utilizó sabiamente las dotes recibidas de Dios desde
su nacimiento, y fijó los ojos de la mente y los latidos de su corazón en las
profundidades de las verdades divinas; se elevó muy alto en la contemplación y
en el amor a Dios.
Juan Duns Escoto sobresalió entre los grandes maestros de la doctrina
escolástica por el excepcional papel que desempeñó en la filosofía y en la
teología; brilló especialmente como defensor de la Inmaculada Concepción y
eximio defensor de la suprema autoridad del Romano Pontífice. Además, con su
doctrina y sus ejemplos de vida cristiana, gastada enteramente en buscar la
gloria de Dios, ha atraído a muchos fieles, a lo largo de los siglos, al
seguimiento del divino Maestro y a caminar más expeditamente por el camino de la
perfección cristiana.
Su vida estuvo rodeada por la fama de virtudes y sabiduría, que fue aumentando y
consolidándose después de su muerte, tanto en Colonia como en otras ciudades.
Aunque su fama de santidad se difundió, enriquecida por testimonios de culto,
inmediatamente después de su muerte, y no ha disminuido, sin embargo la
Providencia ha dispuesto que fuese en nuestros tiempos cuando se llevara a
término el proceso de su glorificación, mediante el reconocimiento del culto que
se le ha tributado desde tiempo inmemorial y de sus virtudes heroicas que
refulgen en la Iglesia santa.
El sábado 20 de marzo de 1993, en la basílica de San Pedro, el papa Juan Pablo
II, durante la celebración de las primeras vísperas del IV domingo de cuaresma,
declaró solemnemente el reconocimiento del culto del beato Juan Duns Escoto, que
ya había sido oficialmente reconocido el 6 de julio de 1991.
[Texto tomado de L'Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, del
19 de marzo de 1993]