6 de marzo
San Olegario
Obispo
Autor:
Archidiócesis de Madrid
En lo religioso es Nicolás II quien dirige y en lo civil Enrique IV administra
el Sacro Imperio Romano cuando nace en el año 1060 Olegario. Sus padres fueron
Olaguer –válido de D. Ramón Berenguer, conde de Barcelona– y Guilia. En su
tiempo se condena a Berengario por sus errores sobre la Eucaristía y Godofredo
de Buillón conquista Jerusalén, nombrándosele defensor del Santo Sepulcro.
Fue canónigo de la iglesia Catedral de Barcelona y D. Ramón Beltrán, obispo de
la ciudad lo ordenó sacerdote. Pero, pensando que agradaba más a Dios de otra
manera, Olaguer –que así le conocen en Barcelona y Tarragona– renuncia a la
prebenda catedralicia, entra en el monasterio de san Adrián del que llega a ser
prior y pasa a ser abad del de san Rufo hasta que se le nombra obispo en el año
1115. No pocos apuros costaron ponerle sobre su cabeza la mitra de Barcelona y
en su mano el báculo por no quererlos aceptar el frailecito pensando que eran
gran dignidad y pocos sus méritos; incluso llegó a escaparse por la noche y el
clero tuvo que "atraparle" en Perpiñán; y dicen que hasta el mismo D. Rodrigo
suplicó al papa Pascual II para que le obligara a aceptarla. Puede que el dato
sea leyenda o puede que sea verdad por su humildad; pero ciertamente hoy –los
tiempos cambiaron– no cuesta tanto aceptar un nombramiento episcopal. Aquellas
buenas gentes apreciaban bien su calidad. Como obispo hace su labor con creces;
pasó el tiempo reconstruyendo monasterios e iglesias, predicando de ordinario
–cosa poco usual en su época– y preocupándose de los pobres, dándoles en limosna
los dineros que él recibía.
Cuando muere el papa Pascual y se elige a Gelasio II, va Olegario a Roma a besar
los pies de Pedro y prestarle juramento como acto protocolario del tiempo. A su
vuelta se ha recuperado Tarragona de los moros, se restituye su condición de
sede metropolitana y Olaguer es nombrado su arzobispo el 21 de marzo de 1118. El
papa lo nombra además legado suyo para toda España. Tiene que vivir en Barcelona
cuya sede mantiene porque quedó arrasada Tarragona y sin bienes propios; ocho
años tardará Olegario en terminar de reedificar las murallas de esta ciudad y en
llevar a ella gente aguerrida que esté en condiciones de poder defenderla.
Cumpliendo la misión de metropolitano y legado ad latere hubo de tomar parte en
diversos concilios y anatematizó al antipapa Anacleto.
A su regreso de Tierra Santa se preocupa de que se restituyan a la iglesia los
bienes que algunos se habían injustamente apropiado, bendice y repara las
iglesias desacralizadas por los sarracenos, e interviene en Zaragoza en la
reconciliación entre don Alonso de Castilla y don Ramiro de Aragón.
Este hombre celoso, incansable, con don de gobierno y mucho amor a Dios no pudo
ver reconstruida su iglesia metropolitana por falta de recursos económicos antes
de morir el 6 de marzo del 1136. Fueron sepultados sus restos en su iglesia de
Barcelona y canonizado a la antigua usanza, es decir, por veneración popular y
consentimiento del Romano Pontífice.