AMBROSIANO, RITO
Es el rito que
conserva como propio la Iglesia de Milán, y uno de los pocos ritos
occidentales no romanos que sobrevivieron a la romanización de la
Liturgia.
Historia. No es posible afirmar que haya sido S. Ambrosio
(v.), el obispo más ilustre de la sede milanesa (374397), el
creador de este tipo litúrgico. A 61 se deben ciertas innovaciones
como la introducción del salmo antifonario, el canto de los
himnos, etc.; pero a fines del s. iv la liturgia' de Milán era,
con toda probabilidad, la antigua romana, salvo algunas
originalidades e influencias de tipo oriental. Ya antes de S.
Ambrosio, su antecesor S. Mirocles (304315) parece que se interesó
en el rito, así como algunos de sus sucesores. Entre éstos, a S.
Eusebio se le atribuyen hoy varios textos de prefacios.
Bien pudo ser durante la larga invasión de los lombardos
(finales del s. vi), cuando diversos elementos del rito galicano
(v.) entraron con fuerza en el rito milanés; al tiempo que monjes
griegos y sirios incorporaron otros nuevos de origen bizantino. Se
produjo así una liturgia no autóctona, pero con buena base de
arraigo.
No han faltado en la historia diversos intentos de
suplantarla. Cuando Carlomagno quiso uniformar toda la liturgia en
el Sacro Romano Imperio, trató también de implantar el rito romano
(v.) en Milán. Pero sus esfuerzos chocaron siempre con la defensa
decidida que hicieron los milaneses de su rito. Data de entonces
la atribución a S. Ambrosio de la creación del rito (W. Strabon,
De ecclesiasticarum rerum exordiis et incrementis, c. 23).
Intentos parecidos realizaron S. Pedro Damián, y más tarde el papa
Gregorio VII. Al fin, prevaleció la decisión de conservarlo, por
respeto a la autoridad de S. Ambrosio y a la veneranda tradición
del rito. En el s. xvi, S. Carlos Borromeo (v.), luchó por la
defensa del rito, trabajó en la revisión de los libros litúrgicos,
que fueron publicándose después de su muerte, y logró del papa
Gregorio XIII él perpetuo reconocimiento del r. a. por parte de la
Iglesia romana. Entre otros obispos merece destacarse el
benedictino card. Ildefonso Schuster (m. 1954; v.): a él se debe
la nueva floración de estudios ambrosianos y bajo sus auspicios
comenzó la revisión del Breviario en la abadía de María Laach
(v.). Actualmente el r. a. se usa no sólo en la archidiócesis de
Milán, sino también en otras 55 parroquias de Bérgamo, Novara y
Lugano. En ellas existe la obligación de celebrar la Misa solemne
en r. a. aunque la rezada se celebre en rito romano; la obligación
se extiende a la Misa rezada en la catedral metropolitana y en la
basílica de S. Ambrosio.
Descripción del rito. La Misa. Comienza con el canto
procesional de entrada Ingressa, que no tiene salmo ni repetición.
Después de incensar el altar, se canta el Gloria in excelsis, tal
vez como vestigio del antiguo oficio a. de Laudes; durante la
Cuaresma, en cambio, existe una letanía diaconal con doble
formulario (Divinae pacis y Dicamus omnes), para recitar en
domingos alternos, a la que se responde con el Kyrie eleison. De
ahí la triple invocación KyrieChristeKyrie en todas las Misas,
como en el rito romano. Sigue la oratio super populum, precedida
del saludo Dominus vobiscum de cara al altar, lo que supone que
éste estaba normalmente cara al pueblo. Las lecturas en la Misa a.
son tres, ya desde S. Ambrosio, como en la antigua Misa romana y
en las galicana y mozárabe: lectura profética (del A. T. o de Act),
apostólica o epístola, y evangélica. Entre la primera y segunda se
canta el psalmellus, correspondiente al gradual romano; y antes
del Evangelio, el Alleluia con un versículo, al que acompaña en
las grandes solemnidades una antiphona ad Evangelium, mientras
tiene lugar la procesión al ambón o púlpito. Después, como canto
procesional a continuación de la lectura o como preparación del
altar para el ofertorio, se canta la antiphona post Evangelium con
triple Kyrie.
Antes del ofertorio tal vez como un recuerdo de la paz que
se daba en este momento el diácono hace al pueblo esta invitación:
Pacem habete, a la que el pueblo responde: Ad te, Domine. (No
parece muy concorde la respuesta, si no se sobrentiende una
segunda parte perdida de la invitación: Corrigite vos ad orationem,
que se decía una vez realizado el abrazo de paz.) Sigue la oratio
super sindonem, una vez extendidos los manteles sobre el altar. El
rito del ofertorio es bastante parecido al de la antigua Misa
romana. En la iglesia metropolitana se conserva una tradición
venerable: 10 ancianos y 10 ancianas, pertenecientes a la vieja
cofradía Schola Sancti Ambrosii, con su hábito característico y
cuerpo y manos cubiertos con el amplio velo llamado «fanón»,
llevan las ofrendas de pan y de vino hasta el cancel del
presbiterio, donde las recibe el celebrante con sus ministros. Y
mientras se llevan las ofrendas al altar, se canta la antífona
Offerenda, equivalente al canto romano del ofertorio, del que no
pocas veces toma el texto. Después del ofertorio se canta el
Credo; sigue la oratio super oblata.
El canon a. en su texto más puro se conserva en la Expositio
Missae canonicae (s. IX) publicada por Wilmart, y bien puede
considerarse, salvadas algunas introducciones romanas posteriores,
como el antiguo canon que S. Ambrosio expone en su libro De
Sacramenos; apenas
se diferencia del canon romano. Se abre con el Prefacio, del
que existen numerosísimos formularios, de gran finura y estilo,
como en los ritos galicano y mozárabe. En el Communicantes se
incorporan a la lista los santos y mártires de la Iglesia
milanesa. E inmediatamente antes de la consagración, el celebrante
va al lado de la epístola y en silencio se lava las manos. Las
palabras consacratorias concluyen con el recuerdo de la muerte y
resurrección de Cristo y el anuncio de su segunda venida,
reminiscencia del texto paulino de 1 Cor 11, 26. La fracción del
Pan sigue inmediatamente a la doxología final del canon. Mientras
tanto, se canta el Confractorium. Los fieles comienzan a
prepararse a la comunión con el Pater noster y dándose a
continuación la paz. 'El Agnus Dei únicamente tiene lugar en' las
misas de difuntos. La fórmula de comunión siempre fue fa que desde
la última reforma es también del rito romano: Corpus Christi.
R/Amén. Mientras se da la comunión, se canta el Transitorium. Y
termina la Misa con la poscomunión, triple Kyrie eleison con que
solían terminar todos los oficios a., bendición y fórmula de
despedida Procedamus in pace. R/ In nomine Christi.
El Oficio divino. Ya a fines del s. IV la oración pública
estaba suficientemente organizada en Milán, aunque es difícil
esclarecer en qué modo. Sabemos por S. Ambrosio que, además de la
Vigilia Pascual, existían otras vigilias nocturnas, en las que
intervenía el pueblo. Para ellas compuso 61 mismo unos himnos, de
texto muy popular y melodía silábica de gran sencillez, con el fin
de adoctrinar amablemente al pueblo en aquellas verdades que los
herejes combatían. El pueblo intervenía, además, con un nuevo
género musical importado de Oriente, la antífona, en la que
alternaban voces masculinas y femeninas o infantiles (en octava
superior, con repetición de «ritornello»). Diversos influjos
posteriores fueron complicando el oficio primitivo, lo que motivó
en el s. xvi el esfuerzó restaurador de S. Carlos Borromeo. Una
reforma más a fondo está en manos hoy, como dijimos, de los monjes
de María Laach. En el Oficio divino de hoy el salterio se recita
íntegro en 10. días de cada quincena, ya que los sábados y
domingos, por ser el oficio festivo, no entra la salmodia
corriente. Los salmos matutinos van del 1 al 108, y los
vespertinos del 109 al 150. Se usa la versión del salterio tomada
de la Vetus Latina. (El oficio nocturno festivo consta de tres
cánticos, lo cual denota su anterioridad al influjo monástico. Las
vísperas comienzan con el antiguo oficio del lucernario, siguen
con el recitado de salmos y oraciones intercaladas, para terminar
con el Magnificat.)
Sacramentos y sacramentales. Se conoce bien el antiguo rito
de iniciación (v.) cristiana gracias a S. Ambrosio. Es
sustancialmente el mismo de Roma. El actual Ritual ordinario del
Bautismo es el que se conserva como apéndice del Codex Bergomensis
para el rito privado y en caso de urgencia. En el Matrimonio,
después del consentimiento mutuo de los contrayentes, el sacerdote
pone el extremo de la estola sobre las manos unidas de los
esposos. Los demás sacramentos apenas presentan características
dignas de relieve. Entre los sacramentales aparecen como más
interesantes los ritos de dedicación de iglesias y consagración de
altares y el de velación de vírgenes.
Año litúrgico. El Adviento ambrosiano comienza regularmente
con la fiesta de S. Martín (11 de noviembre), y consta de seis
semanas. El último domingo es la fiesta de la Encarnación del
Señor, y la semana anterior a Navidad se denomina de Exceptato
(preparación al recibimiento del Mesías). La Cuaresma consta de
cinco domingos: el 1.0 se llama In capite Quadragesimae y los
demás se designan por el evangelio del día: el 2.o, de Samaritana,
el 3o, de Abrahamo, el 4.o, de Caeco; y el 5.0. de Lazaro. Los
viernes de Cuaresma son días alitúrgicos, y no se celebra Misa.
Durante este santo tiempo no está permitido en Milán celebrar
oficios de Santos.
La Semana Santa recibe en Milán el nombre de Hebdomada
authentica. En la procesión de ramos, al estilo de Jerusalén, el
arzobispo, montado a caballo, iba bendiciendo al pueblo. El jueves
Santo era la reconciliación de los penitentes a la puerta de la
catedral, con beso del arzobispo a cada reconciliado. Después de
las vísperas, el arzobispo lava los pies a 12 ancianos. El Viernes
Santo hay un rito de adoración de la cruz, calcado del romano. En
la Noche Pascual había antaño dos Misas, la primera pro baptizatis
y la segunda de Resurrección, con canon propio, en la que los
neófitos comulgaban bajo las dos especies.
El misal ambrosiano conserva dos Misas para cada día de la
Semana de Pascua, una para los neófitos y otra para los fieles. En
los tres días anteriores a Pentecostés se observaba ayuno y se
celebraban rogativas con estación en numerosas iglesias de la
ciudad; de ello queda hoy el canto de letanías y Misa sin
procesión alguna.
Los domingos después de Pentecostés se dividen así: quince,
post Pentecostén, cinco post Decollationem (29 de agosto,
degollación de S. Juan Bautista), tres ante Dedicationem (20 de
octubre, dedicación de la Metropolitana) y tres post Dedicationem.
El Santoral milanés fue surgiendo en torno al sepulcro de
los santos y mártires locales y a las iglesias dedicadas a ellos.
Pero pronto fue universalizándose, sobre todo por influjo de Roma,
de cuya Iglesia conmemora también numerosos santos.
V. t.: RITO.
BIBL.: Documentos: Expositio Missae canonicae (s. ix), ed. A. WILMART, MunichAschendorff 1922; Sacramentarium de Biasca (s. Ixx), ed. incompleta en A. M. CERIANI, Monumenfa sacra et profana, VIII, Milán 1891; Codex Sacramentorum Bergomensis (s. xxi), ed. P. CAGIN, en Auctuarium Solesmense, I, Solesmes 1900; Missale Ambrosianum duplex, ed. A. RATTiM. MAGISTRETTI, Milán 1913; Beroldus sive Ecc1. Ambrosianae Kalendarium et ordines saec. XII, ed. M. MAGISTRETTI, Milán 1894; Manuale Ambrosianum, ed. M. MAGISTRETTI, Milán 1904; la Abadía de María Laach prepara el Corpus Liturgiae Ambrosianae.Estudios: L. BoRELLA, El afro litúrgico ambrosiano, El breviario ambrosiano, La misa ambrosiana, Los sacramentos y sacramentales en la liturgia ambrosiana, en M. RIGRETTI, Historia de la Liturgia, I, Madrid 195556, 10171077 y 12971341, II, 552620 y 10981159; P. LEjAY, Ambrosien (rit), en DACL 1, 13731442; E. CATTANEO, 11 Breviario ambrosiano, Milán 1943.
C. GARCÍA DEL VALLE.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991