Proforística
1. Noción. Parte de la ciencia bíblica que se ocupa de sistematizar los modos y métodos de exponer el sentido de los escritos sagrados. El término p. se hace derivar del verbo griego proféro (=sacar, extraer, deducir). En la selección del nombre parece haber influido el pasaje de Le 6,45: «El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón, saca (proférei) las cosas buenas». La p. mira, por tanto, la S. E. desde el punto de vista de la exposición, explicación e interpretación, no del acceso a la comprensión, que considera resuelto, al menos de modo teórico. Por ello, en el orden sistemático de los tratados que integran la Introducción general a la S. E., viene en último lugar, una vez que se ha estudiado la Inspiración divina de la Biblia (v. BIBLIA III), su Veracidad o inerrancia y Santidad (V. BIBLIA v), el Canon de los libros sagrados (V. BIBLIA II), las reglas generales y específicas de la Interpretación [V. HEURÍSTICA BÍBLICA; INTERPRETACIÓN II (Hermenéutica Bíblica)] y la Historia del texto sagrado (V. ANTIGUO TESTAMENTO II; NUEVO TESTAMENTO II).
2. Objeto de estudio de la Proforística. En la Historia de la Iglesia, la S. E. ha sido como el alma de la Teología, de la predicación, de la Liturgia y de la piedad privada y colectiva (cfr. León XIII, Enc. Providentissimus, Enchiridion Biblicum, n. 114; Benedicto XV, Enc. Spiritus Paraclitus, EB 483; Conc. Vaticano II, Const. De¡ Verbuni, n. 24). Por esta causa, de modo amplísimo podría decirse que casi todos los escritos cristianos contienen algún aspecto proforístico, esto es, cada uno a su modo son exposición de la Sagrada Escritura. Pero de toda esa inmensa literatura cristiana, la p. se ocupa sólo de aquellos escritos que han tenido por objeto directo la exposición de la Biblia. Ya se comprende que el campo de estudio de la p. no tiene unos límites muy precisos, debido a la naturaleza de muchos escritos, en los que no es fácil definir hasta qué punto pueden considerarse una verdadera exposición de los escritos sagrados, o toman solamente de éstos un argumento o base amplia para su propio tema. De hecho, la Iglesia ha sentido siempre de modo profundo y lo ha llevado a la práctica aquel consejo que daba S. Pablo a S. Timoteo: «Tú persevera en lo que aprendiste... y que desde niño conoces las Sagradas Letras, que pueden darte la sabiduría, que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. Pues toda Escritura inspirada por Dios es útil para enseñar, para convencer, para corregir y para educar en la justicia, de modo que el hombre de Dios se encuentre idóneo y preparado para toda obra buena» (2 Tim 3,14-17). Así, pues, toda la vida cristiana y toda su tradición literaria se halla traspasada de la S. E.; pero la p. recorta su mirada a aquellos escritos que tienen por finalidad directa la exposición de los libros santos.
3. Los diversos géneros de exposición de la Biblia.
Suelen dividirse todos los géneros expositivos de la S. E. en dos grandes
grupos: 1) exposición científica; 2) exposición pastoral. Esta división es útil,
aunque simplificada. Tampoco es precisa: muchas veces no es posible señalar los
límites entre el género científico y el pastoral, pues el uno no excluye al
otro, sino que se complementan; la ciencia sagrada no es sólo un saber
especulativo, sino a la vez especulativo y práctico, tiende a que la fe,
razonada, sea fuente de vida cristiana sobrenatural; al mismo tiempo, toda
exposición pastoral ha de fundamentarse sólidamente en las verdades de la fe y,
por tanto, tiene una base doctrinal y científica. Así, pues, esta división mira
sobre todo al aspecto predominante de un escrito y no debe ser tomada de modo
rígido.
A su vez, tanto las exposiciones científicas como las pastorales pueden ser
divididas en otros dos subgrupos: 1° géneros primarios; 2o géneros derivados.
4. Exposiciones científicas. Géneros principales o
primarios. La versión o traducción es el género primario entre todos, por cuanto
que los idiomas originales de la Biblia (hebreo, griego y arameo) no son del
dominio de la mayoría de los creyentes. Por lo que se refiere a la Biblia, el
adagio de que toda traducción es ya una interpretación o exposición se cumple
muy a fondo, debido a que toda traducción de los textos sagrados implica no sólo
el conocimiento filológico y literario, sino el doctrinal y teológico (sobre las
versiones de la Biblia, tanto antiguas como modernas, v. BIBLIA VI).
El comentario exegético surgió ya en la antigüedad cristiana como una necesidad
científica y pastoral a la vez, por el puesto central que de hecho ha
constituido siempre la S. E. en la vida de la Iglesia. Desde el s. III hasta
nuestros días hay una historia rica en extensos comentarios a la Sagrada
Escritura. En Oriente sobresalen los de Orígenes (v.), S. Cirilo de Alejandría
(v.), S. Juan Crisóstomo (v.), etc., en la Edad Antigua. En el mismo tiempo, en
Occidente destacan los de S. Agustín (v.) y S. Jerónimo (v.). En la Edad Media
se acentúa el comentario de carácter netamente científico y teológico, que
destaca en S. Alberto Magno (v.) y sobre todo en S. Tomás de Aquino (v.). A
partir del Renacimiento, las ciencias bíblicas adquieren el carácter de
especialización entre las teológicas, debido a los desarrollos de la filología y
de la historia (V. MODERNA, EDAD III, 3-6). Los nombres de verdaderos
especialistas científicos de la Biblia se multiplican y, consiguientemente, los
grandes comentarios científicos, que se publican hasta nuestros días en todos
los idiomas importantes (v. BIBLIA VII). La mayor parte de los comentarios
bíblicos se atienen a estas características: 1) versión preferentemente del
texto original a la lengua respectiva; 2) división del texto sagrado en párrafos
o perícopas, que tienen cada uno cierta unidad temática; 3) explicación o
comentario de conjunto del párrafo, exponiendo su sentido, su conexión con la
doctrina teológica, sus aplicaciones morales y ascéticas, etcétera; 4)
explicación detallada de las frases o palabras de mayor dificultad de
intelección, o de mayor riqueza doctrinal. En suma, este género de los
comentarios bíblicos constituye uno de los más ricos tesoros de la literatura
cristiana de todas las épocas.
Una especie de abreviación de los comentarios lo constituye el género de Biblias
anotadas. La nota es una breve explicación de ciertos pasajes, frases o palabras
de más difícil comprensión y de mayor riqueza de contenido, que el editor o
traductor suele poner a pie de página, para facilitar a los lectores la
inteligencia del texto o hacerles considerar algunos de sus aspectos
doctrinales, morales, ascéticos, etc. Desde el Conc. de Trento ha sido
preceptivo el uso de estas notas en las ediciones de la S. E. en lenguas
vernáculas, dentro de la Iglesia Católica. Esta medida ha sido de una
eficacísima utilidad espiritual para los lectores de la Biblia y también motivo
de un extraordinario enriquecimiento científico y pastoral.
En los tiempos modernos ha ido adquiriendo desarrollo un género expositivo de
gran repercusión científica: es el de la Teología Bíblica (v.). Consiste en la
exposición amplia y sistematizada del contenido, mensaje y cuestiones exegéticas
de un entero libro de la S. E., o de un grupo de libros (p. ej., la «Teología de
San Pablo»), o aun de todo el N. T. o de todo el A. («Teología del N. T.») e
incluso de toda la Biblia («Teología Bíblica»). En este género no se trata de
comentar los pasajes, sino de hacer una reconstrucción exegético-sistemática de
las líneas principales del contenido revelado de ese determinado libro o grupo
de libros sagrados. Este género suele ser útil como introducción doctrinal
previa a la lectura directa del libro sagrado o grupo de libros de que se trate,
y también como conclusión a esa lectura directa. En la visión de conjunto que
ofrece esa «Teología Bíblica» se enmarcan y comprenden con mayor facilidad los
diversos pasajes del texto sagrado. Este género es, pues, de algún modo
intermedio entre el comentario bíblico y los tratados de Teología sistemática,
tratados estos últimos que no entran en consideración desde el punto de vista de
la p. bíblica.
Finalmente, entre los géneros primarios científicos hay que mencionar las
lecciones escolares de exégesis bíblica. Puede decirse que es un género mixto,
en el que entra una exposición completa de los sucesivos pasajes de los libros
sagrados, atendiendo a todas las cuestiones de crítica textual e
histórico-literaria, exégesis doctrinal y aplicaciones dogmáticas, morales y
espirituales. Participa sobre todo del género de comentario y del de Teología
Bíblica. En la antigüedad cristiana sus representantes más egregios fueron
Orígenes, S. Jerónimo y S. Agustín; en la Edad Media S. Tomás de Aquino; en la
Edad Moderna y Contemporánea en el sistema difundido en las clases de S. E. que
se imparten en los centros superiores de estudios teológicos (Facultades de
Teología) o especializados.
5. Exposiciones científicas. Géneros derivados o
parciales. Fueron géneros muy extendidos en la antigüedad cristiana y en la Edad
Media. Hoy se encuentran casi en desuso: se conservan como tesoro del pasado, y
en ese sentido tienen un gran valor.
En primer lugar habría que citar la paráfrasis, palabra que es pura
transcripción del griego, y que consiste en la traducción libre y amplificada
del texto sagrado, con objeto de facilitar su inteligencia. El precedente
judaico más elocuente de este género cristiano está en los targumim (V. BIBLIA
VI, 4), que eran traducciones del A. T. hebreo a la lengua popular aramea,
vigente en Palestina, Siria, Mesopotamia etc., entre buena parte de los judíos
de los tiempos que rodearon el principio de la era cristiana.
En la época patrística tuvo mucha extensión el escolio (del griego schólion),
breve explicación de un lugar oscuro o rico de pensamiento. Se reunieron pronto
colecciones de scholia de los más sabios padres de la antigüedad,
constituyéndose así verdaderos comentarios a la Sagrada Escritura. En la
antigüedad oriental y aun en la Edad Media, oriental y occidental, surgieron
laboriosos coleccionadores de estos escolios de los Santos Padres; a tales
coleccionadores, generalmente anónimos, se les dio el nombre de escoliastas.
Como un desarrollo más sistematizado y completo de los escolios, surgieron,
primero. entre los griegos al final de la Edad Antigua, y después entre los
latinos, en la Edad Media, las llamadas catenae, cadenas. Eran también
recopilaciones de escolios de Santos Padres y de pasajes más desarrollados de
éstos, que explicaban más ampliamente textos sagrados, y que se encontraban
inmersos en escritos patrísticos de muy diversa índole. Entre los griegos fue
célebre la catena de Procopio de Gaza (al Pentateuco, los, lud y Rut). Entre los
latinos iniciaron o importaron el género Alcuino (v.) y Rábano Mauro (v.).
Excelente fue la Catena aurea de los Evangelios, recopilada por S. Tomás de
Aquino, todavía de gran utilidad. Entre los griegos, este género de cadena solía
llamarse syllogé exegéseón, o bien eklogai exégetikaí.
Entre los latinos, sobre todo del medievo, fue muy utilizado el género glosa (glossa).
Es como una abreviación de las catenae, que solían copiarse en los márgenes de
los códices del texto bíblico (glosa marginal), o debajo de la línea del texto
sagrado (glosa interlineal), en escritura de caracteres muy pequeños. En la Edad
Media sobresalió una de estas compilaciones hasta el punto de ser conocida por
glosa ordinaria. Se atribuía a Valafrido Estrabón (s. ix); modernamente se
piensa más bien en Anselmo de Laon (v.; s. xii), al menos en la forma que
utilizaron los latinos.
Por último, es de mencionar la apostilla (latín postilla, es decir «post illa
verba textos»). Eran parecidas a las modernas notas, con la diferencia que las
postillae se hacían con muchísimo cuidado y se apoyaban en una tradición y
autoridades bien probadas. Normalmente se copiaban en el margen del texto sacro.
También existieron postillae a todo un libro y aun a toda la Biblia. De esta
última característica es célebre la postilla de Nicolás de Lira (v.; s. XIV).
6. Exposiciones pastorales. Géneros primarios. El
género pastoral más importante de todos los tiempos es la homilía. El Conc.
Vaticano II la ha definido así: «Se recomienda encarecidamente, como parte de la
liturgia, la homilía, en la cual se exponen durante el ciclo del año litúrgico,
a partir de los textos sagrados, los misterios de la fe y las normas de la vida
cristiana» (Const. Sacrosantum Concilium, 52). En la tradición cristiana, desde
los tiempos más remotos, se ha practicado este género de predicación y de
exposición de la S. E., dentro del marco del sacrificio de la Misa,
especialmente como explicación doctrinal y práctica de la secuencia del
Evangelio de la festividad. Fueron célebres en la antigüedad las homilías de S.
Juan Crisóstomo, de S. Gregorio Magno, etc. En algunos siglos de la Edad Moderna
fueron en parte reemplazadas por los sermones o discursos doctrinales y
exhortatorios, menos ceñidos al texto sagrado de la festividad. En nuestros
días, la homilía ha recobrado, entre los buenos pastores, la función que tuvo en
la edad patrística. De esta forma sobresalen, entre las actuales, las homilías
de mons. J. Escrivá de Balaguer (v.). La homilía ha sido llamada muchas veces en
términos populares explicación del Evangelio. Esta designación tiene su
importancia, pues define cuál es el contenido principal de la homilía (v.
HOMILÉTICA).
Hoy día, a pesar de los esfuerzos del llamado movimiento bíblico (v.), ha caído
en desuso la lección sagrada, que en épocas anteriores se empleaba, como uno de
los métodos catequéticos, para dar a conocer al pueblo cristiano los tesoros de
la palabra divina, fuera de las acciones propiamente litúrgicas. Consistía en
una verdadera lectio continua, en la que libro tras libro y pasaje tras pasaje
de la S. E., se comentaba, desentrañando su sentido, su contenido doctrinal
(dogmático y moral) y su aplicación a la vida cristiana. Tal enseñanza oral de
la S. E. ha sido sustituida sólo en parte por la lectura privada del texto
sagrado acompañado de notas o comentarios. También se intenta remediar esta
ausencia catequética con la lectio continua de la Escritura dentro del marco de
la Santa Misa.
Los actuales intentos de catequesis bíblica no son en realidad sino una
acomodación de las antiguas lecciones de historia sagrada, que se alternaban con
la enseñanza del catecismo, sobre todo a los niños. Es un género de proforística
bíblica muy útil, acomodado a la capacidad de los oyentes, según su edad y
cultura.
7. Exposiciones pastorales. Géneros derivados. Unos
son orales y otros escritos. Entre los primeros pueden citarse buena parte de
los variados modos de catequesis (v.) cristiana, puesto que ésta se basa siempre
en los textossagrados, de una u otra manera. Así, las clases de catecismo, los
sermones, conferencias cuaresmales, novenas, clases de religión, etc., son
siempre un modo indirecto de enseñanza de la S. E. Entre los escritos, la gama
es también muy variada: desde los documentos del Magisterio solemne y ordinario,
que están traspasados de citas, explicaciones, breves comentarios y aplicaciones
de los textos sagrados, hasta la variada literatura de enseñanza de la religión
y escritos de espiritualidad. Especialmente los escritos de los Santos contienen
ricas penetraciones pastorales y ascéticas de los pasajes de la S. E.,
originados no sólo por el ingenio de sus autores, sino principalmente por la
sabiduría divina que les adorna y la profunda experiencia religiosa de sus
vidas, que hacen eminentemente viva la historia sagrada. En los escritos de los
santos, en efecto, se cumple admirablemente la recomendación general del Conc.
Vaticano II: «Es necesario, por tanto, que toda la predicación eclesiástica,
como la misma religión cristiana, se nutra de la Sagrada Escritura y se rija por
ella. Porque en los sagrados libros el Padre que está en los cielos se dirige
con amor a sus hijos y habla con ellos; y es tanta la eficacia que radica en la
palabra de Dios, que es, en verdad, apoyo y vigor de la Iglesia y fortaleza de
la fe para sus hijos, alimento del alma, fuente pura y perenne de la vida
espiritual» (Const. Dei Verbum, n. 21).
V. t.: BIBLIA I, 5.8; BIBLIA VI.VII.VIII.IX ; BÍBLICO, MOVIMIENTO; HEURÍSTICA
BÍBLICA; INTERPRETACIÓN II (Hermenéutica Bíblica); PALABRA DE Dios.
J. M. CASCIARO RAMÍREZ.
BIBL.: 1) Magisterio: CONC. VATICANO II, Const. dogm.
Dei Verbum, n^ 21-25; fD, Const. Sacrosanetum Concilium, n- 51, 52, 54, 56, 92;
Pío XII, Ene. Divino alllante Spiritu, EB (2R ed.) n. 538, 544, 545, 554, 566,
567; BENEDICTO XV, Ene. Spiritus Paraclitus, EB n. 475, 476, 477, 484; S. Pío X,
Letras apostólicas Quoniam in re bíblica, EB n. 162-180; íD, Letras apostólicas
Scripturae Sanctae, EB n. 149-150; LEóN XIII, Ene. Providentissimus Deus, EB n.
83-99.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991