PANTENO, SAN
Datos biográficos. Filósofo alejandrino del s. II, son pocos e inseguros los
datos relacionados con su vida y actividad. Algunos autores suponen que n. en la
isla de Sicilia; se basan generalmente en la alusión del historiador Eusebio de
Cesarea (v.) a la «abeja siciliana» (Historia Eclesiástica, V,II,2,), pensando
que Clemente de Alejandría, discípulo de P., se refiere a él, aunque sin
nombrarlo expresamente, en Stromata (I,II,2). Mas no es segura, ni verosímil,
según otros autores, la identificación de P. con la referida «abeja sícula».
Antes de su conversión al cristianismo era profesional de la filosofía en
Alejandría. Aunque carecemos de escritos personales de P., según Filipo de Sida
su punto de partida habría sido la doctrina pitagórica. Pero esta opinión no se
admite comúnmente, y la generalidad de los autores, basados en citas de
contemporáneos de P. aunque no del todo contundentes, piensan que su filosofía
de origen habría sido la estoica. El motivo de su conversión debió ser el
testimonio edificante de los cristianos de su época, aunque por su preparación
teórica asimiló bien el contenido doctrinal cristiano, convirtiéndose en maestro
excepcional de la nueva religión por él abrazada. En tiempos del emperador
Cómodo (a. 180192) se hallaba al frente de la Escuela catequística de
Alejandría, siendo el primer director conocido de la misma (v. ALEJANDRÍA VI), y
quien le dio su impronta característica y su singular organización (Eusebio,
Hist. Ecl. V,10).
Si enseñanza fue sobre todo -por no decir exclusivamente- oral, y entre
los auditores de sus lecciones sobre la S. E. se cuentan el obispo de Capadocia
Alejandro y sobre todo Clemente de Alejandría (v.), sucesor suyo en la dirección
y primer maestro alejandrino de quien se conservan obras escritas. Fue misionero
y evangelizador de la India (según algunos autores fue a la Arabia del Sur o a
Etiopía), donde encontró, según parece, el Evangelio original de S. Mateo (en
hebreo-arameo). Se ignora la fecha exacta de su muerte, pero se le supone
fallecido el 216. La Iglesia romana lo cataloga entre el número de los santos, y
celebra su festividad el 7 de julio, y la Iglesia copta el 22 de junio.
Su papel docente y su influjo posterior. Pronto se forjaron dos corrientes
de opinión sobre su gestión al frente de la escuela alejandrina. Unos lo
presentan como jefe de la escuela, como filósofo eminente y autor de numerosos
libros que -de ser cierta la hipótesis- se habrían perdido en su totalidad.
Otros recuerdan en él la figura de un evangelizador (misionero), exegeta e
intérprete de las S. E., y maestro de la enseñanza oral.
El primer grupo de opinión no parece estar en lo cierto: por los indicios,
P. debió de ser uno de aquellos antiguos y prestigiosos presbíteros transmisores
de la tradición oral que se remonta hasta los mismos Apóstoles: según los
testimonios más antiguos (cfr. Eclogae propheticae, 27,7), estos presbíteros no
solian dejar escritos ni sus sermones homiléticos, ni sus conversaciones
testimoniales. Este criterio habría que aplicarlo al caso de P. Ello, no
obstante, algunos autores, Eusebio entre otros (Hisi. Ecl. V,10,4; cfr. Ecl.
proph. 56,2), le han atribuido la composición de algunos escritos, lo que puede
tal vez explicarse porque determinadas tradiciones, más o menos auténticamente
atribuidas a P., parece ser que fueron publicadas por algunos de sus discípulos
o tal vez por otros seguidores posteriores de la misma escuela alejandrina. Sea
lo que fuere, puede afirmarse hoy con bastante seguridad que carece de toda base
la hipótesis que le atribuye la Epístola a Diogneto (v.).
Careciendo de escritos auténticos de P. y dada la costumbre de los
escritos antiguos de omitir citas y fuentes de sus obras, resulta muy difícil
determinar el influjo de la obra de P. -si es que realmente existióy de su
doctrina en los autores posteriores y particularmente en su discípulo Clemente
Alejandrino. Dentro de las conjeturas se supone que P. habría transmitido
algunas tradiciones locales palestinenses, tal vez con cierta influencia judeo-gnóstica,
a Clemente, y que Clemente a su vez habría transmitido muchas tradiciones
interpretativas y exegéticas propias de su maestro P. bajo la cita del
presbítero en sus Hypothyposeis, obra desgraciadamente perdida en su mayor
parte.
Menos aventurado resulta señalar un influjo cierto de P. en la línea
general de orientación que distingue a la famosa escuela alejandrina. En primer
lugar, su tendencia idealista, no exenta de cierto misticismo, que tuvo su
expresión exegética en la llamada interpretación alegórica de la S. E.,
procedimiento que se prestaba a exageraciones, pero que, llevado con un sano
equilibrio, hay que reconocer que dio lugar a aportaciones muy interesantes.
Otros rasgos típicos de la escuela es su noble esfuerzo por encontrar, en lo
posible, un modo de explicar los dogmas cristianos con teorías filosóficas
griegas; esta actitud conciliadora, en sí fecunda, llevó, no obstante, a algunos
representantes de esta escuela a proponer explicaciones poco acertadas. A
despecho de las exageraciones y extremismos en una y otra característica de la
escuela -idealismo, armonización de filosofía pagana y cristianismo- ambas
actitudes son aprovechables y de signo positivo. La tradición posterior,
totalmente acorde en considerar a P. como primer padre «reconocido» de la
escuela de Alejandría, le atribuye implícitamente, siquiera sea en forma
embrionaria, la delineación de estos dos rasgos típicos.
V. t.: ALEJANDRÍA VI; CLEMENTE DE ALEJANDRÍA.
BIBL.: O. BARDENHEWER, Geschicht der altkirchlichen, I, Friburgo Br. 1913,79; J. BAUDOT, Dictionnaire d'hagiographie, París 1925,505; B. LLORCA, Historia de la Iglesia, I, Madrid 1950, 245 ss.; P. NAUTIN, Tome commémoratil du Millénaire de la Bibliothéque Patriarcale d'Alexandrie, Alejandría 1953, 145-152; M. HORNSCHUCH, en «Zeitschrift für Kirchengeschichte», 71 (1960) 1 ss.; 19 s., 22-25; J. QUASTEN, Patrología, I, Madrid 1961, 308; F. TAMBURINI, Panteno, en Bibl. Sanct. 10,119-121.
F. MENDOZA RUIZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991