PAN II. LITURGIA
El pan es el signo adecuado del sacramento del Cuerpo de Cristo; la catequesis
de los SS. Padres y las mismas palabras de Cristo y de toda la Biblia lo
atestiguan. El grano de trigo es arrojado en la tierra y muriendo da mucho fruto
(lo 12,24) y el p. prometido por Cristo es la carne suya que hay que comer, la
que El dará por la salud del mundo (lo 6,48-51). El p. es para el Señor hacer la
voluntad del Padre como lo es por excelencia su muerte (lo 4,31-34; 6,38-48; Mt
4,3-4). El p. es, pues, signo adecuado para contener el cuerpo de Cristo que se
ofrece diariamente en el Santo sacrificio de la Misa (v. EUCARISTÍA; MISA).
No cabe apenas duda de que nuestro Señor usó p. ázimo, amasado con flor de
harina, en su última Cena (v.), pues era el p. de la cena pascual. El término
griego artos designa indiferentemente el p. ázimo o el fermentado: común a
judíos y gentiles. Parece, por tanto, que desde la primera tradición cristiana
se usó también el p. fermentado al menos como permitido. Consta el uso del p.
normal, no sólo por el sentido de consagración. de la materia, en lucha con el
gnosticismo (v.), sino como materia del sacrificio eucarístico. S. Ambrosio (De
Sacramentis, IV,4) habla de que «se ha usado mi pan», es decir, el p. ordinario.
Se sabe por un testimonio del s. IV de un monje que hacía cocer panes pequeños,
blancos y muy aptos para la Eucaristía, y que esperaba a que se endureciesen, lo
cual prueba que eran fermentados con levadura. El uso de la presentación de las
ofrendas, durante el ofertorio de la Misa (v.), en los primeros siglos es
también signo de ello. En el s. VII el sínodo XVI de Toledo exige que el p. de
la Eucaristía se prepare aparte, pero sin especificar que su forma difiriera del
ordinario.
La forma de este p. para la Eucaristía, como es lógico, se escogía de
entre las más aptas. Así aparece el p. de corona: una rosca trenzada, del tamaño
de la mano, conocida como el p. más fino. Otras veces se le da forma de disco.
Más frecuente fue el p. dividido en cuatro partes por una incisión o fisura en
forma de cruz; o dividido en tres partes, por razones prácticas más que rituales
de forma de cruz o alusión trinitaria, pues este uso de división era
precristiano y normal. Asimismo es muy corriente el sellar eI p.; el hecho de
sellarlo no indicaba que se dedicase a la Eucaristía, a pesar del anagrama
entrelazado de la XP. Aunque el p. fermentado se selle peor, en Oriente se sella
y se da gran importancia a su simbolismo.
Desde el S. IX en Occidente se impone el p. ázimo, no fermentado: el
respeto cada vez mayor a la Eucaristía, el hacerlo más blanco y hermoso, además
de consideraciones bíblicas, fue la causa; en el S. XI se había impuesto
totalmente. En Oriente (salvo en los sirios) los panes fermentados son algo
mayores que la forma grande latina y con un espesor aproximado de un dedo (salvo
en el bizantino), y es fácil partirlos. Esta ligera diferencia práctica
ocasionaría discusiones en el cisma del 1054 (v. CISMA II), por lo que eJ Conc.
de Florencia (1439; v.) admite las dos formas dentro de la Iglesia católica
oriental.
En Oriente, y en Occidente antiguamente, se dio un rito especial para la
preparación, selección, molición y cocción del p. destinado la Eucaristía, rito
exclusivo de los clérigos. La disciplina occidental, posteriormente, es
encomendarlo a personas con garantías de cumplir las prescripciones de la
Iglesia en esta materia, como conventos de religiosas, etc. (Instrucción de la
S. C. de Sacramentos, 26 mar. 1929; v. bibl.). Desde el s. V y VI, el p. ya no
se toma directamente de los fieles, ni se cuece uno grande (S. IX), sino que se
presenta dividido en partículas, que, cocidas sobre placas metálicas, fácilmente
se graban con distintos dibujos o frases alusivas a la Eucaristía y a Cristo.
El Código de Derecho Canónico (can. 815,1; 1272) insiste en su digna
preparación y en la garantía de su pureza de trigo y de su reciente cocción, no
más de un mes. Lo mismo y otras cuestiones manda la Instrucción del 26 mar. 1929
(v. bibl.). Algo semejante pide la Instrucción Mysterium Eucharisticum, de 25
mayo 1967: que en su forma y aspecto sea lo más digno posible de tan gran
misterio, aunque sea de mayores dimensiones en el caso especial de una
concelebración.
V. t.: VINO III.
BIBL.: J. A. JUNGMANN, El sacrificio de la misa, 3 ed. Madrid 1959, 578-584; F. CABROL, Azymes en DACL vol. I, París 1907, col. 3254-3260; W. COOSENS, Les origines de Ceucharistie, París 1931; A. ARNOLD, Der Ursprung des christlichen Abendmahles in Lichte der neuesten liturgiegeschichtlichen Forschung, 2 ed. Friburgo 1939; F. J. DOELGER, Heidnische and christliche Brotstempel mit religiósen Zeichen, «Antike und Christentumu, 1 (1929) 1-46; M. RIGRETTI, Los elementos eucarísticos, en Historia de la Liturgia, II, Madrid 1956, 522-530; SAGRADA CONGREGACIÓN DE SACRAMENTOS, Instrucción acerca de algunas cosas que se deben evitar u observar en la celebración de la Misa y en la administración y reserva del Sacramento de la Eucaristía, 26 mar. 1929: AAS XXI (1929) 631-639.
A. GONZÁLEZ FUENTE.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991