LECTURA I. PEDAGOGIA. Valor y dificultades.
La etimología de I. (del latín legere, leer) nos facilita su significado más
conocido: acción de leer. Y leer es interpretar el significado y el sentido de
los signos escritos (alfabéticos, musicales, etc.). Aquí sólo se abordará el
término I. en su sentido más generalizado, de interpretación de la palabra
escrita. En otros tiempos, el dominio de la l. era patrimonio de muy pocos y era
por ello signo de distinción e índice de dilatada cultura. Actualmente, saber
leer es algo tan corriente y tan necesario que, de ordinario, se estima que
quien no posee este conocimiento, el analfabeto, es un inadaptado que; sin duda,
ha de ver muy reducidas sus posibilidades humanas, tanto individuales cuanto
sociales. Los enormes esfuerzos que han realizado y que aún realizan 1Qs Estados
por ver disminuida la lacra social del analfabetismo se justifican plenamente si
reparamos sólo en el papel tan fundamental que corresponde a esta actividad
lectora, instrumento cultural primario, imprescindible para poder alcanzar otros
saberes (v. II, I). Al ponderar la importancia de la L., Huey se expresa de este
modo: «La verdadera lectura es aún la más noble de las artes, el medio por el
cual nos llegan lás más importantes concepciones, los más elevados ideales, los
sentimientos más concordes con la Humanidad; la palabra escrita y la aptitud
para interpretarla es un verdadero presente divino» (cfr. J. E. Segers, o. c. en
bibl. 7). El dominio de la I. es el factor más necesario a la hora de buscar un
buen rendimiento escolar. En una investigación realizada por Gates (cfr. A. I.
Gates, The improvement of reading, Nueva York 1929) se señala que el 99% de los
alumnos de primer grado que repiten lo hacen por deficiencias en l.; en el
segundo grado eso ocurre en el 90% de los casos, y en el tercero, en el 70%.
Los errores suelen acompañar a muchos niños al aprender a leer. Unos
confunden, a pesar de los repetidos ensayos, letras parecidas en su forma, otros
en su sonido; unos omiten sílabas o letras, otros las añaden indebidamente, etc.
Las causas de estos errores, que muchas veces suponen dificultades insalvables
para los alumnos, son múltiples: defectos de tipo orgánico (en los sentidos
motóricos, etc.), representaciones defectuosas, aprendizaje incorrecto, etc. Los
procedimientos que suelen recomendarse para corregir los hábitos defectuosos en
la I. suelen ser de tipo visual (presentada una imagen y la palabra que le
corresponde acompañada de otras, el alumno señala y emite la acertada), de tipo
manual (asocian la pronunciación de la palabra con el recorrido motor de los
rasgos de la misma) y de tipo fonético (reconocimiento de letras y expresión de
los correspondientes sonidos).
Metodología de la lectura. Habrá pocos problemas, dentro de la vida
escolar, tan importantes como el de la metodología de la I. Los métodos que se
han utilizado a lo largo de la historia para aprender a leer han sido muchos y
muy variados. Al pretender agruparlos y hacer una clasificación más o menos
sistemática, seguramente la que más se ha difundido es aquella que los divide en
sintéticos y analíticos. Desde el punto de vista de llegada son métodos
sintéticos los que comienzan por la enseñanza del nombre y sonido de las letras,
pasan después a la sílaba y más tarde a la palabra, la frase, etc. Van del
análisis a la síntesis. En estos métodos se atiende más a la cuestión del
mecanismo de la actividad lectora que a la comprensión del texto que se está
leyendo. Son métodos lentos, progresivos, casi siempre monótonos y con ellos han
aprendido a leer muchas generaciones. Los métodos analíticos, muy utilizados
hoy, se establecen sobre puntales distintos. Se proponen en primer lugar
palabras, frases breves, oraciones algo más complicadas y hasta cuentos
sencillos, y de estas «totalidades» (síntesis) se pretende llegar al
conocimiento de las sílabas y de las letras, es decir, a las «partes»
(análisis). Caminan, pues, inversamente a los anteriores, de lo complejo a lo
simple. A lo largo del proceso metodológico importa más la comprensión de lo
leído por parte de los alumnos que los propios artificios de la I. Por
cimentarse en el principio psicológico de la globalización de las percepciones
se llaman también métodos globales. Su aceptación puede decirse que ha sido
general, si bien últimamente se ha puesto de relieve que no hay evidencia
científica rigurosa de la superioridad de los métodos globales sobre los
sintéticos. La enseñanza de la I. a partir de la palabra no constituye una
innovación, pues ya Juan A. Comenio, en el s. XVII, introdujo esta modalidad
metodológica en su obra Orbis sensualittm pictus. Durante el primer tercio de
este siglo se ha avanzado mucho en el perfeccionamiento de los métodos globales,
debiendo mucho la Didáctica moderna en este campo al pedagogo belga O. Decroly
(v.) y a su teoría sobre los «centros de interés». Son muy dignos también de ser
mencionados los métodos de enseñanza individualizada, que pretenden que los
alumnos avancen de un modo individual en el proceso lector, tan sólo con una
moderada ayuda de los docentes.
Métodos globales. Los métodos globales, que pueden aplicarse a otras zonas
de enseñanza, han sido definidos por Decroly como «una aplicación en el orden
perceptivo-visual de la actividad globalizadora». Esta actividad está basada en
el hecho evidente de la percepción sincrética o fusionada, que se da en los
primeros años de la vida. El niño suele apreciar conjuntos, mientras los
detalles los percibe dificultosamente. Puede hablarse de dos clases de métodos
globales o analíticos: el de las palabras generadoras y el método global
propiamente dicho. El primero, antes de presentar la palabra que corresponda
analizar, procura motivar a los alumnos hacia ella de alguna manera
(mencionándola en conversación, frases escritas en que intervenga, etc.); se
presenta luego claramente su figura, su «silueta», en la pizarra, para que los
alumnos adquieran un conocimiento general del todo (sincretismo); se procede
después al conocimiento provocado de sus partes, sílabas y letras (análisis);
por último se pasa a recomponer de nuevo el todo (síntesis). Con este método
(síntesis-análisis-síntesis), si se realiza hábilmente, puede garantizarse el
interés de los alumnos y un rápido aprendizaje. El método global propiamente
dicho propone ordinariamente frases con un pensamiento motivador adecuado. El
alumno reconoce estas oraciones, como en el método anterior, por su forma, como
reconoce a su hermana desde lejos. Pero aquí el análisis no se provoca, sino que
se espera a que llegue el alumno cuando sea el momento oportuno, según el grado
de maduración de cada uno. Las frases, oraciones y textos de cierta extensión
seguirán presentándose. Más tarde o más pronto los signos y los sonidos
individuales serán reconocidos; es el momento del análisis. Los métodos globales
requieren el complemento del aprendizaje del código de la I. (alfabeto) para
evitar posibles lagunas.
Motivación del aprendizaje. Es un aspecto que debe tenerse muy presente en
cualquier ocasión didáctica (v. APRENDIZAJE I, 2). Con relación a la I. hemos de
decir, en honor a la verdad, que, en sí misma, no es una enseñanza que resulte
atrayente. Hay, pues, que motivar del mejor modo la actividad para que los
pequeños alumnos, o los adultos analfabetos, desechen el aburrimiento
justificable. Los métodos globales logran motivar más fácilmente que los
sintéticos; volveremos a tratarlos más detenidamente. En el periodo preescolar,
la moderna didáctica ha ideado algunas formas y actividades para lograr
interesar y para desarrollar las potencias necesarias, aun antes de que conozcan
la función lectora. Cuando el alumno aprendió a leer, para ejercitarse y también
estimular su afición, se recomiendan I. amenas, historietas de animales, tramas
humorísticas, frecuentes diálogos, sorpresas, etc. Como normas básicas de esta
modalidad didáctica pueden darse éstas: cuando se comienza el aprendizaje es
conveniente la I. en voz alta y escuchar a otros que lean bien; la I.
comprensiva debe hacerse de forma silenciosa desde muy pronto, buscando
conseguir rapidez; los docentes especializados en esta enseñanza deben saber
manejar dos o más métodos con bastante perfección; enseñar a leer a niños es muy
diferente a enseñar a adultos; los métodos, por tanto, deben ser también
diferentes.
V. t.: PEDAGOGÍA, 3; LENGUAJE III.
BIBL.: A. BASURTo, La lectura. Principios y bases para su enseñanza y mejoramiento, México 1960; l. SILVEIRA, La lectura en la escuela primaria, Madrid 1967; B. B. BRALAVSKY, La querella de los métodos en la enseñanza de la lectura, Buenos Aires 1962; A. Pozo PARDO, Enseñanza de la lectura, en Diccionario de Pedagogía, Barcelona 1964; l. D. FORGIONE, La lectura y la escritura por el método global, Buenos Aires 1965; l. E. SEGERS, La enseñanza de la lectura por el método global, 3 ed. Buenos Aires 1958; F. DEVA, El aprendizaje individualizado de la lectura y de la escritura, París 1957; H. B. REED, Psicología de las materias de enseñanza primaria, México 1949.
D. DEL RÍO SADORNIL.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991