Origen y difusión. Representaciones fálicas (del griego phallos, «miembro
viril») aparecen en ritos de fertilidad, monumentos sepulcrales y amuletos
de carácter apotropaico (protector). En la cuenéa del Mediterráneo están
ampliamente atestiguados desde el paleolítico (sátiro de Cogul) a la época
histórica en Bulgaria (neolítico), Grecia (edad del Bronce), Asia Menor,
Italia, Iliria, Tracia, etc. Brillan, en cambio, por su ausencia en la
cultura minoicomicénica (v.), lo que se explica por el predominio femenino
en ella.
La mentalidad de los primitivos agricultores estableció una analogía
entre la siembra y la procreación, el fruto y el nacimiento (cfr. el uso
metafórico del griego speirein «sembrar», aroun «arar», por «procrear»).
El falo, agente de la fertilidad vegetal y animal por excelencia, es un
atributo de los dioses que presiden los ciclos agrarios o protegen el
ganado. Como portador de vida aparece en los sepulcros bien para
propiciarse a los démones de ultratumba, ansiosos de ella, bien para
significar la pervivencia del- difunto post mortem. Esa misma cualidad
explica también su valor apotropaico. El orenda del falo ahuyenta los
males que impiden el desarrollo de los gérmenes vitales.
Divinidades y démones itifálicos. El falo aparece en las
representaciones de Hermes (busto sobre una pilastra) como dios protector
de los rebaños. Al irse con el tiempo atenuando esta función, se suprimió
de su iconografía. El escándalo de los Hermocópidas (415 a. C.) demuestra
que el itifalismo (es decir, la representación con falo erecto) de esta
divinidad se estimaba arcaico. Heródoto (11,51) atestigua la gran
antigüedad de esas representaciones. Divinidades atenienses inferiores
como Orthanes (Platón cómico, fr. 174 Kock), Kenisalos, Tychon, Hilaon (Hesiquio,
sub vote, Aristófanes, fr. 555 Kock) apenas conocidas, no parecen ser otra
cosa que personificaciones del falo como Ithyfallos y Phales, en las
procesiones dionisiacas (v. DIONIso). En Festo hay un Leukippos y en
Chipre un Opaon Melanthios de análogas características.
Todos ellos desaparecen al extenderse el culto de Príapo, divinidad
microasiática, protectora de los huertos y de la casa, que pasó a Roma
entre los s. in y II a. C. Pan, de características selváticas, no es
siempre itifálico. En Italia se conocen dos divinidades primitivas de esta
índole: Mutimus Titinus y Liber. Al primero le ofrendaban simbólicamente
su virginidad las recién casadas, sentándose en su miembro para obtener
fertilidad y protección contra los espíritus hostiles al matrimonio (S.
Agustín, Ciudad de Dios, V1,9). En honor del segundo se transportaba un
falo enorme en un carro por los caminos que después coronaba públicamente
una matrona de la ciudad (Lavinium), a fin de que las simientes procreasen
(S. Agustín, Ciudad de Dios, VI1,21). Démones selváticos de
características animales y carácter itifálico son los tityroi del
Peloponeso, los sátiros y los silenos del Ática.
Cultos fálicos. El falo interviene en el culto de las divinidades
protectoras de la fecundidad agraria y de la procreación, en especial en
el culto de Dioniso (v.), en el que hubo al principio danzas de fertilidad
cuyos ejecutantes disfrazados de machos cabríos lo portaban, amén de
procesiones y cantos fálicos. De carácter mágico en un principio, pasaron
después a meras diversiones y, suprimidos los elementos más crudos, dieron
origen a altas manifestaciones artísticas. Procesiones fálicas (phallophoria)
se celebraban en las Dionisias rústicas (Clemente de Alejandría,
Protréptico, 11,34,2-5; Arnobio, VI, 28; Cornuto, 30), las urbanas y
probablemente en las Leneas. En Delos (v.) son bien conocidas por la
epigrafía y por los monumentos corégicos falomórficos. De las de Éfeso nos
informa Heráclito (cfr. 15 Diels) y de las de Alejandría Ateneo (11,201E).
El carácter fertilizador del símbolo aparece con mayor claridad en
el culto de Deméter: en las skirophoria se enterraban pastas en forma
fálica con otras ofrendas en hoyos (megara), que se desenterraba después
en las thesmophoria para mezclar sus restos con la simiente (cfr. Escolios
a Luciano, ed. H. Rabe, 280,1 ss.). El falo interviene también en las
danzas de Ártemis en ciertas zonas dorias, y en los misterios de los
Kabiroi de Samotracia (v.), dioses de la fertilidad y progenitores del
género humano. En cambio, es muy raro en el culto de Afrodita (en Palos el
mystes recibe un falo; piedras fálicas en el santuario ateniense de
Afrodita y Eros; objetos similares en Solos y Naxos).
Falos funerarios y apotropaicos. Sobre tumbas se han encontrado en
Frigia, Esmirna, Pérgamo, Etruria, Beocia, Italia del S., así como imagen
de Hermes o Príapo. Una tumba protegida por una imagen de este último es
denominada mortis et vitai locus (CIL 6,3708). El lugar de la muerte, como
indica el agente de la vida por excelencia, es asimismo un lugar de
renacimiento. Ciertas representaciones aladas quizá hayan de interpretarse
como variantes de la «mariposa-alma» (espécimen del «pájaro del alma»),
según sugiere uno de los nombres griegos de dicho insecto (phalle,
phallaina). Como amuleto protector de la casa y del individuo se han
encontrado falos en cantidades considerables en todo el ámbito del mundo
romano.
V. t.: FERTILIDAD II; NATURALEZA, CULTO A LA.
BIBL.: 1. A. DUBOURE, Die Zeugung
in Glauben, Sitten und Brduchen der Vólker, verdeutscht und ergánzt con
Krauss und Reiskel, Leipzig 1909 (Beiwerke zum Studium der Anthropophgteia
I); H. HERTER, De Priapo, Giessen 1932 (Religiongeschichtliche Versuche
und Verarbeiten XXIII); fD, art. Mallos, en RE; v. t. la bibl. de
FERTILIDAD 11, y NATURALEZA, CULTO A L.A.
L. GIL FERNÁNDEZ..
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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