Vida. El Eugenio II de los autores visigodos y III para los hagiógrafos
hispanos posteriores a 1148, a consecuencia de un erróneo desdoblamiento
producido por la passio sancti Eugenii del s. ix basada en la Vita sancti
Dyonisiti de Hilduino, n. en Toledo a principios del s. VII. Su sucesor en
la sede toledana, S. Ildefonso (v.), le dedica un cariñoso elogio en su De
viris ilustribus, XIV (PL 96, 204-206). Pero sus recuerdos autobiográficos
suplen la sobriedad ildefonsiana. Eugenio nos habla de su abuelo Nicolás,
capitán valeroso y consejero prudente, cuyo epitafio, doblemente
acróstico, compuso E.; de su padre Evancio, quizá el senescal firmante en
el VIII Conc. de Toledo (653); de su maestro S. Eladio que le dio la
primera instrucción religiosa.
De pequeña estatura, cuerpo delicado y salud frágil, nos dice S.
Ildefonso que prolongó su vida más por los méritos de su virtud, que por
sus fuerzas físicas. Su estómago rechazaba todo alimento, tanto que, a los
49 años, estuvo a punto de morir. Bajo el discipulado de S. Eladio, E.
progresó tanto que Ildefonso le califica de ecclesiae regiae clericus
egregius. Pero pese a haber abrazado la clericatura, su corazón estaba en
el monasterio. Por eso, bien porque se le propusiera para algún cargo que
su temperamento humilde y escrupuloso rehuía, o simplemente a la mera
sospecha de tal posibilidad, E. sortea hábilmente este peligro huyendo a
Zaragoza y se incorpora a la comunidad monástica adscrita al servicio de
S. Engracia (v.) y compañeros mártires. Ocurría esto hacia el 631. Poco
tiempo después de su llegada muere el obispo Juan y le sucede su hermano
el- gran Braulio (v.), quien supo descubrir los valores espirituales del
clérigo toledano haciéndole su arcediano.
En 646 y en pleno Conc. VII de Toledo, muere Eugenio 1,
metropolitano de la ciudad regia. La voluntad impositiva de Chindasvinto
arrancaba a E. de Zaragoza -no obstante las conmovedoras súplicas de. S.
Braulio-, para ocupar la sede vacante. Al Eugenio astrónomo sucede el E.
poeta. Fue consagrado por los Padres conciliares antes del 18 oct. 646,
fecha en que firma en tercer lugar las Actas del VII Conc. de Toledo.
Asistió también al Conc. VIII del 653, en el que se reconoció al nuevo rey
Recesvinto, que sucedía a su padre Chindasvinto muerto el 30 sept. 653;
presidió en 655 el IX Conc. toledano que tomó medidas contra los malos
clérigos y los judíos; presidió asimismo el X Conc. de Toledo, del 656,
que -tal vez a instancias de S. Fructuoso (v.), presente en la Asamblea-
legisló sobre el monaquismo e instituyó la fiesta de la Expectación.
Esta actividad pastoral no agotó la actividad de S. Eugenio. É1
mismo regentaba la escuela toledana. Educado por S. Eladio y colaborador
íntimo de S. Braulio, E. estaba capacitado para la tarea de preceptor. De
sus aulas saldrá el mejor teólogo hispano del s. VII, Julián de Toledo
(v.), el último de los grandes obispos visigodos de Toledo. Eugenio murió
en el otoño del 657 habiendo gobernado la sede toledana casi 12 años. Su
cuerpo fue enterrado en la Basílica de S. Leocadia. Aproximadamente un
siglo más tarde, durante las depredaciones de Abderramán 1 (756-788) su
cuerpo es trasladado a Francia y depositado en Deuil en tiempos de Pipino
el Breve (752-768). Más tarde fue depositado en el monasterio de Saint
Denis, donde en 1148 lo descubrió el arzobispo de Toledo, D. Raimundo,
quien gestiona la cesión a Toledo del brazo derecho de S. Eugenio. El
brazo llega efectivamente a Toledo el 12 feb. 1156. El 18 nov. 1565
después de ocho siglos de ausencia, la diplomacia de Felipe II devuelve a
Toledo el cuerpo de su metropolitano Eugenio III donde hoy reposa en
artística arqueta.
Obras. De su producción teológica, escriturística, musical y
poética, se conserva poco. S. Ildefonso nos dice que «impulsado por sus
buenos deseos corrigió los cantos y ordenó las ceremonias y los oficios
del culto». Escribió un tratado sobre la Trinidad -del que posiblemente
conservamos algunos fragmentos- de estilo trasparente y precisión
teológica; revisó, a petición de Chindasvinto, la Satisfactio y el De
creatione mundi (a partir del verso 115) del poeta cartaginés Draconcio,
al que añadió un resumen del Hexameron y la exposición del séptimo día;
compuso dos opúsculos uno en prosa -perdido- y otro en verso que se ha
conservado. Escribió también tres cartas: a Chindasvinto, a Braulio y a
Protasio de Barcelona.
V. t.: TOLEDO, CONCILIOS DE.
BIBL.: Ediciones: M. C. DíAZ,
Index scriptorum latinorum Medü Aevi hispanorum, I, nn. 196-204; Padres
toledanos, ed. LoRENZANA, 1; PL 87,347-418; F. VOLLMER, MGH 14, B 1905,
229291.-Estudios: FLÓREZ, V,272 ss.; XXX,152.161; J. PÉREZ DE URBEL, Los
monjes españoles en la Edad Media, 2 ed. Madrid 1933, 303-332; U.
DOMíNGUEZ DEL VAL, San Eugenio de Toledo, en B. ALTANER, Patrología, 5 ed.
Madrid 1962, 508-509; J. F. RIVERA, Eugéne (III), en DHGE XV,1368-1370; íD,
San Eugenio de Toledo y su culto, Toledo 1963; íD, Auténtica personalidad
de San Eugenio 1 de Toledo, «Anthologica Annua», Roma 1964, 11-84; íD,
Eugenio 11, en Bibl. Sanct. 5,196.
J.GÓMEZ GÓMEZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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