Se conoce con este nombre a un conjunto de doctrinas contemporáneas entre
las que se cuentan, de modo especial, el pensamiento de Ortega y Gasset y
el existencialismo.
El término c. proviene del latín circumstantia (de circum-stans), y
designa lo que está alrededor. Como vocablo filosófico, la c. ha tenido
dos significaciones muy distintas. En un primer momento, que se extiende
hasta principios del siglo actual, c. es sinónimo de accidental y
transitorio, frente a lo sustancial y permanente (es el sentido que aún
tiene en el lenguaje común, cuando se dice que algo es circunstancial).
Tal es el significado que recibe en S. Tomás; tratando de los actos
humanos, dice: «Y por ello aquellas condiciones que son exteriores a la
sustancia del acto, pero que, sin embargo, tocan de algún modo al acto
humano, se llaman circunstancias» (S. Th., 1-2 q7 al). En Campanella
veremos que la c. es lo que está alrededor de algo (circa aliquid), o es
inherente (inhaerens) o adherente (adhaerens) a ello, o tiene con ello
alguna otra relación (alio pacto ad ipsum pertinens), pero en modo alguno
corresponde a su esencia (non tamen illius essentiam ingreditur) (Philosophiae
rationalis partes quinque, Dialectica, 1,6).
Mas esta concepción de la c., como accidente extrínseco de la
sustancia, va a experimentar una profunda mutación en el pensamiento
contemporáneo, al perderse o, por lo menos, debilitarse la categoría de
sustancia y ser sustituida por la de relación. Este cambio, cuyos inicios
pueden remontarse al idealismo poskantiano, se acentúa en Kierkegaard (v.)
y la filosofía vitalista, recibiendo su más adecuada formulación con
Ortega y Gasset y el existencialismo (v.).
Lo real ya no se concebirá como una pluralidad de sustancias,
esencialmente aisladas unas de otras y conexas entre sí sólo por
accidentes relacionales, sino que la relación se constituirá en la misma
entraña esencial de la realidad. La definición de Campanella de c. ya es
inadmisible. La c. es algo que condiciona e integra la esencia de las
cosas, pues cualquier cosa, separada de su c., es ónticamente inexistente
y noéticamente ininteligible. Con toda claridad se ve esta nueva noción en
la conocida expresión que, en sus Meditaciones del Quijote (1914), nos ha
dejado Ortega: «yo soy yo y mi circunstancia»; esta c., en cuanto
constituida por lo que me circunda, es algo exterior al yo, pero, y en
ello hay que ver la novedad de esta concepción, lo exterior no es lo ajeno
y accidental, y, en consecuencia, la c. es constitutiva de mi propio yo;
es un ingrediente esencial de mi yoidad. La vida humana es radicalmente
proyecto, y este proyecto viene condicionado por la c.; mi yo no es una
sustancia autónoma en sí misma que, accidentalmente, se relaciona con lo
circundante; al contrario, la esencia de mi yo es el conjunto de
relaciones que lo unen con mi c.
En el existencialismo es básico el concepto de situación, análogo al
orteguiano de c. La situación es la trama de relaciones del hombre con el
mundo que le rodea, y que fundamenta, determina y limita al ser humano en
sus posibilidades. En toda la temática existencialista está presente esta
conexión radical entre el hombre y la situación o c. La situación, en
cuanto implica un estar-en-elmundo, es un existencial (existenzial), es
decir, una determinación constitutiva del ser humano, del Dasein. Jaspers
define la situación como «una realidad para un sujeto interesado en ella
en cuanto existente» (Philosophie, II Existenzerhellung, Berlín 1932,
202), y el estar en situación es ineludible y constitutivo del ser humano,
ya que «yo no puedo salir de la situación sin entrar en alguna otra» (o.
c. 203). Abbagnano insistirá en la consideración de la situación como
complejo necesario de relaciones al decir que la situación expresa «la
necesidad de la relación entre la finitud del ente y la determinación
constitutiva del mundo y de los otros entes» (La struttura dell'esistenza,
Turín 1939, 125).
Una repercusión de esta forma de entender la c. hecha en el
pensamiento contemporáneo es la llamada ética de situación, derivada en
gran parte de las doctrinas existencialistas, y en la que se pone
claramente de manifiesto los peligros de relativismo y subjetivismo a los
que se ve abocada una antropología en la que el énfasis en la singularidad
de la persona no vaya acompañado de su radicación en el ser (v. SITUACIÓN,
ÉTICA DE; MORAL I).
BIBL.: J. MAMAS, Introducción a
la filosofía, Madrid 1947. 235-241; M. OROMí, Ortega y la filosofía,
Madrid 1953; E. NicoL, Psicología de las situaciones vitales, México 1941;
C. LUPORINI, Situazione e libertó nell'esistenza umana, Florencia 1942.
J BARRIO GUTIÉRREZ,
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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