En los últimos tres siglos de cristianismo en Ch. los mártires de la fe
son decenas de millares y suman un alto porcentaje tanto del número de
misioneros como del pueblo cristiano chino. De ellos, 118 han sido
elevados a los altares y son beatos; de otros, está en curso el proceso de
beatificación; pero el grupo más numeroso no tendrá jamás aureola de
santidad jurídica, porque no siempre es fácil demostrar que sus
perseguidores obraron por odio a la fe y no por motivos políticos. De los
118 beatos, 31 son europeos: seis obispos, 17 sacerdotes, un laico y siete
monjas; los otros son sacerdotes chinos, seminaristas, catequistas y
cristianos. Su martirio ha sucedido entre 1648 y 1900. En los últimos 40
años, sin embargo, las persecuciones suscitadas por el comunismo han
acrecentado mucho la lista del martirologio de la Iglesia ch.
Los mártires de los emperadores. Cronológicamente abre la serie el
b. Francisco Fernández de Capillas, dominico, protomártir de Ch. Nacido en
Baquerín dos Campos, diócesis de Valencia, fue ordenado sacerdote en
Filipinas y llegó al Fo-Kien en 1642. La dinastía tártara de los Manchú
(v.), que sucedió en aquellos años (1644) a la china de los Ming (v.),
comenzó inmediatamente a perseguir a los cristianos, de modo especial en
algunas localidades lejanas de la capital. El P. Capillas fue arrestado en
1647 y condenado a la decapitación el 15 en. 1648, por «haber difundido
falsas doctrinas religiosas» y, según la acusación, por haber incitado al
pueblo a la insurrección. Pío X le beatificó el 2 mayo 1909.
Bajo el largo reinado del emperador Kang-hi (16681722), los
cristianos fueron tolerados hasta que la cuestión de los Ritos chinos (v.)
exasperó al Emperador. En efecto, él no podía admitir que una autoridad
extranjera, como la de la Santa Sede, legislara y decidiera sobre el
sentido de ciertas costumbres milenarias del país, y, sobre todo,
instituyese en Ch. su propia jerarquía. Kang-hi impuso una interpretación
de los Ritos chinos e hizo expulsar a los misioneros que habían aceptado
la interpretación pontificia. El P. Luigi Appiani, secretario e intérprete
cerca del Emperador de mons. de Tournon, que era legado apostólico a
latere, fue arrojado a la cárcel, donde languideció durante 20 años. La
persecución estalló violentamente, sobre todo bajo los sucesores de Kang-hi,
Yong-cheng (1722-36) y Kien-long (1736-96). Sólo un pequeño número de
jesuitas fue autorizado a quedar en Pekín como literatos, pintores y
matemáticos. En 1747 fue arrestado y decapitado en Fo-kien el obispo
dominico Pedro Sanz; al año siguiente fueron muertos sus compañeros Juan
Alcober, Francisco Díaz, Joaquín Royo y Francisco Serrano, todos ellos
beatificados por León XIII el 14 mayo 1893. También en 1748 fueron
estrangulados, en Sout-cheou, los jesuitas Henríquez y de Athenis con dos
catequistas chinos.
En 1785, tuvo lugar una nueva oleada de terror contra misioneros y
cristianos, acusados falsamente de tener relaciones con la secta secreta
llamada del Nenúfar blanco, que se proponía derrocar la dinastía de los
Manchú. Dieciocho misioneros europeos fueron conducidos encadenados a
Pekín. Los buenos oficios de los sacerdotes de la Misión de Pekín
obtuvieron su liberación, pero algunos ya habían muerto de padecimientos,
como el P. Della Torre, procurador de Propaganda Fide y los dos obispos
franciscanos mons. Maggi y mons. Sacconi. Hostil al cristianismo fue
también el emperador Kia-king (1796.1820), siempre por sospecha de que los
cristianos fuesen favorables a grupos de rebeldes y sociedades secretas.
La persecución de Kia-king no se detuvo hasta los tratados impuestos por
las potencias beligerantes con Ch., después de la Guerra del opio
(1840-42). Numerosas fueron las víctimas, sobre todo en 1805, 1811, 1818 y
1839. De 1800 a 1850, los católicos de Ch. fueron reducidos a 200.000, con
no más de 40 misioneros europeos y 80 sacerdotes chinos. Los mártires
beatificados de este periodo son 12, y entre ellos están representados
clero y laicado. Los más ilustres son: el b. Gabriel Dufresse, francés,
llegado a Ch. en 1775. Ordenado obispo coadjutor en 1800, se dedicó con
celo a su misión de Tonkín y reunió un sínodo diocesano, cuyas
deliberaciones tuvieron gran difusión entre los misioneros; arrestado, por
delación de un apóstata, fue decapitado el 14 sept. 1815. León XIII le
beatificó el 27 mayo 1900, junto al franciscano Giovanni Lantrua da Triora,
m. también en 1815, y a Francisco Regis Clet, de Grenoble. El b. Clet,
sacerdote paúl, después de haber trabajado durante 30 años en las
provincias de Hu-pé y de Hu-nan, fue arrestado en 1819, bárbaramente
maltratado, no obstante su edad de 71 años, y ahorcado el 18 feb. 1820. El
b. Juan Gabriel Perboyre, que partió para Ch. en 1835, fue arrestado en
septiembre de 1839, y estrangulado el 11 sept. 1840. Fue beatificado, como
primero entre los mártires de Ch. por León XIII el 10 nov. 1889.
El periodo de los tratados internacionales. Después de la Guerra del
opio, Inglaterra, EE. UU. y Francia, deseosa esta última de sustituir a
Portugal como protectora de las misiones católicas, indujeron a Ch. a
garantizar libertad religiosa a los cristianos chinos e inmunidad a los
misioneros provistos de pasaporte de tales naciones. Las persecuciones
volvieron, sin embargo, bajo el reinado de Hsienfong (1851-61); las tropas
anglo-francesas ocuparon entonces Pekín, imponiendo un nuevo tratado más
amplio (1860). Del método del P. Matteo Rice¡ (1552-1610; v.) de una fe
«ofrecida» al pueblo chino, se pasaba así al método de las misiones
católicas y protestantes, tuteladas por el brazo secular. El odio xenófobo
y anticristiano no cesó y explotó de manera cruel, como en la matanza de
Tientsín de 1870. 15 son los mártires proclamados beatos de este periodo.
Los más conocidos son: el b. Chapdelaine, sacerdote de las misiones
exteriores de París, arrestado con 25 cristianos y muerto el 28 febr.
1856; el b. Jean Pierre Néel, otro sacerdote francés, decapitado en
febrero de 1862 con sus fieles; finalmente, el grupo de los mártires de
Tientsín, que comprende dos sacerdotes paúles y 10 Hijas de la Caridad,
las primeras monjas llegadas a Ch. en 1848. Fueron todas horrorosamente
torturadas. De su causa de beatificación se espera el decreto de
introducción.
Los mártires de los boxers. Más grave fue todavía la oleada xenófoba
desencadenada por la secta nacionalista secreta de los boxers (v.) en
1900, a los cuales había dejado mano libre la emperatriz Tseu-hi. Los
cristianos fueron objeto sin distinción del mismo odio concebido contra
los europeos, y numerosas fueron las víctimas también entre el clero y los
cristianos chinos. Planchet eleva a más de 6.000 el número de víctimas
sólo en el vicariato de Pekín, pero la cifra peca por defecto. Allá donde
los cristianos habían organizado aldeas fortificadas para defenderse de la
furia sanguinaria, como en la aldea de Tchou-kia-ho, bajo el mando del P.
Mangin, jesuita, se hicieron verdaderas carnicerías. Hasta siete potencias
extranjeras intervinieron para hacer cesar la revuelta y la destrucción de
los boxers. En Ch. meridional la insurrección de éstos no resultó tan
violenta, pero se prolongó durante algunos años, y no faltaron los
mártires, como P. Canduglia, asesinado en 1907 con un centenar de
cristianos en Kiang-si. Los mártires de las persecuciones de los boxers,
beatificados por Pío XII en dos grupos, en 1946 y 1955, son 85. Entre
ellos merecen especial recuerdo los obispos Antonio Fantosati, Francesco
Fogolla, Gregorio Grassi, siete monjas franciscanas misioneras de María y
el ya citado P. Mangin, con 55 compañeros.
Desde la República al gobierno del Kuo-min-tang (191127). Tanto bajo
la nueva república (1911), como bajo el gobierno del Kuo-min-tang (1927;
v.), la Iglesia ya no fue perseguida oficialmente y sus obras florecieron.
No obstante esto, el orden no fue establecido en todas partes y, según las
estadísticas bien controladas por el P. D'Elia, hasta 52 misioneros
católicos fueron matados en el periodo 1911-33 y 334 encarcelados. Una de
las víctimas más conocidas fue el obispo salesiano Luigi Versiglia,
vicario apostólico de Sinchow, asesinado el 30 feb. 1930 en Linchow por
bandidos chinos junto con un compañero. Su causa de beatificación ha sido
instruida en Roma el 13 jun. 1952. Desde 1924 en adelante, los comunistas,
en lucha con los nordistas, habían invadido las provincias del sur. Sus
víctimas fueron numerosas. Se recuerdan el P. José Hou en 1927, el P. Ven
Arx y el P. Pablo Tcheng en 1930 y el P. Giacomo Anselmo en los últimos
días de 1934.
También la guerra chino-japonesa (1937-45) hizo víctimas entre los
misioneros. El 9 oct. 1937 fueron muertos cruelmente por los japoneses en
Tcheng-ting el obispo mons. Schraven, holandés, y cinco sacerdotes, dos
coadjutores y un laico. En 1942, también los japoneses, asesinaron al P.
Umberto Verdini, por haber querido, defender a las huerfanitas de la
misión, de la libídine de la soldadesca. Además, gran número de
misioneros, tuvo que dejar sus áreas de apostolado y fue recogido en
campos de concentración preparados por los japoneses. En el campo de Woei-hsien,
a 600 Km. de Pekín, fueron reunidos 320 misioneros y 160 religiosas. Otro
tanto ocurrió en las provincias del sur.
Los mártires del comunismo. Terminada la guerra chino-japonesa, Ch.
cayó bajo el régimen comunista (1949). En las zonas alejadas de las
grandes ciudades, el comunismo no tardó en mostrar su verdadero rostro.
Una de las primeras misiones perseguidas fue la de Shun-teh. El obispo
mons. Krause, polaco, sus sacerdotes y las monjas de la misión,
encarcelados en diciembre de 1946, hubieron de sufrir un proceso
humillante, siendo obligados a hacer una confesión pública de sus
presuntos crímenes. Paseados después en el escarnio por las calles de la
ciudad, fueron expulsados. Procesos semejantes, denominados «tribunales
del pueblo», se multiplicaron por todos lados contra obispos, sacerdotes y
monjas. Después de muchas crueldades, los misioneros extranjeros fueron
normalmente expulsados. No faltaron, sin embargo, las víctimas. Una
estadística provisional calcula que en los años 1946-47 fueron asesinados
más de 100 sacerdotes. Doce cistercienses fueron sepultados vivos en Jan-kio-ping.
En las grandes ciudades la lucha contra la religión pasó por fases
progresivas. Entre 1948 y 1950 se confiscaron las escuelas católicas y la
prensa. En 1951, aprovechando el descontento de una parte del clero
nativo, los comunistas iniciaron el movimiento «de la triple autonomía».
Las iglesias patrióticas chinas debían hacerse independientes de los
extranjeros en el plano económico, administrativo y doctrinal. En 1951
comenzó también la expulsión en masa de los misioneros extranjeros,
comprendido incluso el internuncio mons. Riberi (1952). A fines de 1954 no
quedaba ningún misionero extranjero en Ch. En 1957 fue constituida la
Iglesia patriótica china, y, en 1960, se realizó una consagración
ilegítima de 31 obispos nativos. Nadie puede hacer todavía un cálculo de
los nuevos mártires que una tal situación ha dado a la Iglesia.
V. t.: CHINA Vi].
BIBL.: K. S. LATOURETTE, A
History oj the Christian Missions in China, Nueva York 1929; P. D'ELIA,
The Catholic Missions in China, Shanghai 1934; 1. DE MOIDREY, Confesseurs
de la foi en Chine (1784-1862), Shanghai 1935; O. FERREux, Histoire de la
Congrégation de la Mission en Chine (1699-1950), París 1963 (con abundante
información sobre cada persecución). Sobre la matanza de Tientsín: M.
COLLARD, Les Martyrs de Tien-Tsin, 21 juin 1820, París 1926. Sobre los
mártires de los boxers : J. M. PLANCHET, Documents sur les martyrs de
Pékin, pendant la persécution des Boxers, 2 vol., Pekín 1922-23. Sobre la
época contemporánea A. GALTER, Le livre rouge de CÉglise persécutée, París
1956, 139-162.
LUIGI CHIEROTTI.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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