Giovanni Domenico Campanella n. en Stilo (Calabria) el 5 sept. 1568. A los
14 años ingresó en el convento de S. Domingo de Placanica, emitiendo sus
votos con el nombre de fray Tommaso. Estudió filosofía y teología en
Morgeto y Nicastro, mostrando especial admiración por la física
naturalista y el antiaristotelismo de Telesio. En 1589, sin contar con sus
superiores, se dirige a Nápoles en compañía de un rabino israelita, que lo
introduce en el círculo de Gian Battista Porta, en el que se practicaban
curiosidades mágicas y naturalistas, por las que siempre sintió especial
atractivo.
En 1591 publicó allí su primera obra, Philosophia sensibus
demonstrata, en defensa de Telesio, sufriendo poco tiempo después la
primera sospecha de demonismo y herejía, y siendo procesado por su propia
Orden al año siguiente. Un cuarto proceso (tras haber pasado por Roma,
Florencia, Bolonia y Padua) más grave que los anteriores, hace que le
trasladen a Roma, siendo encarcelado en la
Torre Nona por orden del Santo Oficio. Obtenida la libertad, se
retira al pequeño convento de S. Maria de Gesu reli (Stilo), aparentando
una vida recogida y tranquila. Mientras tanto planeaba una conjuración
contra la dominación española en Calabria, y la instauración de una
república teocrática perfecta similar a la utopía que formula en Cittá del
sole. Delatado, se le abre en 1599 un proceso político y eclesiástico en
el que se le acusa de rebelión y herejía. El gobierno español y la
autoridad eclesiástica determinan en 1602 condenarle a cadena perpetua en
el Castillo de Nápoles, donde pasa 27 años. Durante esta reclusión compuso
sus principales obras, reelaboró las que en Bolonia le había arrebatado la
Inquisición y mantuvo relación con estudiosos de su tiempo (Galileo,
Scoppio, Gassendi, etc.). A requerimiento de la propia Orden dominicana le
fue otorgada la libertad total por el papa Urbano VIII. El 21 oct. 1634,
vestido de fraile mínimo, con falso nombre, huyó a Francia, donde CA
encontró afectuosa acogida. M. el 21 mayo 1639 en el convento de la Rue
Saint-Honoré de París.
C. tenía un temperamento impetuoso, combativo; talento de amplia
erudición, con una audacia intelectual desenfrenada, que le llevó a
abordar todas las ciencias. Se creyó predestinado por Dios para la misión
providencial de realizar la unidad de todo el mundo, dividido por luchas
doctrinales, políticas y religiosas; unidad que constituyó la gran
obsesión de su vida.
Entre sus obras importantes se destacan: De sensu hal: rerum et
magia (1590, revisada 1628), en la que expone cia la doctrina de la
animación universal, y su gnoseología. ( De monarchia hispanica discursus
(1601), tratado político en torno a la prioridad de la monarquía española,
bajo altt la autoridad espiritual del Papa, en el concierto político abr
universal. Citta del sole (1602, revisada 1613) publicada cos en latín (Civitas
solis, poetica idea Reipublicae philosomel phicae, 1623), la obra más
significativa de su pensamiento político, en la que traza su república
ideal, naturalista, teocrática y aristocráticamente comunista. Universalis
Me! ohilosophiae seu metaphysicarum rerum, partes tres, libri XVIII
(1638), es como una «biblia de la filosofía». Monarchia Messiae (1605), en
donde teoriza sobre la monarquía universal: el Papa es el soberano
supremo, los príncipes sus brazos; la humanidad tendrá entonces paz bajo
un solo rey y un solo pastor. También escribió una Apologia pro Galileo,
mathematico florentino (1616).
C., partiendo de los principios del naturalismo telesiano, deduce
inmediatamente la universal sensibilidad de las cosas: en efecto, si los
animales sienten, es señal de que sienten también los elementos de que
están constituidos (De sensu, 1,1). Esta sensibilidad es debida a un
espíritu sutil que determina el consenso de las cosas naturales entre sí.
Proclama, igualmente, la supremacía del conocimiento sensible, el único
que reporta certeza absoluta. Reduce todo conocimiento a la sensibilidad.
Mas, ¿cómo puede el alma conocerse a sí misma? C. resuelve el problema al
establecer un autoconocimiento originario del alma, el cual posibilita el
conocimiento de todas las demás cosas. Para ello se basa en el principio
de que la sensación, al ser pasión, proviene de la asimilación del sujeto
cognoscente a la cosa conocida. En esta autoconciencia se fundan las
determinaciones esenciales de la realidad natural, de las que ella nos
hace conscientes: el poder, el saber y el amor al ser. Toda su filosofía
especulativa está destinada a fundamentar un ideal político-religioso: el
gobierno de la humanidad por el Sumo Pontífíce, en quien debe recaer
también el poder temporal. En realidad, viene a establecer una dictadura
sacerdotal, apoyándose en la condición desfalleciente del hombre, tan sólo
remediable en esa ciudad helíaca. Su religión naturalista, como vínculo de
orden espiritual y unificador, supone una decadencia del cristianismo, ya
que daña gravemente su dimensión sobrenatural.
BIBL. : Ediciones : L. FIRPO,
Tutte le opere di T. Campanella, Milán 1954; A. Guzzo y R. AMERIO, Opere
di Campanella, «Classici Ricciardi» 33, Mi1án-Nápo1es 1956; Trad. esp. La
ciudad del sol, Madrid 1959; Aforismos políticos, Madrid 1956. Estudios :
L. FIRPO, Bibl. degli scritti di T. Campanella, Turín 1940; fD, Ricerche
campanelliane, F1orencia 1947; L. AMABILE, Prá T. Campanella. La sua
congiura, i suoi processi, la sua pazzia, Nápo1es 1882; L. BLANCHET,
Campanella, París 1920; A. CORSANO, T. Campanella, Bari 1961; M.
FERNÁ.NDEZ EsCARLANTE, Libertad naturat y poder político en el estado
perfecto de T. Campanella, Sevilla 1969; A. Truyol, Darzte y Campanella,
Madrid 1968.
R. MÉNDEZ GONZÁ.LEZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
|