Intervención de Kiko Argüello en el Jubileo de los Catequistas
Catequesis de adultos
y nueva evangelización

En la Iglesia antigua, en medio del paganismo, cuando un hombre quería llegar a ser cristiano, se le invitaba a recorrer un itinerario de iniciación al cristianismo, que se llamaba catecumenado, de la palabra catecheo, que significa hacer resonar, escuchar.

Hoy estamos inmersos en una cultura que es contraria a los valores del Evangelio. Sobre todo a través de los medios de comunicación —prensa, radio y televisión— recibimos una catequesis, podríamos decir, del paganismo, que está acelerando cada vez más el proceso de secularización y que está conduciendo a mucha gente a abandonar la fe y la Iglesia. Por esto es urgente abrir de nuevo un itinerario de iniciación al cristianismo.

El Camino Neocatecumenal —sobre el que hemos sido invitados a presentar una breve comunicación— se sitúa en esta línea: ayudar a las parroquias y a las diócesis a abrir un camino de iniciación cristiana al Bautismo, una catequesis para los adultos secularizados, un instrumento al servicio de los obispos.

Hoy, casi por todas partes, las diócesis están intentando hacer una catequesis para los adultos de tipo catecumenal. El Camino Neocatecu-menal abre en las parroquias una iniciación cristiana postbautismal, vivida en pequeñas comunidades, que quiere reforzar la fe de aquellos que están cerca de la Iglesia y llama a la fe a los alejados. En la Iglesia primitiva el catecumenado estaba formado por una síntesis entre Palabra (Kerigma), Moral y Liturgia. La Iglesia antigua tenía sobre todo un Kerigma, es decir, el anuncio del primum christianum, de aquello que da la fe. Afirma san Pablo: Quiso Dios salvar a los creyentes mediante la "necedad" de la predicación , en griego kerigma.

DAR NOTICIA


El kerigma no es en absoluto un sermón, ni una conferencia, sino una noticia que contiene el poder de realizar aquello que anuncia. Así sucede en la Santa Virgen María: después de haber recibido el anuncio del Ángel, fue cubierta por la sombra del Espíritu Santo y quedó encinta de Cristo, madre del Señor.

Según los Padres de la Iglesia, la Santa Virgen es imagen del cristiano que, escuchando el anuncio del kerigma, llega también a estar embarazado de Cristo y a ser madre de Cristo y lo pone en práctica.

Este anuncio en la Iglesia primitiva lo hacían los apóstoles itinerantes, como Pablo y Silas, y provocaba en aquellos que lo escuchaban una transformación moral progresiva, gracias a la ayuda del Espíritu Santo. La noticia era que Cristo, que murió por nuestros pecados, resucitó de la muerte, ascendió al cielo e intercede por cada hombre que escucha el kerigma y envía del cielo la promesa, el Espíritu Santo. Por eso dirá san Pablo: El Espíritu de Cristo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.

Así pues, anuncio del kerigma y cambio de vida venían sellados por los sacramentos, concretamente por el Bautismo, que se vivía por etapas, de tal forma que la iniciación cristiana en la Iglesia primitiva aparece como una gestación de la vida divina. Cuando en los sucesivos siglos desaparece el catecumenado, esta síntesis kerigma-cambio de vida-liturgia viene a menos: el kerigma como llamada a la fe que implica una decisión moral, no existe ya, se transforma en catecismo, en doctrina. La moral viene a consistir en foro interno, es decir, en un hecho privado. La liturgia, al margen de la iniciación cristiana, se convierte en idéntica para todos y se separa de la vida.

Hoy, si queremos abrir un camino de evangelización para el hombre contemporáneo, debemos recuperar esta síntesis entre kerigma, cambio de vida y liturgia. Ante el peligro de la apostasía de tantos bautizados y ante la urgencia de anunciar el Evangelio a esta generación, nosotros —como afirmé durante el Sínodo especial para Europa— pensamos que sería importante, después del Jubileo del año 2000, que la Iglesia considerase la posibilidad de constituir una Comisión Pontificia para ayudar a promover el anuncio del kerigma y la iniciación cristiana de adultos, a fin de realizar la nueva evangelización.

Son necesarios hoy nuevos heraldos del Evangelio que, como los primeros apóstoles, recorran el mundo sin dinero y sin alforja. ¡Es necesario que de nuevo san Francisco de Asís, santo Domingo de Guzmán, san Ignacio de Loyola…, caminen por el mundo anunciando a los hombres la gran noticia de que la muerte ha sido vencida por Cristo para todos, mediante el don de la vida eterna en el corazón de los hombres!

El Camino Neocatecumenal —reconocido por el Santo Padre como un itinerario de formación católica, válido para la sociedad y para los tiempos de hoy— siente la urgencia de ponerse al servicio de la Iglesia para la realización de la nueva evangelización del mundo contemporáneo.

Kiko Argüello