A la
llegada de los españoles a la región de Guanare, hacia el 1591, un
grupo de indios de la tribu de los Coromotos decide abandonar su
tierra y huir hacia el río Tucupido, porque no quieren nada con los
blancos ni con la religión que ellos traen. Cincuenta años después
los indios, que siguen sin convertirse al Evangelio, viven en un
poblado no muy distante de la villa de los españoles; ambos grupos
viven en armonía, pero permanecen aislados entre sí.
Estando así las cosas, una mañana del año 1651, el cacique de los
Coromotos, junto con su esposa, contempla asombrado una
extraordinaria visión. En la quebrada del río Tucupido, sobre la
corriente de las aguas, una hermosa señora los está mirando con una
amable expresión en su rostro; el pequeño niño que lleva en sus
brazos también les sonríe plácidamente. La misteriosa señora llama
al cacique y le ordena: "Sal del bosque junto con los tuyos
y ve donde los blancos para que reciban el agua sobre la cabeza y
puedan entrar en el cielo".
El
cacique impresionado por lo que ha visto y oído, decide obedecer a
la bella señora y marcha con su tribu para ser instruido en la
religión cristiana. Sin embargo, el indio, acostumbrado a la
libertad de los bosques no puede adaptarse al nuevo régimen de vida
y junto con su familia, se vuelve a su aldea en la selva. La señora
se aparece nuevamente, esta vez en la modesta choza del indígena; y
aunque la Virgen se presenta rodeada de un aura luminosa cuyos rayos
inundan de fuego todo el bohío, no logra conmover al cacique que,
enojado, trata de echarla y hasta llega a tomar sus armas con la
clara intención de amenazar a la amable señora. Siempre sonriente,
la Virgen avanza suavemente hacia el cacique y cuando este extiende
con ira su mano para atraparla, ella desaparece ante su vista. En
el puño cerrado del indio coromoto quedó una pequeña estampa en la
que ha quedado impresa la imagen de la Señora.
El
mal ejemplo es un obstáculo para que otros encuentren la verdad
sobre Jesucristo. Siempre ha sido así. No por eso la verdad
cambia. ¡Cuantos se han separado de la Iglesia por el mal ejemplo de
un sacerdote o de alguien que está identificado con la Iglesia!.
¡Que gran responsabilidad tenemos los cristianos al ser embajadores
de Cristo! Debemos al mismo tiempo recordar que nuestra fidelidad a
la Iglesia se fundamenta en Dios que nunca falla. Cuando vemos el
pecado ajeno, en vez de separarnos de la Iglesia, debemos examinar
nuestro propio comportamiento que es por el que seremos juzgados.
Pero que difícil es eso cuando nunca se ha conocido a Jesús, como en
el caso de los indios. ¿como pueden llegar a distinguir entre los
católicos malos y la verdad de su religión?. Por la dificultad de
ello es que viene la Virgen a Venezuela, y con su amor de madre
lleva a los indios a superar el obstáculo de las diferencias
culturales y a recibir por la Iglesia a Jesús.
La
Virgen de Coromoto es una diminuta reliquia que mide 27 milímetros
de alto por 22 de ancho. El material de la estampa pudiera ser
pergamino o "papel de seda"; la Virgen aparece pintada de medio
cuerpo, está sentada y sostiene al Niño Jesús en su regazo. Su
apariencia es de ser dibujada con una fina pluma, trazada como un
retrato en tinta china a base de rayas y puntos.
La
Virgen y el Niño miran de frente; erguidas sus cabezas coronadas.
Dos columnas unidas entre si por un arco forman el respaldo del
trono que los sostiene. La virgen cubre sus hombros con un manto
carmesí con oscuros reflejos morados. Un blanco velo cae
simétricamente sobre sus cabellos cubriéndolos devotamente. La
túnica de la Virgen es de color pajizo y la del niño es blanca como
su velo.
La
imagen se muestra a la veneración de los fieles protegida dentro en
una riquísima custodia. El 7 de octubre de 1944, a petición de los
obispos de la nación, Pío XII la declaró, "Patrona de la República
de Venezuela" y su coronación canónica se celebró al cumplirse los
tres siglos de la aparición, el 11 de septiembre de 1952.
El Emmo, Sr. Cardenal Arzobispo de la
Habana, Manuel Artega y Betancourt, coronó la sagrada imagen de
Nuestra Señora de Coromoto en representación del Papa Pío XII. Los
venezolanos celebran a su patrona en tres ocasiones cada año, el 2
de febrero y el 8 y 11 de septiembre. El Santuario Nacional de la
Virgen de Coromoto, lugar de encuentro de grandes peregrinaciones,
fue declarado Basílica por S.S. el Papa Pío XII el 24 de mayo de
1949.
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Remitida por Graciela
Montealegre. Caracas. Venezuela