Petrobrusianos
Seguidores de Pedro de Bruys, un sacerdote rebelde que, en los
primeros años del siglo XII, declarándose auténtico representante del
cristianismo y dotado de una vigorosa elocuencia, se puso a predicar contra el
bautismo de los niños, contra la transustanciación, contra las imágenes, las
cruces y las iglesias – puesto que a Dios se le reza en espíritu -, contra las
oraciones por los difuntos y contra la obediencia a la autoridad eclesiástica.
Logró obtener un cierto éxito en la Provenza y Gasconia, a pesar de encontrarse
de frente con San Bernardo. Fue asesinado en Saint-Gilles du Gard, el viernes
santo, por una masa enfurecida por la ofensa, que lo arrojó luego sobre la misma
hoguera de cruces y crucifijos que él había preparado en la plaza del pueblo
para, en ella, cocer y guisar la carne, en desprecio de los católicos.
El movimiento de los petrobrusianos continuó todavía una veintena de años bajo
la guía de un ex benedictino, Enrique de Lausana, que fue condenado por el
Concilio de Pisa el año 1135 y murió en la cárcel en 1145.
(s.
XII) –
herejía liderada por el español
Pedro de Bruys, quien afirmaba ser el auténtico representante del Cristianismo.
Sus doctrinas rechazaron el bautismo de los niños, el culto a las imágenes, la
utilización de cruces y templos, la oración por los difuntos, la obediencia a
toda autoridad eclesiástica y la presencia real de Cristo en la eucaristía. San
Bernardo se destacó entre quienes combatieron esta herejía. A la muerte de Bruys,
su continuador fue el ‘apostata’ monje benedictino Enrique de Lausana, siendo
condenada la herejía en el Concilio de Pisa (1145).