DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO


PRIMERA LECTURA

De la primera carta a Timoteo 5, 3-25

Las viudas y los presbíteros

Querido hermano: El subsidio de viuda dáselo a las viudas de verdad. Pero, si una viuda tiene hijos o nietos, que éstos aprendan primero su deber con la propia familia, y a corresponder por lo que han recibido de sus progenitores. Esto agrada a Dios.

La viuda de verdad, la que está sola en el mundo, tiene su esperanza puesta en Dios, y se dedica a las súplicas y a las oraciones, de día y de noche.

En cambio, la de malas costumbres, aunque esté en vida, está muerta. Insiste en esto: que sean irreprochables. La que no mira por los suyos, y en particular por los de su familia, ha renegado de la fe y es peor que un incrédulo.

Para que una viuda sea inscrita en el grupo hace falta: que no tenga menos de sesenta años, que se haya casado una sola vez, que esté acreditada por sus buenas obras; o sea, por haber educado a los hijos, haber dado hospitalidad, haber lavado los pies a los santos, haber asistido a los atribulados, haber practicado toda clase de buenas obras.

A las viudas jóvenes no las apuntes, pues, cuando su sensualidad se contrapone a Cristo, quieren casarse otra vez y se ven condenadas por haber roto su compromiso anterior. Además, se acostumbran a ir de casa en casa sin hacer nada; y no sólo no hacen nada, sino que chismorrean y se meten en todo, hablando de lo que no conviene. Quiero que las viudas jóvenes se casen, tengan hijos, se ocupen de su casa y no den pie a las críticas de los adversarios, porque ya algunas se han descarriado, siguiendo a Satanás. La fiel que tenga viudas en su familia, que las asista, para que la Iglesia no esté sobrecargada y pueda asistir a las realmente viudas.

Los presbíteros que dirigen bien merecen doble honorario, sobre todo los que se atarean predicando y enseñando, porque dice la Escritura: «No le pondrás bozal al buey que trilla», y también: «El obrero merece su jornal». No admitas una acusación contra un presbítero, a menos que esté apoyada por dos o tres testigos. A los que pequen repréndelos públicamente, para que los demás escarmienten.

Por Dios, por Jesucristo y por los ángeles elegidos te pido encarecidamente que observes estas normas excluyendo todo prejuicio y sin ser parcial en nada. A ninguno le impongas las manos a la ligera, ni te hagas cómplice de pecados ajenos; tú consérvate honesto.

Deja de beber agua sola, toma un poco de vino, por el estómago y tus frecuentes indisposiciones.

Los pecados de algunos son tan manifiestos que van antes que ellos al juicio; los de otros, en cambio, salen a relucir después. Las buenas obras lo mismo, o son manifiestas o, si no lo son, no pueden quedar ocultas.


SEGUNDA LECTURA

San Ignacio de Antioquía, Comienza la carta a los Efesios (1-3: Funk 2, 183-185)

No os hablo con autoridad, como si fuera alguien

Ignacio, por sobrenombre Teóforo, a la bendecida con plenitud de bendición por la majestad de Dios Padre, a la predestinada antes de los siglos a ser enteramente objeto de una gloria permanente, inmutable, unida y escogida mediante un sufrimiento real, por voluntad del Padre y de Jesucristo, nuestro Dios; a la iglesia digna de todo encomio establecida en Efeso de Asia, mi cordialísimo saludo en Jesucristo y en una alegría sin tacha.

Significativo en Dios me ha parecido vuestro sugestivo nombre, nombre que habéis conquistado en buena lid porvuestra fe y caridad en Cristo Jesús, nuestro Salvador. Imitadores como sois de Dios, vivificados por la sangre de Dios, habéis realizado una obra de verdadera fraternidad cristiana. Pues apenas os enterasteis de que yo venía procedente de Siria, encadenado por el nombre común y por nuestra común esperanza, esperando, gracias a vuestras oraciones, tener la dicha de luchar con las fieras en Roma, para poder de este modo llegar a ser verdadero discípulo, os apresurasteis a venir a mi encuentro. Porque fue realmente a toda vuestra comunidad a la que yo recibía, en nombre de Dios, en la persona de Onésimo, varón de una caridad increíble y obispo vuestro según la carne, a quien os ruego améis según Jesucristo y os esforcéis todos por asemejaros a él. Bendito el que os ha concedido la gracia de ser dignos de tal obispo.

Respecto a Burro, mi compañero de servicio, diácono vuestro según Dios, y una auténtica bendición de Dios, me gustaría que permaneciera a mi lado: sería una honra para vosotros y para vuestro obispo. En cuanto a Croco, digno de Dios y de vosotros, a quien yo recibí como una prueba de vuestra caridad, me ha servido de gran consuelo. Que el Padre de Jesucristo le conforte también a él, juntamente con Onésimo, Burro, Euplo y Frontón, en cuyas personas os he visto a todos, en la caridad. ¡Ojalá pudiera gozar para siempre de vosotros, si es que me consideráis digno! Es justo que vosotros glorifiquéis de todas las maneras a Jesucristo, que os ha glorificado a vosotros, de modo que, unidos en una perfecta obediencia, sumisos a vuestro obispo y al colegio presbiteral, seais en todo santificados.

No os hablo con autoridad, como si fuera alguien. Pues, aunque estoy encarcelado por el nombre de Cristo, todavía no he llegado a la perfección en Jesucristo. Ahora, precisamente, es cuando empiezo a ser discípulo suyo y os hablo como a mis condiscípulos. Porque lo que necesito más bien es ser fortalecido por vuestra fe, por vuestras exhortaciones, vuestra paciencia, vuestra ecuanimidad.

Pero, como el amor que os tengo me obliga a hablaros también acerca de vosotros, por esto me adelanto a exhortaros a que viváis unidos en el sentir de Dios. En efecto, Jesucristo, nuestra vida inseparable, expresa el sentir del Padre, como también los obispos, esparcidos por el mundo, son la expresión del sentir de Jesucristo.

EVANGELIOS PARA LOS TRES CICLOS



LUNES

PRIMERA LECTURA

De la primera carta a Timoteo 6, 1-10

Los siervos. Los falsos maestros

Querido hermano: Los que están bajo yugo de esclavitud consideren a sus amos dignos de todo respeto, para que no se maldiga a Dios y a nuestra doctrina. Los que tienen amos creyentes no los tengan en menos porque sean hermanos; al contrario, sírvanlos mejor, pues los que reciben el beneficio son creyentes y amigos.

Esto es lo que tienes que enseñar y recomendar. Si alguno enseña otra cosa distinta, sin atenerse a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que armoniza con la piedad, es un orgulloso y un ignorante, que padece la enfermedad de plantear cuestiones inútiles y discutir atendiendo sólo a las palabras. Esto provoca envidias, polémicas, difamaciones, sospechas maliciosas, controversias propias de personas tocadas de la cabeza, sin el sentido de la verdad, que se han creído que la piedad es un medio de lucro.

Es verdad que la piedad es una ganancia, cuando uno se contenta con poco. Sin nada vinimos al mundo, y sin nada nos iremos de él. Teniendo qué comer y qué vestir nos basta. En cambio, los que buscan riquezas caen en tentaciones, trampas y mil afanes absurdos y nocivos, que hunden a los hombres en la perdición y la ruina. Porque la codicia es la raíz de todos los males, y muchos, arrastrados por ella, se han apartado de la fe y se han acarreado muchos sufrimientos.


SEGUNDA LECTURA

San Ignacio de Antioquía, Carta a los Efesios (4-6: Funk 2, 183-185)

En la concordia de la unidad

Por esto debéis estar acordes con el sentir de vuestro obispo, como ya lo hacéis. Y en cuanto a vuestro colegio presbiteral, digno de Dios y del nombre que lleva, está armonizado con vuestro obispo como las cuerdas de una lira. Este vuestro acuerdo y concordia en el amor es como un himno a Jesucristo. Procurad todos vosotros formar parte de este coro, de modo que, por vuestra unión y concordia en el amor, seáis como una melodía que se eleva a una sola voz por Jesucristo al Padre, para que os escuche y os reconozca, por vuestras buenas obras, como miembros de su Hijo. Os conviene, por tanto, manteneros en una unidad perfecta, para que seáis siempre partícipes de Dios.

Si yo, en tan breve espacio de tiempo, contraje con vuestro obispo tal familiaridad, no humana, sino espiritual ¿cuánto más dichosos debo consideraros a vosotros, que estáis unidos a él como la Iglesia a Jesucristo y como Jesucristo al Padre, resultando así en todo un consentimiento unánime? Nadie se engañe: quien no está unido al altar se priva del pan de Dios. Si tanta fuerza tiene la oración de una o dos personas, ¿cuánto más la que se hace presidida por el obispo y en unión con toda la Iglesia?

Así pues, quien no acude a la reunión de los fieles, ese tal da pruebas de creerse autosuficiente, y ha pronunciado ya su propia sentencia. Pues está escrito: Dios resiste a los soberbios. Procuremos, pues, no enfrentarnos con el obispo, si queremos estar sometidos a Dios.

Y cuanto más silencio guarda el obispo, tanto más hay que temerle. Pues aquel a quien el dueño de casa coloca al frente de su administración, hemos de recibirlo con los mismos honores con que honraríamos al que lo ha colocado en ese puesto. De donde se sigue que hemos de mirar al obispo como al mismo Señor.

Por lo que a vosotros se refiere, Onésimo en persona se hace lenguas de vuestra espléndida disciplina basada en Dios, diciendo que todos vivís conforme a la verdad y que entre vosotros ninguna herejía tiene carta de ciudadanía. Al contrario, no dais oído a nadie que no os hable de Jesucristo según verdad.



MARTES


PRIMERA LECTURA

De la primera carta a Timoteo 6, 11-21

Última exhortación

Querido hermano: Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de todo esto; practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza. Combate el buen combate de la fe. Conquista la vida eterna a la que fuiste llamado, y de la que hiciste noble profesión ante muchos testigos.

En presencia de Dios, que da la vida al universo, y de Cristo Jesús, que dio testimonio ante Poncio Pilato con tan noble profesión: te insisto en que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, que en tiempo oportuno mostrará el bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único poseedor de la inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él honor e imperio eterno. Amén.

A los ricos de este mundo, insísteles en que no sean soberbios, ni pongan su confianza en riqueza tan incierta, sino en Dios, que nos procura todo en abundancia para que lo disfrutemos. Que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, generosos y dispuestos a compartir: y así acumularán un capital sólido para el porvenir y alcanzarán la vida verdadera.

Querido Timoteo, conserva el depósito, apartándote de charlatanerías irreverentes y de las objeciones de esa mal llamada ciencia; algunos que la prometían se han desviado de la fe. La gracia esté con vosotros.


SEGUNDA LECTURA

San Ignacio de Antioquía, Carta a los Efesios (7-9: Funk 2, 189-193)

Todo lo hacéis en Cristo Jesús

Hay quienes, taimadamente, alardean del nombre cristiano, pero hacen cosas indignas de Dios. A estos tales debéis evitarlos como a bestias salvajes. Son efectivamente perros rabiosos, que muerden a traición. ¡Guardaos bien de ellos, pues sufren una enfermedad incurable! Existe un médico, a la vez carnal y espiritual, engendrado y no engendrado, Dios encarnado, vida verdadera sujeta a la muerte, hijo de María e Hijo de Dios, primero pasible y ahora impasible: Jesucristo, nuestro Señor.

Que nadie, pues, os engañe, como, en efecto, no os dejáis engañar, siendo como sois íntegramente de Dios. Pues desde el momento en que ninguna discordia capaz de atormentaros hace blanco en vosotros, es señal de que vivís según Dios. Soy el último de vuestros esclavos y me entrego como oblación por vosotros, Efesios, la iglesia celebrada por los siglos. Los carnales no pueden realizar las obras espirituales, ni los espirituales las obras de la carne, como tampoco la fe puede llevar a cabo las obras de la infidelidad, ni la infidelidad puede producir obras de fe. Y las mismas cosas que hacéis según la carne, son espirituales, pues todo lo hacéis en Jesucristo.

He conocido también a algunos itinerantes que os han visitado, portadores de malas doctrinas; no les habéis permitido sembrarlas entre vosotros, tapándoos los oídos, para no dar acogida a los errores que van propalando en la convicción de que sois piedras del templo del Padre, preparadas para la construcción de Dios Padre, elevadas a lo alto mediante la palanca de Jesucristo, que es la cruz, utilizando como cabria al Espíritu Santo: vuestra fe es vuestro cabrestante, y la caridad, la rampa que os eleva hacia Dios.

Así pues, todos sois además compañeros de ruta, portadores de Dios y portadores del templo, portadores de Cristo, portadores de los vasos sagrados, enteramente adornados de los mandamientos de Jesucristo. Por mi parte, estoy contento de haber merecido la gracia de conversar con vosotros por medio de esta carta, y de congratularme con vosotros porque, siguiendo los postulados de otra vida, no amáis sino solo a Dios.



MIÉRCOLES


PRIMERA LECTURA

Comienza la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 1-18

Pablo exhorta a Timoteo a ser fuerte
en el cumplimiento del deber

Pablo, apóstol de Jesucristo por designio de Dios, llamado a anunciar la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido: te deseo la gracia, misericordia y paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro.

Doy gracias a Dios, a quien sirvo con pura conciencia como mis antepasados, porque tengo siempre tu nombre en mis labios cuando rezo, de noche y de día. Al acordarme de tus lágrimas, ansío verte, para llenarme de alegría refrescando la memoria de tu fe sincera, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre, Eunice, y que estoy seguro tienes también tú.

Por esta razón te recuerdo que reavives el fuego de la gracia de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio. Por tanto, no tengas miedo de dar la cara por nuestro Señor y por mí, su prisionero. Al contrario, toma parte en los duros trabajos del evangelio, según la fuerza de Dios: él nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestros méritos, sino porque, desde tiempo inmemorial, dispuso darnos su gracia por medio de Jesucristo; y ahora esa gracia se ha manifestado al aparecer nuestro Salvador Jesucristo, que destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal por medio del evangelio.

De este evangelio me han nombrado heraldo, apóstol y maestro, y ésta es la razón de mi penosa situación presente; pero no me siento derrotado, pues sé de quién me he fiado y estoy firmemente persuadido de que tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio.

Ten delante la visión que yo te di con mis palabras sensatas, y vive con fe y amor cristiano; guarda este tesoro con la ayuda del Espíritu Santo, que habita en nosotros.

Ya sabes que todos los de Asia me han vuelto la espalda, entre otros, Figelo y Hermógenes. Dios tenga misericordia de Onesíforo y familia, pues él me ha dado tantas veces aliento y no se ha avergonzado de que esté en la cárcel; al contrario, al llegar a Roma me buscó sin descanso hasta que dio conmigo. Que el Señor le conceda alcanzar su misericordia en el último día. Por lo demás, los servicios que prestó en Efeso tú los conoces mejor que nadie.


SEGUNDA LECTURA

San Ignacio de Antioquía, Carta a los Efesios (10-12: Funk 2, 195-197)

Las cadenas, perlas espirituales

Sed también constantes en orar por los demás hombres. Hay efectivamente en ellos esperanza de conversión, para que lleguen a la participación de Dios. Permitidles que aprendan de vosotros, al menos por el testimonio de las obras. Responded a sus arrebatos con vuestra mansedumbre, a sus arrogancias con vuestra humildad, a sus blasfemias con vuestras oraciones, a sus errores con vuestra firmeza en la fe, a sus brusquedades con vuestra dulzura, sin tratar de pagarles en la misma moneda. Que nos consideren como hermanos suyos por nuestra amabilidad, pero como a imitar, tratemos de ser únicamente imitadores del Señor,—¿quién ha sido más injustamente tratado que él?, ¿quién ha sido sometido a mayores privaciones o a mayores escarnios?—, para que ninguna hierba del diablo se encuentre entre vosotros, sino permaneced en toda pureza y templanza en Jesucristo, tanto corporal como espiritualmente.

Es la etapa final. En adelante, que la increíble paciencia de Dios nos haga enrojecer y temamos no se convierta en objeto de nuestra condenación. Porque una de dos: o bien tememos el castigo inminente, o amamos la gracia presente. Lo que importa es ser hallados en Cristo Jesús para entrar en la verdadera vida. Fuera de él no ha de importaros nada: por él poseo yo estas mis cadenas, verdaderas perlas espirituales, con las cuales quisiera yo resucitar gracias a vuestra oración, de la que siempre desearía participar, para ser hallado en la herencia de los cristianos de Efeso, que en todo momento estuvieron en sintonía con los apóstoles por la fuerza de Jesucristo.

Sé quién soy y a quiénes escribo: yo soy un condenado, vosotros habéis alcanzado misericordia; yo expuesto al peligro, vosotros, sobre seguro. Sois estación de paso de los que son arrebatados a Dios, iniciados en los misterios por Pablo, el hombre santificado, el hombre garantizado, el hombre digno de ser proclamado dichoso. ¡Ojalá me encuentren sobre sus huellas cuando consiga a Dios! El en todas sus cartas os tiene presentes en Cristo Jesús.



JUEVES


PRIMERA LECTURA

De la segunda carta a Timoteo 2, 1-21

Exhortación a la constancia en el trabajo y
en la persecución

Por tanto, hijo mío, saca fuerzas de la gracia de Cristo Jesús, y lo que me oíste decir, garantizado por muchos testigos, confíalo a hombres fieles, capaces, a su vez, de enseñar a otros. Toma parte en los trabajos como buen soldado de Cristo Jesús; ningún soldado én activo se enreda en asuntos civiles si quiere tener contento al que lo ha enrolado. Tampoco un atleta recibe el premio si no compite conforme al reglamento. El labrador que suda es el primero que tiene derecho a una parte de la cosecha. Reflexiona sobre esto que te digo, que el Señor te lo hará comprender.

Haz memoria de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David. Este ha sido mi evangelio, por el que sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación, lograda por Cristo Jesús, con la gloria eterna.

Es doctrina segura: Si morimos con él, viviremos con él; si perseveramos, reinaremos con él; si lo negamos, también él nos negará; si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo.

Sígueles recordando todo esto, avisándoles seriamente en nombre de Dios que no disputen sobre palabras; no sirve para nada y es catastrófico para los oyentes. Esfuérzate por presentarte ante Dios y merecer su aprobación como un obrero irreprensible que predica la verdad sin desviaciones.

A las charlatanerías profanas dales de lado, porque se irán haciendo cada vez más impías, y la enseñanza de esa gente corroerá como una gangrena; entre ellos están Himeneo y Fileto, que se desviaron de la verdad pretendiendo que la resurrección se ha efectuado ya y trastornando la fe de algunos. A pesar de todo, el sólido cimiento de Dios está firme y lleva esta inscripción: «El Señor conoce a los suyos» y «quien invoca el nombre del Señor aléjese de la maldad».

En una casa grande no hay sólo utensilios de oro y plata, también los hay de madera y de barro, unos para usos nobles, otros para usos bajos. Si uno quiere ser utensilio para usos nobles, consagrado y útil a su dueño, disponible para toda obra buena, tiene que limpiarse bien de todo eso.


SEGUNDA LECTURA

San Ignacio de Antioquía, Carta a los Efesios (13-15: Funk 2, 197-201)

Nada mejor que la paz en Cristo

Procurad reuniros con más frecuencia para celebrar la acción de gracias y la alabanza divina. Cuando os reunís con frecuencia en un mismo lugar, se debilita el poder de Satanás, y la concordia de vuestra fe le impide causaros mal alguno. Nada mejor que la paz, que pone fin a toda discordia en el cielo y en la tierra.

Nada de esto os es desconocido, si mantenéis de un modo perfecto, en Jesucristo, la fe y la caridad, que son el principio y el fin de la vida: el principio es la fe, el fin es la caridad. Cuando ambas virtudes van a la par, se identifican con el mismo Dios, y todo lo que contribuye al bien obrar se deriva de ellas. El que profesa la fe no peca, y el que posee la caridad no odia. Por el fruto se conoce el árbol; del mismo modo, los que hacen profesión de pertenecer a Cristo se distinguen por sus obras. Lo que nos interesa ahora, más que hacer una profesión de fe, es mantenernos firmes en esa fe hasta el fin. Es mejor callar y obrar que hablar y no obrar. Buena cosa es enseñar, si el que enseña también obra. Uno solo es el maestro, que lo dijo, y existió; pero también es digno del Padre lo que enseñó sin palabras.

El que posee la palabra de Jesús es capaz de entender lo que él enseñó sin palabras y llegar así a la perfección, obrando según lo que habla y dándose a conocer por lo que hace sin hablar. Nada hay escondido para el Señor, sino que aun nuestros secretos más íntimos no escapan a su presencia. Obremos, pues, siempre conscientes de que él habita en nosotros, para que seamos templos suyos y él sea nuestro Dios en nosotros, tal como es en realidad y tal como se manifestará ante nuestra faz; por esto, tenemos motivo más que suficiente para amarlo.



VIERNES


PRIMERA LECTURA

De la segunda carta a Timoteo 2, 22-3, 17

Se avecinan tiempos difíciles

Huye las pasiones juveniles, esmérate en la rectitud y la fidelidad, en el amor fraterno y la paz con los que invocan al Señor limpiamente. Niégate a discusiones estúpidas y superficiales, sabiendo que acaban en peleas; y uno que sirve al Señor no debe pelearse, sino ser amable con todos; debe ser hábil para enseñar, sufrido, suave para corregir a los contradictores; puede que Dios les conceda enmendarse y comprender la verdad; entonces recapacitarán y se zafarán del lazo del diablo que los tiene ahora cogidos y sumisos a su voluntad.

Ten presente que en los tiempos finales va a haber momentos difíciles; la gente será egoísta e interesada, serán arrogantes, soberbios, difamadores, desobedientes a sus padres, ingratos, impíos, sin corazón, implacables y calumniadores, gente sin control, inhumanos y enemigos de todo lo bueno; traidores, temerarios, presuntuosos, amigos del placer en vez de amigos de Dios. Tendrán semblante de piedad, pero serán la negación de su esencia. No te juntes con gente de ésa; y a ellos pertenecen los que se cuelan por las casas y cautivan a mujerzuelas cargadas de pecados, zarandeadas por múltiples caprichos, que están siempre aprendiendo, pero son incapaces de llegar a conocer la verdad. Yanes y Yambres se opusieron a Moisés; exactamente lo mismo se oponen éstos a la verdad: mentes degeneradas, hombres incapacitados para la fe. Pero no irán más adelante, pues todos echarán de ver su insensatez, como les pasó a aquéllos.

Tú, en cambio, seguiste paso a paso mi doctrina y mi conducta, mis planes, fe y paciencia, mi amor fraterno y mi aguante en las persecuciones y sufrimientos, como aquellos que me ocurrieron en Antioquía, Iconio y Listra. ¡Qué persecuciones padecí! Pero de todas me libró el Señor. Por otra parte, todo el que se proponga vivir como buen cristiano será perseguido. En cambio, esos perversos embaucadores irán de mal en peor, extraviando a los demás y extraviándose ellos mismos. Pero tú permanece en lo que has aprendido y se te ha confiado; sabiendo de quién lo aprendiste, y que desde niño conoces la sagrada Escritura. Ella puede darte la sabiduría que por la fe en Cristo Jesús conduce a la salvación.

Toda escritura inspirada por Dios es también útil para enseñar, para reprender, para corregir, para educar en la virtud: así el hombre de Dios estará perfectamente equipado para toda obra buena.


SEGUNDA LECTURA

San Ignacio de Antioquía, Carta a los Efesios (16-19: Funk 2,201-203)

La cruz es para nosotros salvación y vida eterna

No os llaméis a engaño, hermanos míos. Los que perturban las familias no heredarán el reino de Dios. Ahora bien, si los que así perturban el orden material son reos de muerte, ¿cuánto más los que corrompen con sus falsas enseñanzas la fe que proviene de Dios, por la cual fue crucificado Cristo? Estos tales, manchados por su iniquidad, irán al fuego inextinguible, como también los que les hacen caso.

Para esto el Señor recibió el ungüento en su cabeza, para infundir en la Iglesia la incorrupción. No os unjáis con el repugnante olor de las enseñanzas del príncipe de este mundo, no sea que os lleve cautivos y os aparte de la vida que tenemos prometida. ¿Por qué no somos todos prudentes, si hemos recibido el conocimiento de Dios, que es Jesucristo? ¿Por qué nos perdemos neciamente, no reconociendo el don que en verdad nos ha enviado el Señor?

Mi espíritu es el sacrificio expiatorio de la cruz, la cual para los incrédulos es motivo de escándalo, mas para nosotros es salvación y vida eterna. ¿Dónde está el sabio?, ¿dónde está el sofista?, ¿dónde la jactancia de los llamados cuerdos? Porque nuestro Dios, Jesús el Mesías, fue concebido en el seno de María según la economía de Dios: del linaje, sí, de David, pero por obra del Espíritu Santo. El cual nació y fue bautizado, para purificar el agua con su pasión.

Al príncipe de este mundo le pasó desapercibida la virginidad de María, su parto, así como la muerte del Señor: tres misterios sonados llevados a cabo en el silencio de Dios. ¿Cómo entonces fueron manifestados a los siglos? Un astro brilló en el cielo más que todos los astros: su luz era inexpresable y su novedad asombró a todos. Todos los demás astros, a una con el sol y la luna, hicieron coro a este astro, el cual proyectaba su luz superior a la de todos los demás. Se produjo una gran confusión, pues no acababan de explicarse de dónde procedía aquella novedad tan distinta de ellos. Así es como quedó destruida toda magia y disuelto todo lazo de maldad. Se disiparon las tinieblas de la ignorancia, y el antiguo imperio quedó abatido cuando apareció Dios en forma humana para conducirnos a la novedad de la vida perdurable: comenzaba a ser realidad lo que Dios había proyectado. No es extraño que todo se conmoviera, porque se estaba fraguando la abolición de la muerte.



SÁBADO


PRIMERA LECTURA

De la segunda carta a Timoteo 4, 1-22

Última exhortación de Pablo

Ante Dios y ante Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y muertos, te conjuro por su venida en majestad: Proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, reprocha, exhorta, con toda paciencia y deseo de instruir. Porque vendrá un tiempo en que la gente no soportará la doctrina sana, sino que, para halagarse el oído, se rodearán de maestros a la medida de sus deseos; y, apartando el oído de la verdad, se volverán a las fábulas.

Tú estate siempre alerta: soporta lo adverso, cumple tu tarea de evangelizador, desempeña tu servicio. Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida.

Procura venir cuanto antes; Dimas me ha dejado, enamorado de este mundo presente, y se ha marchado a Tesalónica; Crescente se ha ido a Galacia; Tito, a Dalmacia; sólo Lucas está conmigo. Coge a Marcos y tráetelo contigo, pues me ayuda bien en la tarea. A Fortunato lo he mandado a Efeso.

El abrigo que me dejé en Tróade en casa de Carpo, tráetelo al venir, y los libros también, sobre todo los de pergamino. Alejandro el metalúrgico se ha portado muy mal conmigo; Dios le pagará lo que ha hecho. Ten cuidado con él también tú, porque a lo que yo digo se opuso violentamente. La primera vez que me defendí ante el tribunal, todos me abandonaron y nadie me asistió. Que Dios los perdone. Pero el Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. El me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. ¡A él la gloria por los siglos. Amén!

Recuerdos a Prisca, y a Aquila, y a Onesíforo y familia. Erasto se quedó en Corinto. A Trófimo lo dejé enfermo en Mileto. Procura venir antes del invierno. Recuerdos de Eúbulo, Pudente, Lino, Claudia y todos los hermanos.

El Señor te acompañe. La gracia os acompañe.


SEGUNDA LECTURA

San Ignacio de Antioquía, Carta a los Efesios (20-21: Funk 2, 203-205)

Doy mi vida por vosotros

Si Jesucristo se dignare, por vuestras oraciones, concederme esta gracia y tal fuere su voluntad, en una segunda carta que tengo pensado escribiros os explicaré la economía —que apenas he esbozado— relativa al hombre nuevo, Jesucristo: economía basada en su fe y en su amor, en su pasión y en su resurrección. Máxime si el Señor me hace saber que vosotros, toda la comunidad y cada uno en particular, en la gracia que viene de su nombre, os reunís en una sola fe y en Jesucristo, nacido del linaje de David según la carne, hijo del hombre e hijo de Dios, dispuestos a obedecer al obispo y al colegio presbiteral en una concordia sin fisuras, partiendo un mismo pan que es medicina de inmortalidad, antídoto contra la muerte y remedio para vivir siempre en Jesucristo.

Doy mi vida por vosotros y por los que, a gloria de Dios, habéis enviado a Esmirna, desde donde os escribo rebosando gratitud para con Dios y amor para con Policarpo lo mismo que para con vosotros. Acordaos de mí como Jesucristo se acuerda de vosotros. Orad por la Iglesia de Siria, desde donde soy conducido a Roma cargado de cadenas, a mí que soy el último de los fieles de aquella comunidad, pero que se me ha concedido la gracia de ser escogido para gloria de Dios.

Manteneos firmes en Dios Padre, en Jesucristo, nuestra común esperanza.