en la "Regla Pastoral" de Gregorio Magno
Pbro.
Lic. Oscar A. Chápper
La "Regla Pastoral" de Gregorio Magno, escrita para justificar su rechazo inicial a asumir el episcopado, explica cómo él concibe la misión de gobierno y las condiciones y cualidades que se exigen al que pretende ser pastor. Contiene, también, una amplia exposición sobre el modo en que el pastor debe exhortar a las personas en situaciones diferentes, de género, de edad, de condición respecto a los bienes, en su situación social, civil y eclesial, señalando las virtudes y los vicios –pecados- que dominan a las diferentes personas, también los pastores. En la tercer parte, dedicada a enseñar cómo el pastor debe exhortar a las personas según su situación, condición o carácter, Gregorio señala la imprudencia, la insolencia y la cobardía, la impaciencia, la envidia, la mentira, la charlatanería, la pereza, la cólera, la soberbia, la obstinación y la inconstancia, la gula, el robo, la violencia, los pecados carnales, y luego distingue los pecados de obra y de pensamiento con detestación interna o no, el. pecar deliberada o impulsivamente.
Aquí
vamos a estudiar cómo Gregorio examina los pecados que impedirían confiar a
una persona el gobierno eclesial.
Son
cuatro las cualidades requeridas para que alguien sea pastor: que el temor
modere el apetito (el deseo de la cima del gobierno), la rectitud de la vida,
la manifestación de esa rectitud en palabras, la consideración de su
flaqueza que impida que el orgullo lo domine. En la primera parte Gregorio
expone las condiciones que debe poseer quien desee el gobierno en la Iglesia.
Ese gobierno es codiciado por los honores que implica. Gregorio describe esa
actitud sirviéndose del texto de Mt 23,6-7 (primeros puestos, asientos,
saludos en la plaza): "gentes tanto menos capaces
de cumplir dignamente los deberes de la carga pastoral cuanto han
llegado sólo por orgullo al
magisterio de la humildad"
[1] . No es Dios quien
los ha llamado, su pasión les lleva a arrebatar el gobierno y el Juez los
tolera, pero los ignora reprobándolos.
En
su argumentación, Gregorio se refiere a la actitud de humildad
del "Mediador entre Dios y los hombres" quien
rechazó el poder y prefirió la pena de muerte vergonzosa para enseñarnos
"...a apartarnos con temor de los éxitos, porque éstos,
frecuentemente, manchan el corazón por el orgullo"
[2] el alma se engríe,
se olvida quién es, se pierden las buenas obras hechas anteriormente. La
soberbia nace porque el hombre se acostumbra a la gloria y honores. Igualmente
peligrosas son la multitud de tareas que dispersan
la atención pero la capacidad para hacerlas provoca el engreimiento
interior, con lo cual se cae en el pecado.
Comentando
la afirmación de Pablo "Quien desea el episcopado buena cosa desea"
[3] anota que se lo puede
buscar por la gloria terrena: anhelar la dignidad, el dominio sobre los demás,
alabanza propia, deseando los honores y los bienes
[4] . Otro rasgo de esta soberbia y vanagloria es el proyecto de
realizar "grandes
obras" y creer que merece en justicia el puesto que consiguió.
Otra
situación que señala Gregorio es la relación entre los
fieles y el clero
[5] . Aquí también
es el orgullo el pecado que se señala, se les recomienda
mantenerse en lo justo y ser moderados en su forma de presidir así
como dar el testimonio de una vida santa. El fundamento de esta última
exigencia estriba en la responsabilidad: si han provocado la muerte de los
fieles, son responsables de las mismas. Por esto los "prelados"
deben cuidar de los demás "sin olvidar cuidarse a sí mismos".
Debe, pues, cumplir con una doble responsabilidad: sobre sí
mismo y sobre aquellos cuya responsabilidad ha asumido y esto lo debe
expresar cumpliendo lo que enseña: "Illaqueatur igitur uerbis oris sui,
dum ratione exigente constringitur, ne eius uita ad aliud quod admonet
relaxetur"
[6]
Comentando
Pr 6,3-4 ("Haz esto que digo, hijo mío, y quedarás libre, pues has caído
en manos de tu prójimo: corre deprisa, importuna a tu amigo; no concedas sueño
a tus ojos ni duerman tus párpados")
centra su reflexión en la tarea del pastor de despertar de
"la torpeza del pecado a aquel a quien preside"
[7] . Señala aquí otros pecados del pastor: "pigredine":
la pereza ("hacen la vista
gorda a lo que saben que tienen que decir"), no conocer ni corregir,
"mentis taedium": la desidia (no reprender)
y "neglegentiae": la negligencia ("ignorar los pecados
de sus fieles")
A
los fieles Gregorio les señala algunas cosas a superar en la relación con
sus pastores: no juzgarlos temerariamente ni hablar de sus defectos
para no caer en la soberbia y la insolencia (mordacidad)
[8] . Estas –soberbia, insolencia- llevarían a los fieles a no
obedecerles con reverencia ("ut tamen diuino timore constricti ferre sub
eis iugum reuerentiae non recusent"
[9] ). Esta
"insolencia" se manifiesta también en la
murmuración o en la crítica, cosas que se deben dominar por la
penitencia y por la consideración
de que Dios los ha puesto como pastores.
Gregorio
vuelve a tratar la situación de los perezosos en el capítulo 15: "Quod
aliter ammonendi sunt pigri atque aliter praecipites". La recomendación
genérica es: "no dejen pasar las buenas acciones aplazándolas para otro
momento"
[10] . Señala un
proceso: la pereza conduce a la
desidia "por la que pierde todo deseo de bien", adormece, hunde en
el sopor (cesa el afán por hacer el bien) y, finalmente, pierde el cuidado de
pensar bien y, negligentemente, "se
desparrama por bajos deseos". La razón de esto la da Gregorio en la
falta de disciplina: el perezoso no busca "las cosas de lo alto"
que realmente sacian y, por
tanto, vive en el deseo "In desiderris est omnis otiosus",
cita Gregorio
[11] . Las razones de la pereza: negarse
a hacer lo que corresponde, por dificultad o por temor ya sea temor a
la tentación o a la persecución de los malvados.
Gregorio
señaló, como pecado del pastor, el orgullo [12]
Podemos ver cómo trata Gregorio esta actitud.
Se trata de advertir, primeramente, sobre la vanidad
de la gloria del mundo, lo
pasajero de los bienes; cita algunos pasajes de la Escritura: Lc 18,14Pr
16,18, Si 10,9, Sal 137,6; Si 10,15,; Jb 41,25. La exaltación que buscan los
soberbios les hace descender: "¿Qué hay que sea más despreciable que
el orgullo? Impulsándose por encima de sí mismo se aleja de la cima de la
verdadera grandeza"
[13] .
Muchas
veces la soberbia se ignora a sí misma La soberbia se manifiesta entonces por
el atrevimiento en el hablar, hablan por la impaciencia creyendo que defienden
algo recto y convierten la defensa de la justicia en ejercicio de soberbia. Es
necesario recordar a los orgullosos que su libertad tiene límites"
[14]
Gregorio
recomienda corregir a los soberbios mezclando algunas alabanzas para ganar la
buena disposición de estas personas, "para que mientras aceptan los
honores que aman, también reciban la corrección que les disgusta"
[15] , poniendo el
acento en que su cambio favorecerá a otros.
Finalmente,
en la 4ª parte, Gregorio sintetiza
su visión sobre la actitud del orgullo y su remedio.: "El predicador,
después de haber observado estas reglas
[16] debe entrar en sí mismo de manera que ni su vida ni su
predicación lo enorgullezcan". El orgullo
puede nacer al considerar su buena predicación, sus virtudes, que le traen
oculta complacencia y alegría, convirtiéndose en una trampa porque pierde la
humildad, se siente seguro, confía en sí, se vuelve negligente y comienza
a atribuirse todo el bien "olvidándose de mirar a lo alto, hacia aquél
que gobierna todo"
[17] , porque se mira a sí misma y se atribuye la alabanza que
debe a su Creador. Le conviene, entonces, caer en el temor reconociendo su
debilidad y rebajándose por una saludable humildad.. Por esta razón
Dios todopoderoso, enriqueciendo con virtudes a un pastor, conserva en
él debilidades para que no caiga
en el orgullo.
Gregorio
concluye pidiendo a su amigo una oración: "En el naufragio de esta vida
te ruego que me sostenga la tabla de tu oración: por mi propio peso me hundo,
me ponga a flote tu mano bienhechora."
[18]
NOTAS
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[1]
"...qui
susceptum curae pastoralis officium ministrare digne
tanto magis nequeunt, quanto ad humilitatis magisterium ex sola
elatione peruenerunt" (C 1, I, 16-18)
[2]
"...
prospera formidando declinare, quia et ipsa saepe per tumorem cor
inquinant,et illa per dolorem purgant" (1, c. 3, III, 23-24)
[3]
1
Tm 3,1
[4]
"Sacrum
quippe officium non solum non diligit omnino, sed nescit, qui ad culmen
regiminis anhelans, inocculta meditatione cogitationis ceterorum subiectione
pascitur, laude propria laetatur, ad honorem cor eleuat, rerum affluentium
abundantia exsultat. (C.
3, VIII, 28-33)
[5]
En
latín señalados como "subditi"
y "praelati"; la versión de Sources Chrétiennes traduce
"inférieurs" y "supérieurs", la traducción española,
"fieles seglares" y "clero".
[6]
C.
4, XXVIII, 37-39
[7]
Ibídem,
48-49
[8]
"contra
eos audaciores fiant": SC traduce "insolence" , los
traductorexs de la versión de Ciudad Nueva: "mordaces"
[9]
Ibídem,
78.80
[10]
"Illi
namque suadendi sunt, ne agenda bona, dum differunt, amittant... Pigris
itaque intimandum est quod saepe dum opportune agere quae possumus nolumus,
paulo post cum uolumus non ualemus" (C. 15, XXXIX, 4-5, 7-9)
[11]
Pr
21,26. Así Gregorio, la Vulgata: "tota die concupiscit et desiderat"
[12]
"ne
locus superior extollat" (C 4, XXVIII, 4): SC traduce "leur haute
position n'enorgueillisse" castellano: "no se ensoberbezcan en su
puesto superior" (RP,p. 245)
[13]
"Quid
itaque elatione deiectius, quae dum supra se tenditur, ab altitudine uerae
celsitudinis elongatur?" (C
17, XLI, 30-32)
[14]
"Unde
et elati ammonendi sunt, ne plus quam decet sint liberi" (ibídem, 48)
[15]
"Ipsa
ergo in elatis inuectionis exordia, permixta sunt laude temperanda, ut dum
admittunt fauores quos diligunt, etiam correptiones recipiant quas oderunt"
(ibídem 67-69)
[16]
Enumeradas
en la 3ª parte
[17]
4ª,
LXV, 38
[18]
"Sed
in huius quaeso uitae naufragio orationis tuae me tabula sustine, ut quia
pondus proprium deprimit, tui meriti manus me leuet" (4ª, LXV, 90-93)