Los hábitos familiares como
transmisores de valores
(Por: Esther
García Schmah, Pedagoga, Solohijos.com, 2004-04-13), mujer nueva
Justicia, igualdad, tolerancia... Son términos que cada día se escuchan más en
las escuelas. La "Educación en Valores" ya está presente en el curriculum
escolar, pero eso no es suficiente. Quedarnos en el nivel teórico no sirve de
nada. Y, en la práctica, a menudo olvidamos que palabras tan grandilocuentes
como "Empatía" o "Respeto" se traducen en premisas tan sencillas como "no
tirar papeles al suelo", "ceder el asiento a quién más lo necesite" o "abrir
la puerta a quién va cargado".
Que la "Educación en Valores" haya alcanzado las escuelas es un paso que
realmente debemos celebrar: Saber ser persona es más importante que saber
resolver integrales o en qué año empezó la Revolución Francesa. Sin embargo,
mientras que la instrucción y formación intelectual es un objetivo a conseguir
primordialmente a través de la escuela, la educación y desarrollo personal lo
es a través de la familia.
Nunca debemos olvidar que el hogar es el auténtico formador de personas. Los
niños aprenden continuamente de sus padres, no sólo de lo que éstos les
cuentan sino, sobre todo, de lo que ven en ellos, cómo actúan, cómo responden
ante los problemas. En definitiva, los niños observan y copian el proceder de
sus padres ante la vida. La auténtica educación en valores, más que enseñarse,
se transmite, pasa de los padres a sus hijos desde el mismo día del nacimiento
hasta el final de la vida. No obstante, tiene una importancia relevante
durante los primeros años. Hasta los seis o siete años de edad los niños
poseen una moral denominada "heterónoma", es decir, que su motivación para
hacer las cosas de una manera u otra es responder como papá y mamá desearían:
lo que dicen los padres son "verdades absolutas". Conforme se hacen mayores
van comprendiendo mejor por qué es importante actuar de cierta forma y no de
otras, pero siguen guiándose por lo que ven en casa, especialmente hasta los
doce años. De ahí la tremenda importancia de educar a los niños a través del
ejemplo para desarrollar una educación cívica.
Haz lo que yo hago
Todos tenemos en la mente una idea de cómo nos gustaría que fuese la sociedad,
en qué mundo queremos que vivan nuestros hijos: un sitio limpio, en el que las
personas se ayuden y respeten, donde todos tengamos los mismos derechos...
Después salimos a la calle pensando en el trabajo, la compra, la ortodoncia
del niño y se nos olvidan todos esos buenos propósitos. De pronto queremos ser
los primeros en salir del metro, nos molesta ese coche despistado que
enlentece la circulación, se nos olvida dar los buenos días al portero... y
así, día tras día ante la mirada siempre atenta de los niños que, ya se sabe,
lo absorben todo como esponjas.
Ya hemos comentado que hasta los doce años aproximadamente el hogar es la
principal fuente de valores, derechos y deberes del niño. Ahora también hay
que decir que hay cosas que difícilmente se aprenden más tarde. Si de pequeños
no nos hemos acostumbrado a guardarnos el envoltorio en el bolsillo cuando no
hay una papelera a mano, a no poner la música muy alta para no molestar al
vecino, a dar las gracias cuando nos hacen un favor o a no insultar a los que
son diferentes, será más complicado aprenderlo luego. Porque el civismo, el
respeto, la honestidad y todos los valores humanos son en gran medida hábitos,
rutinas que aprendemos en la familia de forma inconsciente y que más adelante
llegamos a valorar con la reflexión que permite la madurez.
Por ello, la mejor forma de transmitir valores, de aprender a vivir en
sociedad, es no aplicar jamás la tan popular frase de "haz lo que yo digo y no
lo que yo hago". Si queremos que nuestros hijos alcancen esa sociedad tan
soñada debemos empezar por crearla nosotros mismos y "hacer lo que decimos".
¿Qué "hábitos-valores" fomentar?
Seguro que vosotros mismos tenéis la respuesta. Sólo tenéis que pensar qué
tipo de personas os gustaría que fuesen vuestros hijos y actuar en
consecuencia. Como hemos visto, la coherencia entre las ideas que se quieren
transmitir y la forma en que se actúa en casa es la clave principal.
La mayoría de las personas consideramos como nobles los mismos tipos de
valores, sin embargo, a veces es difícil reconocer en uno mismo dónde falla la
conexión entre "creencias" y "forma de ser". Estos consejos pueden ayudarte a
reflexionar sobre ello:
Si queréis que vuestro hijo sea una persona razonable, razonad con él desde el
primer día. No utilicéis el "por que yo lo digo". Lógicamente habrá muchas
ocasiones en que tengáis que ordenarle las cosas, pero siempre podéis
argumentarle el motivo.
El respeto donde primero se observa es entre los padres. Las decisiones en la
pareja deben ser siempre compartidas. Si discutís hacedlo de forma tranquila,
sin recriminaros. Saber vivir en sociedad es saber aceptar distintas
opiniones.
Los estereotipos donde más se fomentan es en el hogar. ¿Habéis pensado alguna
vez cosas como quién guisa en casa?, ¿quién cambia las bombillas?, etc. Tratad
de compartir entre vosotros los distintos papeles.
Si os preocupan las influencias externas pensad que tenéis un arma muy
importante a vuestro alcance: vuestros comentarios. Hablad con vuestro hijo
sobre la opinión que os merecen las actuaciones de los demás (tanto en
positivo como en negativo). Esto es importante, sobre todo, contra la
influencia de la televisión.
Comprender ayuda a aprender
Los valores se transmiten a través del ejemplo, pero se asientan con fuerza
gracias a la comprensión de por qué son necesarios. ¿Cómo podemos ayudar a un
niño pequeño a valorar esta importancia? Una buena manera es aplicar la
fórmula de "haz por los demás lo que te gustaría que hiciesen por ti, y no les
hagas lo que no te gustaría que te hiciesen". En otras palabras, colocar a los
niños en la hipótesis de que fuesen ellos los protagonistas de ciertas
actitudes. Es mucho más eficaz para que vuestro hijo os entienda decirle: "¿Te
gustaría que se riesen de ti porque usas gafas?, ¿cómo te sentirías?", que
decirle simplemente: "No debes reírte de Juan por llevar aparato en los
dientes".