Epifanía
EnciCato
También conocida bajo los siguientes nombres: (1) ta epiphania, o he epiphanios,
sc. hemera (rara vez he epiphaneia: aunque, por ejemplo ocurre en Athanasius, he
somatike epiphaneia); theophaneia: dies epiphaniarum; festivitas declarationis,
manifestationis; apparitio; acceptio. (2) hemera ton photon: dies luminum; dies
lavacri. (3) phagiphania, Bethphania; etc. (4) Festum trium regum: donde el
holandés Drie-koningendag danés Hellig-tre-kongersdag, etc. (5) Décimo segundo
día, sueco Trettondedag;, etc. – El significado de estos nombres se explicará a
continuación. Entre los sirios la fiesta se llamó denho (hacia arriba), un
nombre relacionado con la noción de la luz que se eleva expresada en Lucas. I,
78. El nombre Epifanía sobrevive en Befana, la gran feria que tenía lugar en esa
estación en Roma; es difícil afirmar hasta dónde se puede conectar la práctica
que se llevaba a cabo en esa época de comprar todo tipo de imágenes de
alfarería, combinadas con silbatos, y que representaban algún tipo de vida
romana, con la costumbre bastante similar que estaba de moda durante la fiesta
de Saturnalia en diciembre. La alfarería o pasta sigillaria vendida en ese
entonces en toda Roma, ver Macrobius; s. I, x, xxiv; II, xlix; y Brand, "Pop.
Ant.", 180, 183.
I. HISTORIA
Como lo sugiere su nombre, la Epifanía tuvo su origen en la Iglesia Oriental.
Allí existe por cierto una homilía de Hippolytus a la cual (sólo en un
manuscrito) se le puso el lema ieis ta hagia theophaneica [no epiphaneia:
Kellner]; ésta es dirigida en su totalidad a un individuo que estaba a punto de
ser bautizado, y trata sólo el Sacramento del Bautismo. Fue revisada por
Bonwetsch y Achelis (Leipzig, 1897); Achelis y otros la consideran adulterada.
La primera referencia sobre la cual nos podemos sentir seguros se encuentra en
Clemente (Strom, I, xxi, 45, en P.G., VIII, 888) que escribe: "Encontramos
aquellos que también de un modo demasiado curioso le asignan al Nacimiento de
Nuestro Salvador no sólo el año sino el día, el cual afirman que es el 25 Pachon
(20 de mayo) en el año vigésimo octavo de Augusto. Pero los seguidores de
Basilides también celebran el día de Su Bautismo, pasando la noche previa en
lecturas. Y ellos dicen que fue el 15 del mes de Tybi del año 15° año de
Tiberius Caesar. Y algunos dicen que se cumplió el 11 del mismo mes." Ahora, 11
y 15 Tybi corresponden al 6 y al 10 de enero respectivamente. De inmediato surge
la pregunta: ¿Los Basilidianos celebraban la Natividad de Cristo y también Su
Bautismo el 6 y el 10 de enero, o simplemente mantenían Su Bautismo en esos
días, al igual que Su Natividad en otra fecha? Si las propias palabras de
Clemente no lo sugieren, la evidencia sugiere lo anterior. Es seguro que el
festival de la Epifanía en el Oriente admitió muy tempranamente una
conmemoración más o menos marcada de la Natividad, o al menos del Angeli ad
Pastores, la "manifestación" más impresionante de la gloria de Cristo en esa
ocasión. Lo que es más, la primera referencia a la fiesta eclesiástica de la
Epifanía (Ammianus Marcellinus, XXI, ii), en 361, parece estar duplicada en
Zonaras (XIII, xi) por una referencia al mismo festival que el de la Natividad
de Cristo. Más aún, Epiphanius (Haer., li, 27, en P.G., XLI, 936) afirma que el
seis de enero es hemera genethlion toutestin epiphanion, el Cumpleaños de
Cristo, es decir Su Epifanía. Por cierto, el asigna el Bautismo al 12 Athyr, es
decir al 6 de noviembre. Nuevamente en los capítulos xxviii y xxix (P.G. XLI,
940 sp.) él sostiene que el Nacimiento de Cristo, es decir la Teofanía, tuvo
lugar el 6 de enero al igual que el milagro en Caná, lo que diera como
consecuencia que el agua, en varios lugares (por ejemplo Cibyra), por obra de un
milagro se convirtiera anualmente en vino, del cual él mismo había bebido.
Primeramente, se tendrá en cuenta que si Clemente no niega expresamente que la
Iglesia celebraba la Epifanía en su tiempo en Alejandría, al menos sugiere que
no lo hacía. Menos aún podemos pensar que el 6 de enero era guardado como santo
por la Iglesia. Lo que es más, Origen, en su lista de festivales (Contra Celsum,
VIII, xxii, P.G., XI, 1549), no lo menciona en lo absoluto.
Sin tener en cuenta la vaguedad del nombre Epifanía, en esta fiesta se
celebraban varias manifestaciones diferentes de la Divinidad y la gloria de
Cristo desde tempranas épocas en su historia, especialmente el Bautismo, el
milagro de Caná, la Natividad, y la visita de los Reyes Magos. Pero no podemos
suponer por un momento que en primera instancia se estableció un festival de
manifestaciones en general, en el cual la devoción local popular le atribuía
significados especificados según lo indicaran las circunstancias. Parece
bastante claro que el Bautismo fue el evento conmemorado en forma predominante.
Las Constituciones Apostólicas (VIII, xxxiii; cf. V, xii) lo mencionan. Kellner
cita (cf. Selden, de Synedriis, III, xv, 204, 220) el Almanaque Copto más
antiguo para el nombre Dies baptismi sanctificati, y el último para eso de
Immersio Domini como se aplica a esta fiesta. Por cierto, San Gregorio de
Nacianceno, identifica, ta theophania con he hagia tou Cristou gennesis, pero
este sermón (Orat. xxxviii en P.G., XXXVI. 312) probablemente se predicó el 25
de diciembre de 380; y luego de referirse al Nacimiento de Cristo, asegura a su
audiencia (P.G., 329) que a la brevedad verán a Cristo bautizado. El 6 y 7 de
enero, predicó las oraciones xxxix y xl (P.G., loc. cit.) y en ellas declaró
(col. 349) que habiendo ya celebrado el Nacimiento de Cristo y la llegada de los
Reyes Magos guiados por una estrella, ahora tendría lugar la conmemoración del
Su Bautismo. El primero de estos dos sermones está encabezado eis ta hagia phota,
refiriéndose a las luces que se llevan ese día para simbolizar la iluminación
espiritual del bautismo, y el día debe ser diferenciado cuidadosamente de la
Fiesta de la Purificación, también llamada Festum luminum por una razón
totalmente diferente. Sin embargo San Crisóstomo, en 386 (ver NAVIDAD) predicó "Hom.
vi in B: Philogonium" donde (P.G., XLVIII, 752) él le llama a la Natividad el
padre de los festivales, porque si Cristo no hubiera nacido, tampoco hubiera
sido bautizado, hoper esti ta theophania. Esto muestra con qué soltura se
utilizaba este título. (Cf. Chrys., "Hom. in Bapt. Chr.", c. ii, en P.G., XLIX,
363; A.D. 387). Casiano (Coll., X, 2, en P.L., XLIX; 820) dice que incluso en
sus tiempos (418-427) los monasterios egipcios aún celebraban la Natividad y el
Bautismo el 6 de enero.
En Jerusalén la fiesta tenía una referencia especial con la Natividad debido al
vecindario de Belén. La información que nos dejó Etheria (Silvia) está mutilada
en su comienzo. Sin embargo, el título de la fiesta subsiguiente, Quadragesimae
de Epiphania (Perigrin. Silviae, ed. Geyer, c.xxvi), no nos deja ninguna duda
con respecto a lo que ella está describiendo. En la vigilia de la fiesta (5 de
enero) una procesión salió de Jerusalén hacia Belén y regresó a la mañana
siguiente. En la segunda hora se realizaron los servicios en una iglesia Gólgota
decorada espléndidamente, después de la cual se visitó la de Anastasis. En el
segundo y tercer día se repitió esta ceremonia; en el cuarto día se ofreció el
servicio en el Monte de los Olivos; en el quinto día en la tumba de Lázaro de
Betania; en el sexto día en Sión; en el séptimo día en la iglesia de Ansatasia,
en el octavo día en la de la Santa Cruz. La procesión a Belén se repitió durante
la noche. De acuerdo con esto se verá que esta octava de Epifanía en toda su
extensión tuvo un tinte tan fuerte a Natividad que condujo a la exclusión de la
conmemoración del Bautismo por lo menos en el año 385. Sin embargo, es por medio
del bautismo propiamente dicho en este día que el Occidente parece entrar en
contacto con el Oriente. San Crisótomo (Hom. en Bapt. Chr. en P.G., XLIX, 363)
nos dice cómo los Antiocianos solían llevar a sus hogares agua bautismal
consagrada en la noche del festival, y que ésta permanecía durante un año sin
echarse a perder. Hasta este día, la bendición de las aguas por medio de la
inmersión de un crucifijo en un río, en el mar, o en un lago o por medio de otro
ritual complejo, es una ceremonia muy popular. Neale cita un relato muy vívido
("Holy Eastern Church" [Sagrada Iglesia Oriental], Introducción, p. 754; cf. las
versiones griega, siríaca, cóptica, y rusa, revisadas o traducidas de los textos
originales por John, Marqués de Bute, y A. Wallis Budge). Las personas
consideran que todas las dolencias, espirituales y físicas, se pueden curar
aplicando agua bendita. Sin embargo, la costumbre parecería, estar originalmente
conectada más con el milagro de Caná que con el Bautismo. Sin embargo, ese
bautismo en este día era bastante común en el Occidente, y esto está probado por
la queja del Obispo Himerius de Tarragona al Papa Damasco (d. 384), que los
bautismos se estaban celebrando en la fiesta de la Epifanía. El Papa Siricius,
quien le respondió (P.L., XIII, 1134) identifica las fiestas de Natalitia
Christi y de su Apparitio, y se indigna mucho por la extensión del período para
los bautismos más allá de Pascua y de Pentecostés. El Papa León I ("Ep. Xvi ad
Sicil. Episcopos", c.i, en P.L., LIV, 701; cf. 696) denuncia la práctica como un
irrationabilis novitas; pero el Consejo de Gerona (can. iv) lo condenó en 517, y
Víctor Vitensis lo menciona como una práctica regular de la Iglesia (Romana-)
Africana (De Persec. Vandal., II, xvii, en P.L., LVIII, 216). Más aún, San
Gregorio de Tours, (De gloriâ martyrum en P.L., LXXI, 783; cf. cc. Xvii, xix),
relata que aquellos que vivían cerca del Jordán se bañaba en él ese día, y que
solían ocurrir milagros. San Jerónimo (Comm en Ez., I, i, en el verso 3 en P.L.,
XXV, 18) afirma definitivamente que es por el bautismo y la apertura de los
cielos que el dies Epiphaniorum aún se venera y no por la Natividad de Cristo en
la carne, pues entonces absconditus est, et non apparuit – "Él estaba escondido
y no apareció."
En el artículo NAVIDAD, se deja en claro que la Epifanía en Occidente se
introdujo luego de la introducción de la Navidad el 25 de diciembre. No se
encuentra en el Calendario Philocaliano, mientras que parece muy probable que el
25 de diciembre se celebraba en Roma antes del sermón del Papa Liberius (en St.
Ambrose, De virg., iii, I, en P.L., XVI, 231) que muchos le asignaron el 25 de
diciembre de 354. San Agustín observa claramente asociaciones Orientales en las
fiestas de la Epifanía: "Precisamente", dice él (Serm. ccii, 2, en Epiph. Domini,
4, en P.L., XXXVIII, 1033), "ha rehusado celebrar este día con nosotros; pues ni
aman la unidad, ni están en comunión con la Iglesia Oriental, donde en
definitiva apareció la estrella." San Philasrius (Haer., c. cxl, en P.L., XII,
1273) agrega que ciertos herejes se rehusan a celebrar la Epifanía, por
considerarla aparentemente, como una duplicación innecesaria de la fiesta de la
Natividad, sin embargo, agrega el santo, fue sólo después de doce días que
Cristo "se le apareció a los Reyes Magos en el Templo." El dice que el dies
epiphaniorum, (P.L., XII, 1274), es considerado por algunos como "el día del
Bautismo, o de la Transformación que ocurrió en la montaña." Finalmente, un
anotador sirio desconocido de Barsalibi (Assemani, Bibl. Orient., II, 163)
escribe claramente: "El Señor nació en el mes de enero en el mismo día en el que
celebramos la Epifanía; pues las fiestas de la Natividad y de la Epifanía se
celebraban en un mismo día, porque en el mismo día Él nació y fue bautizado. La
razón por la cual nuestros padres cambiaron la solemnidad celebrada el 6 de
enero, y la transfirieron al 25 de diciembre se presenta a continuación: era
costumbre de los paganos celebrar el nacimiento del sol en este mismo día, el 25
de diciembre, y en ese día ellos encendían luces para la fiesta. En estas
solemnidades y festividades también participaban los Cristianos. Por lo tanto
cuando los maestros observaron que los Cristianos se inclinaban a celebrar este
festival, se reunieron en consejo y decidieron que se celebrara en esta fecha la
verdadera fiesta del nacimiento y el 6 de enero la fiesta de las Epifanías. Por
lo tanto, simultáneamente, con este nombramiento prevaleció la costumbre de
encender luces hasta el sexto día".
Es más sencillo decir que, aproximadamente en el momento de la difusión de la
celebración de diciembre en el Oriente, el Occidente tomó la fiesta Oriental de
enero, manteniendo todas sus características principales, aunque también le
adjuntó a medida que pasó el tiempo, una importancia abrumadora, a la aparición
de los Reyes Magos. Por cierto, Epifanio dijo (loc. cit.) que no sólo el agua en
muchos lugares se convirtió en vino el 6 de enero, sino que ríos enteros, y
probablemente el Nilo, experimentaron un milagro similar; nada de este tipo se
menciona en el Occidente. El Sacramentario Leonino es imperfecto en esto; pero
las ocho homilías de León sobre la Theophania (en P.L., LIV, Serm. xxxi, col.
234, a Serm. xxxviii, col. 263) están relacionadas casi totalmente con los Reyes
Magos, mientras en Serm. xxxv, col. 249, definitivamente sostiene su visita como
la conmemoración para la cual se instituyó la fiesta. Fulgentius (Serm. iv en
P.L., LXV, 732) habla solamente de los Reyes Magos y de los Inocentes. Los
sermones de Agustín (cxcix-cciv en P.L., XXXVIII) tratan casi exclusivamente
sobre el tema de la manifestación, y el Sacramentario Gelasiano (P.L., LXXIV,
1062) exclusivamente tanto sobre la vigilia como sobre la fiesta. El
Sacramentario Gregoriano utiliza mucho el Ps. lxxii (A. V. lxxiii), 10 y
menciona las tres grandes apariciones en el Canon solamente. Sin embargo el
Ambrosiano, se refiere a las tres manifestaciones en el prefacio de la vigilia,
y en el prefacio de la fiesta, al bautismo solamente. El "Missale Vesontiense" (Neale
y Forbes, The Anc. Liturgies of the Gallican Church [Las Antiguas Liturgias de
la Iglesia Anglicana], p. 228) habla, en la oración, de la Illuminatio,
Manifestatio, Declaratio, y compara su Evangelio de Mateo, iii, 13-17; Lucas,
iii, 22; y Juan, ii, 1-11, donde se enfatizan el Bautismo y Caná. Los Reyes
Magos se mencionan en la Circuncisión. El Misal Gótico (Neale y Forbes, op. cit.,
p.52) menciona a los Reyes Magos en la vigilia, diciendo que la Natividad, el
Bautismo y Caná hacen la Illustratio de Cristo. Sin embargo, a todas las
manifestaciones se las menciona con el nombre de phagiphania, incluyendo
(casualmente) la alimentación de los 5000, una alusión popular en Oriente.
Agustin (Serm. supl. Cxxxvi, 1, en P.L., XXXIX, 2013) habla de levantar a Lázaro
(cf, día 5 del ritual de Jerusalén) como en igualdad con las otras
manifestaciones donde en el Oriente tiene lugar el nombre de Bethphania. Máximo
de Turín admite que el día es de tres milagros, y especula (Hom. vii, en epiph.,
en P.L., LVII, 273) sobre la conexión histórica de la fecha y los eventos.
Polemius Silvanus, Paulinus de Nola (Poem. xxvii; Natal., v, 47, in P.L., LXI) y
Sedulius (en P.L., LXXII) todos insisten en las tres manifestaciones. El Misal
Mozarábico se refiere principalmente a que los Reyes Magos, utilizaron su
palabra bienvenida de Cristo Acceptio, un término de "iniciación" común a los
Mitraistas y Cristianos. En 381, el Consejo de Saragossa (can. iv), interpretado
junto con la Misa del Misal Mozarábico in jejunio epiphaniae, deja en claro que
una fiesta en esta época no era algo poco común incluso entre los ortodoxos. "Cod.
Theod." (II, viii, 20; XXV, v, 2) prohibe el circo en ese día en el año 400; "Cod.
Justi." (III, xii, 6) lo hace un día de guardar. En 380 ya está marcado por el
cese de los negocios legales en España; en Thrace (si podemos confiar en "Passio
S. Philippi" en Ruinart, "Acta", 440,2) se mantenía desde 304. Kellner cita el "Testamentum
Jesu Christi" (Mainz, 1899) como que lo cita dos veces (I, 28, IV, 67, 101) como
un gran festival junto con Pascua y Pentecostés.
En el Cargo presente, Crudelis Herodes alude a las tres manifestaciones; en
Nocturno i, la primera respuesta para el día, la octava, y el Domingo dentro de
la octava, trata sobre el Bautismo, como la hace la segunda respuesta; la
tercera respuesta, como todas esas de Nocturnos i y iii, es sobre los Reyes
Magos. La antífona al Benedictus dice: "Hoy la Iglesia se une a su cónyuge
celestial, porque en el Jordán Cristo lavó los pecados de ella; los Reyes Magos
se apresuraron con obsequios para la fiesta de la boda real, y los invitados se
regocijaron en el agua que se volvió vino." O Sola menciona sólo a los Reyes
Magos. La antífona del Magníficat de las Vespertina Segundas lee: "Mantenemos
nuestro Día Santo adorado con tres milagros: hoy una estrella condujo a los
Reyes Magos hasta la cuna, hoy el vino se convirtió en agua en una boda, hoy en
el Jordán Cristo deseó ser bautizado por Juan para salvarnos." En la Epifanía
era una costumbre muy general anunciar la fecha de la Pascua, e incluso de otros
festivales, una práctica ordenada por muchos consejos, por ejemplor el de
Orléans en 541 (can i); Auxerre en 578 y 585 (can. ii), y aún guardado (Kellner)
en Turin, etc. Gelasius finalmente nos dice (Ep. ad episc. Lucan., c. xii, en
P.L., LIX,, 52) que la dedicación de vírgenes ocurrió especialmente en ese día.
II. ORIGEN
La razón para la fijación de este día es imposible de descubrir. La única
solución tolerable es la de Mgr. Duchesne (Orig. Chr., 262) quien explica
simultáneamente la celebración del 6 de enero y del 25 de diciembre por un
reconocimiento hacia atrás del 6 de abril y del 25 de marzo respectivamente.
Sozomen (Hist. Eccl., VII, xviii, in P.G., LXVII, 1473) dice que el Pepyzitae, o
Phrygian Montanists, mantuvo la Pascua el 6 Abril; por lo tanto (considerando la
cantidad exacta de años de la vida Divina) el cumpleaños de Cristo debería haber
caído el 6 de enero. Pero, se puede insistir en que el primer anuncio que
tenemos sobre el cumplimiento de esta fecha, se refiere al Bautismo de Cristo.
Pero esto (si asumimos que los Basilidians, también discutieron sobre el 6 de
abril) habremos llegado al aniversario exacto del Nacimiento. ¿Pero por qué
celebrar preeminentemente el Bautismo? ¿Podría ser que la celebración hubiera
comenzado con aquellos, de la secta que fuere, que sostenían que en el Bautismo
Dios descendió sobre Cristo? Sobre este terreno incierto será mejor que no
avancemos hasta que se nos presente evidencia más reciente, si es que la hay.
Tampoco es el lugar para analizar las leyendas de los Tres Reyes, la cual se
puede encontrar en el artículo REYES MAGOS. Kellner, Heortologie (Freiburg im Br.,
1906); Funk en Kraus, Real-Encyclopädie, s. v. Feste; Bingham, Antiquities of
the Christian Church (London, 1708-22), Bk. XX, c. iv; Usener,
Religionsgeschichtliche Untersuchungen (Bonn, 1889). I.Cyril Martindale.
CYRIL MARTINDALE
Transcrito por Robert H. Sarkissian
Traducido por Silvia Bonilla