Corporal
EnciCati
(del latín 'corpus', cuerpo).
Una pieza cuadrada de lino blanco, que en la actualidad es algo menor que el
ancho del altar, sobre la que se colocan la Sagrada Hostia y el cáliz durante la
celebración de la misa. Aunque falta una evidencia formal, está generalmente
aceptado que se ha empleado algún objeto de la naturaleza del corporal desde los
primeros días de la cristiandad. Naturalmente, en los primeros tiempos es
difícil distinguir entre el corporal y el mantel, y un pasaje de San Optato (c.
375), que pregunta "¿Qué cristiano ignora que al celebrar los sagrados misterios
la madera [del altar] se cobre con un paño de lino?" (ipsa ligna linteamine
cooperiri, Optatus, VI, ed. Ziwsa, p. 145), nos deja con la duda de a qué se
está refiriendo. Este es probablemente el testimonio directo más antiguo; pues
la promulgación del "Liber Pontificalis", "Él (el papa Silvestre) dispuso que el
Sacrificio no debía celebrarse sobre una tela teñida o de seda, sino sólo de
lino, que brota de la tierra, así como el cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo fue
enterrado en un sudario de lino limpio" (Mommsen, p. 51), no es fiable. Las
ideas expresadas en este pasaje aparecen en una carta auténtica de San Isidoro
de Pelusium (Ep, i, 123), y de nuevo en la "Expositio" de San Germán de París en
el siglo sexto (P. L. LXXII, 93). Ciertamente permanecieron a través de la Edad
media, como muestran los versos siguientes, atribuidos a Hildeberto (P. L.,
CLXXI, 1194):
Ara crucis, tumulique calix, lapidisque patena,
Sindonis officium candida byssus habet.
Es bastante probable que en los primeros siglos solo se empleara una pieza de
lino, que servía igualmente como mantel y corporal, éste de tamaño grande y
doblado para cubrir el cáliz. Es muy dudosa la atribución que Barbier de
Montault hace de algunos lienzos del tesoro de Monza como corporales. El
corporal se describía como palla corporalis, velamen dominicæ mensæ, opertorium
dominici corporis, etc.; y parce que en general eran de lino, aunque oímos
acerca de paños de altar de seda (Greg. de Tours, "Hist. Franc.", VII, 22; X,
16) o de púrpura (Paulus Silentiarius, "Descr. S. Sophiæ", p. 758; una miniatura
en el Bendicional de San Thelwold en el siglo décimo también muestra un paño de
altar de púrpura), o de tela de oro (Crisóstomo en Matt., Hom 1).
En algunos de estos casos es difícil determinar si se habla del mantel o del
corporal. De cualquier manera, no hay duda que en época carolingia, o incluso
antes, se estableció una clara distinción. Así, en el siglo décimo, Regino de
Præm (De Disc. Eccl., cap. cxviii) trae una cita del concilo de Reims que
decreta "que el corporal [corporale] sobre el que se ofrece el Sagrado
Sacrificio debe ser del lino mejor y más puro sin mezcla de ninguna otra fibra,
pues el cuerpo de Nuestro Salvador no fue envuelto en seda, sino en lino
limpio". Añade que el corporal no debe permanecer en el altar, sino que hay que
colocarlo en el Misal [Sacramentorum libro] o depositarlo con el cáliz y la
patena en algún receptáculo limpio. A la hora de limpiarlo, debía ser lavado
primero por un presbítero, diácono o subdiácono en la propia iglesia, en un
lugar o vasija reservada especialmente para esta labor, pues había sido
impregnado con el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor. Después puede ser enviado
a la lavandería y ser tratado como cualquier otro lienzo. La sugerencia de
guardar el corporal entre las hojas del misal es interesante, porque muestra que
no puede, incluso en el siglo décimo, haber tenido siempre el tamaño
extravagante que se puede inferir de la descripción en el "Segundo Ordo Romano"
(cap. ix), donde se representa al diácono y al subdiácono doblándolo. Aún así,
era lo bastante grande en este período para cubrir el cáliz, y cumplir así la
función de la palia actual. Los cartujos aún hacen esto, pues no usan palia y no
observan la elevación del cáliz. En cuanto al tamaño del corporal, puede que se
introdujeran cambios cuando los fieles dejaron de llevar rebanadas al altar,
peus ya no había necesidad de un lienzo amplio para depositarlas y cubrirlas. De
cualquier manera, fue en el siglo once o doce cuando la práctica de doblar el
corporal sobre el cáliz dio paso al uso de un segundo corporal (plegado) para
cubrir el cáliz cuando era necesario. Esta cuestión se ve debatida al detalle en
una de las cartas de San Anselmo, que da su aprobación a esta disposición (P.L.
CLVIII, 550); y un siglo después encontramos que el Papa Inocencio III dispone
que "hay dos tipos de palias o corporales, como se llaman [duplex est palla quæ
dicitur corporale], una que el diácono despliega sobre el altar, y la otra que
se coloca plegada sobre la embocadura del cáliz" (De Sacrif. Missæ, II, 56). La
unidad esencial de la palia y el corporal queda demostrada más adelante por el
hecho que de que la bendición especial que ambos deben recibir antes de su uso
les designa como "linteamen ad tegendum involvendumque Corpus et Sanguinem
D.N.J.C.", es decir, para cubrir y envolver el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Esta bendición especial para corporales y palias aparece en documentos
litúrgicos celtas del siglo séptimo, y la forma que prescribe actualmente el
Pontifical Romano se encuentra casi con las mismas palabras en el "Liber Ordinum"
español, de fecha tan temprana como la citada.
Según las normas litúrgicas actuales, el corporal no debe estar adornado con
encaje, y ha de estar confeccionado enteramente de puro lino blanco, aunque
parece haber muchas excepciones medievales a esta ley. No debe ser dejado
extendido sobre el altar, sino que cuando no se usa hay que doblarlo y colocado
en una bolsa o "estuche de corporales" [corporas-case], como se le llamaba
comúnmente en la Inglaterra anterior a la Reforma. Sobre estas bolsas se
desplegaba mucha ornamentación, tal ha sido el uso desde la época medieval, y
aún hoy sobreviven muchos ejemplos. Hoy en día, el corporal se dobla en dos a lo
ancho y en dos a lo largo, de modo que plegado forme un pequeño cuadrado.
Antiguamente, cuando era mayor y se empleaba también para cubrir el cáliz, se
doblaba en cuatro a lo largo y en cuatro a lo ancho. Esta práctica se observa
aún por las órdenes religiosas más antiguas. El corporal y la palia han de pasa
por un triple lavado a manos de un presbítero, o por lo menos de un subdiácono,
antes de ser enviados a la lavandería. Además, cuando están en uso sólo los
clérigos pueden manipularlos, o en su defecto los sacristanes a los que se haya
concedido un permiso especial.
STREBER in Kirchenlexikon, III, 11O5-11O7; THALHOFER, Liturgik, I, 777-781; VAN
DER STAPPEN, Sacra Liturgia (Mechlin, 1902), III, 102-110; GIHR, The Mass, tr. (Freiburg,
1902), 281-264; BARBIER DE MONTAULT, Le Mobilier Eccl siastique; ROHAULT DE
FLEURY, La Messe (Paris, 1888), VI, 197-204; Dict. Christ. Antiq., s.v.
Corporal; ATCHLEY in St. Paul's Eccles. Soc. Transactions (1900), IV, 156-160;
BARBIER DE MONTAULT in Bulletin Monumental (1882). 583-630.
HERBERT THURSTON
Transcrito by Douglas J. Potter
Dedicado al Sagrado Corazón de Jesús
Traducido por Javier Olabe