NUEVA EXPERIENCIA RELIGIOSA
PRIMERA PARTE:
EXPERIENCIA
1. Ante todo, experiencia
Más de una vez, la fe de ciertas personas la que vemos que
viven o la que oímos predicar parece una cuestión de
conocimientos o empeño voluntarista.
Cuestión de conocimientos. Se diría que tener mucha fe o ser muy
creyente nace de los conocimientos teológicos, de los libros leídos
y de la capacidad de intervenir en las discusiones de temas
religiosos.
Empeño voluntarista. Se podría pensar que la fe grande y fuerte
es algo así como creer unas ideas a pie juntillas, sin el menor
interrogante, con un rechazo radical de cualquier posible duda.
Queremos afirmar desde el principio que la fe cristiana es, ante
todo y sobre todo, una experiencia. Es decir, algo que el creyente
vive y siente en su propia persona por encima de sus
conocimientos y de su empeñismo. El creyente experimenta en su
interior la verdad del evangelio, la verdad de Jesucristo, la verdad
de Dios; experimenta que Jesucristo es verdad, que el evangelio
es verdad, que Dios es verdad. Lo siente interiormente después
de haber hecho la prueba de vivir conforme a esa fe.
2. Hacer la prueba
Efectivamente, la fe de experiencia, la única verdadera fe, no
puede tenerse sin haber hecho la prueba. La verdad de
la fe no se comprueba desde fuera, desde los razonamientos
previos, como la verdad de la ciencia, por ejemplo; sino que
es preciso meterse dentro de ella y probarla en la propia
vida. Es preciso acercarse a Jesús, estar con El, vivir como
El nos enseña, seguir sus pasos: sólo entonces se sabe lo
que es la fe y se siente, en lo intimo de si mismo, que es
verdad.
Con muchas realidades de la vida pasa algo parecido. Por
ejemplo, el amor: sólo se sabe lo que es cuando se ha
gozado y sufrido en si mismo. Lo que es el día de bodas no
se sabe por asistir a una ni a muchas de ellas, sino que lo
aprende cada uno el día en que se casa. Lo que significa un
hijo sólo lo sabe el que lo tiene. Lo que supone la pérdida de
un ser querido sólo lo siente quien lo ha experimentado. Lo
que significa dejarlo todo para consagrarse al Reino de Dios
sin familia ni bienes propios, no se sabe si no se ha metido
uno por ese camino. Se intuye por lo que se ve en otros.
Pero sólo se conoce realmente desde dentro, desde la
experiencia.
Esto que ocurre con las mejores realidades de la vida, pasa
también con la fe. Los conocimientos pueden ayudar. Los
argumentos pueden apoyar. Pero lo que verdaderamente
vale es el haberla vivido, el haberla experimentado. Desde
dentro de ella se sabe no sólo su verdad, sino también su
fuerza, su riqueza, su valiosidad. Es preciso arriesgarse y
hacer la prueba. Ante todo y sobre todo, la experiencia.
La fe de los primeros discípulos fue una fe de experiencia.
Primero vivieron con Jesús y luego recibieron la experiencia
de su resurrección, en su propia vida. Lo vieron sobre todo
con los ojos del alma y lo sintieron en su propia
transformación. Con la resurrección de Jesús, ellos también
quedaron resucitados, quedaron transformados en hombres
y mujeres. La resurrección no fue principalmente para ellos
una verdad que hay que defender contra viento y marea,
sino, ante todo y sobre todo, una experiencia personal tenida
con Jesús.
El creyente posterior a los apóstoles, el creyente actual, es
también alguien que ha experimentado a Jesús vivo
resucitado- en su propia vida. Ha visto en El el camino, la
vida, la verdad. Ha sentido dentro ese camino, esa existencia
nueva, esa luz de la verdad. Este es su mayor argumento
para creer, su mayor fuerza.
Esa experiencia es tan particular y propia, que no puede
transferirse. Los conocimientos pueden transferirse; el
empeño puede transferirse; la experiencia puede
comunicarse, pero no transferirse, porque es personalísima
e irrepetible. Cada cual tiene la suya, como se ve hasta en
los escritos del Nuevo Testamento, que nos transmiten
experiencias diferentes sobre Jesús. Accedemos a la fe por
el testimonio y las enseñanzas de otros creyentes. Pero
luego cada uno realiza su propia experiencia intransferible,
de tal forma que puede repetir lo que le decían a la
samaritana sus amigos: «Ya no creemos por lo que tú nos
dices, sino porque nosotros mismos le hemos oído y
sabemos que El es realmente el Salvador del mundo». (Jn 4,
42).
Por eso, una persona ignorante puede tener tanta o más fe
que un culto teólogo, y de hecho esto ha ocurrido muchas
veces.
3. De la catequesis a la experiencia personal
FE/EXPERIENCIA: Como acabamos de decir, la fe se nos
transmite por el testimonio y la comunicación de otros
creyentes, y esto está ocurriendo desde los comienzos del
cristianismo. «La fe viene de lo que oímos», decía san Pablo,
es decir de la comunicación. Pero esa fe no se convierte en
algo personal y vivo, mientras uno mismo no hace la prueba
y transforma lo aprendido de otro en experiencia propia.
Esto quiere decir, por un lado, que todo predicador o
catequista debe ser una persona de experiencia, puesto que
nadie da lo que no tiene; y por otro, que cada creyente debe
dar el salto desde las enseñanzas recibidas a la experiencia
personal. Al final, todo verdadero creyente es testigo de
Jesús, no ocular, pero si experiencial.
Con ello volvemos de nuevo a la consigna de hacer la
prueba. Lo que me enseña el sacerdote o catequista, lo que
aprendo intelectualmente de las explicaciones y los libros,
tengo que probarlo en mi propia vida, de forma que llegue el
día en que pueda decir: «Ya no creo sólo por lo que me han
enseñado, sino porque yo mismo lo he experimentado».
4. Experiencia y duda
¿Y si todo lo que yo experimento es una sugestión? ¿Y si
los cambios que se realizan en mi vida proceden de esa
sugestión y no de Jesús ni de Dios?
Efectivamente, a diferencia de la fe voluntarista, que cierra
el paso a toda interrogación por pequeña que sea, la fe de
experiencia deja flancos a la duda y difícilmente se librará del
todo de ellas. Los interrogantes anteriores están plenamente
justificados. Las experiencias personales no son
demostrables desde fuera y pueden ser efecto de la
sugestión, aunque produzcan frutos positivos. La fe cristiana
está siempre pendiente de la duda. Son muchos los
interrogantes que nos asaltan a lo largo de la vida; pero
todos pueden reducirse en síntesis a uno solo, que puede
formularse brevemente con la siguiente pregunta: Y ¿si es
mentira?
Sólo la intima convicción profunda, que produce en el
creyente el Espíritu de Jesús, nos sostiene en última
instancia frente a ese terrible interrogante: porque, aunque
haya razones poderosas para creer, nunca hay
demostraciones suficientes. Pero nos ayuda también a hacer
frente a esta situación, la comprobación de que la misma
terrible pregunta puede lanzarse al no creyente acerca de su
ateísmo: «Y ¿si es verdad todo lo que tú no creías?». Lo
cual nos muestra que la duda no está instalada solamente en
el corazón del creyente, sino también, y con la misma fiereza,
en el corazón del no creyente. La duda, la interrogación y la
búsqueda pertenecen a la entraña de la vida. Por lo cual se
ha de reconocer que, si es cierto que la fe de no pocos
creyentes es voluntarista, no lo es menos el ateísmo o
agnosticismo de muchos no creyentes, que rechazan,
medrosos, cualquier interrogante sobre Dios y la fe. Sin
contar a los ateos de moda, que no se plantean nada de
nada, si bien su cerrazón al menor interrogante muestra que
bajo la moda se esconde también el miedo.
La fe de experiencia no nos ahorra la duda ni a veces el
sufrimiento. Pero lo que a simple vista parecería una
desventaja, tiene grandes ventajas, aparte la de ser una fe
realmente personal y experiencial. La primera de ellas es su
capacidad de coexistir con la duda y de hacerle frente: en
cambio, la aparente firmeza del voluntarismo es su mayor
debilidad. Otra ventaja, la principal, está en que esta fe
amenazada por la duda nos hace sentir y palpar día a día
que no somos creyentes por nuestros argumentos y méritos,
sino por pura gracia de Dios, el cual se digna manifestarse
libremente a la persona abierta, por encima de los
argumentos y de las demostraciones lógicas.
En resumen: es cierto que la experiencia personal carece de
la fuerza demostrativa de las ciencias. Es cierto que puede
atribuirse a la sugestión, incluso cabe pensar que ciertas
experiencias no pasarán de ser meras sugestiones. Pero esa
fe de experiencia, tan débil, es capaz de afrontar la duda,
porque la sostiene la acción de Dios con la consiguiente
convicción interior.
5. Conclusiones de la primera parte
- Antes de hablar de experiencia nueva, era preciso hablar
simplemente de experiencia, porque la fe es sobre todo una
experiencia.
- Ciertamente se trata de una experiencia que puede ser
tachada de subjetiva, pero hay razones poderosas para
creer. Y sobre todo está la convicción interior, nacida de la
acción de Dios en mi vida, que es quien provoca la
experiencia de fe.
- La conclusión de lo anterior es que hay que hacer la
prueba. Es preciso echarse al agua y ponerse a nadar. Es
preciso meterse dentro del ámbito de la fe, y desde dentro,
haciendo la prueba, adquirir la experiencia personal de fe.
B. SEGUNDA PARTE:
EXPERIENCIA NUEVA
6. ¿Experiencia nueva?
La interrogación de este titulo procede de la palabra
«nueva». Porque, en efecto, esa palabra suscita muchas
preguntas. ¿Acaso la fe no es una? ¿Acaso los cristianos
anteriores a nosotros no tuvieron auténtica fe y auténtica
experiencia religiosa? ¿Ha habido que esperar hasta ahora
para descubrir cuál es la verdadera fe?
EXP-RLSA/PROGRESO: El error de quienes formulan estas
preguntas está en que tienen una concepción estática de la
fe y en que oponen frontalmente lo nuevo y lo viejo. La fe es
una, de esto no dudamos; pero se realiza en la historia
humana, por lo cual recibe connotaciones nuevas al compás
de esa historia. Cada época va descubriendo matices y
consecuencias nuevas de esa «verdad completa», que se
manifiesta progresivamente por la acción del Espíritu Santo,
como nos enseña Jesús en su despedida: «Mucho me queda
por deciros pero no podéis con tanto ahora. Cuando venga
el Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad completa»
(Jn 16, 12-13j. Los que vengan detrás de nosotros harán
nuevos descubrimientos. La fe cristiana no es un depósito
cerrado que hay que conservar, sino experiencia viva, que,
siendo una, nos va desvelando con el correr de la historia
sus riquezas ilimitadas. El cambio cultural que estamos
experimentando actualmente tiene una importante incidencia
en la fe, y nos permite hablar de experiencia nueva, sin que
esta palabra signifique ruptura y falta de continuidad con lo
anterior.
El Concilio Vaticano II, sin referirse expresamente a la
experiencia religiosa, utiliza un lenguaje parecido, cuando
reconoce los muchos beneficios que la Iglesia ha recibido de
la evolución histórica del género humano (GS, 44a),
agradece la ayuda variada que recibe de hombres y mujeres
de toda clase y condición (GS 44c) y se señala a sí misma el
deber de «auscultar, discernir y valorar» cristianamente las
voces de la Historia, «para que la verdad revelada pueda ser
mejor percibida, entendida y expresada» (GS 44b).
7. Experiencia interior y exterior
Una de las mayores «novedades» de esta nueva
experiencia religiosa es que pretende unir lo interior y lo
exterior. Durante mucho tiempo se ha pensado y no pocas
personas siguen pensándolo todavía que la experiencia
religiosa procede solamente de lo interior, de la oración, la
contemplación y las celebraciones. Las nuevas corrientes de
oración profunda que, procedentes del budismo y el
hinduismo, se incorporan con fuerza creciente a la
espiritualidad cristiana, privilegian también el silencio, la
contemplación y la meditación transobjetiva, hasta el extremo
de que en algunos parece una vuelta al espiritualismo de
refugio y evasión tan criticado hace unos años.
La nueva experiencia religiosa no rechaza ninguna línea de
experiencia interior; más aún, desea y busca las más
profundas, las que pueden provocar una oración más
silenciosa, desnuda e intensa. Pero pretende y exige su
unión con la actividad exterior y más expresamente con el
prójimo. La nueva experiencia religiosa procede tanto del
compromiso con el ser humano como de la oración. Más aún,
afirmamos que no hay experiencia religiosa auténtica
solamente en la «vida interior». El prójimo es una fuente
imprescindible de la experiencia de Dios.
8. El prójimo anónimo y colectivo
PROJIMO-COLECTIVO: Hemos de dar un paso más. Las
formulaciones anteriores se quedan cortas, si se entienden
de forma genérica y neutra. Es lo que ocurre con la
expresión experiencia interior y exterior, cuando se interpreta
como equivalente a oración y acción, oración y trabajo,
santificación por el trabajo, etc.
El prójimo añade una importante concreción. Pero tampoco
es suficiente para subrayar la novedad de la experiencia
apuntada. Dejemos de lado el hecho innegable de que las
obras de caridad iban envueltas a menudo en estructuras de
injusticia, consentidas, aprobadas y hasta provocadas por
los mismos bienhechores, lo que constituía un insulto, una
bofetada en pleno rostro. Aparte estos hechos lamentables,
el prójimo ha estado siempre presente en la espiritualidad
cristiana. Y en los grandes creyentes, como Juan de Dios o
Pedro Claver, el amor al prójimo ha llegado a cimas de
heroísmo difícilmente igualables. ¿Dónde está, pues, la
novedad? La novedad actual está en lo que llamamos
prójimo colectivo y anónimo, es decir, los grupos humanos,
junto con las estructuras sociales y políticas, que influyen
decisivamente en ellos. La novedad empieza cuando
consideramos que el prójimo no es sólo individual, y que el
bien y el mal se juega infinitamente más en la organización
social y política, nacional e internacional, que en la solución
de los casos particulares.
Al entrar en esta consideración, el prójimo deja de tener
rostros concretos y se convierte en colectivo y anónimo. El
amor se hace entonces más frío y menos gratificante, pero
no menos objetivo y real. Se descubre que las obras de
caridad, aún aquellas que no sean un insulto o una bofetada,
pueden ocultar una falta de amor objetivo, por insuficiencia e
invalidez para la solución de los problemas; y que es
necesario «quitar las causas de los males y no sólo los
efectos», como dice el Concilio Vaticano II, en clara
referencia a las estructuras sociales (AA, 8e).
La novedad empieza, en efecto, cuando descubrimos al
prójimo colectivo y anónimo. Pero aún es preciso concretar
más.
9. Los pobres, como prójimo colectivo y anónimo
POBRES/PRJ-COLECTIVO: Un paso importante del
seguimiento de Jesús es siempre el cambio de la palabra
prójimo por la de pobre. Esa idea de que los primeros
prójimos son nuestros allegados no es evangélica. El
evangelio da por supuesto el amor a los parientes y amigos,
pero señala que no es cosa específica de los cristianos. La
frase tiene suficiente fuerza como para meditarla
frecuentemente: «Si queréis sólo a los que os quieren, ¿qué
premio merecéis? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si
mostráis afecto sólo a vuestros amigos, ¿qué hacéis de
extraordinario? ¿No hacen eso mismo también los
paganos?» (/Mt/05/46-47).
PROJIMO/QUIEN-ES: Lo que hace el evangelio es cambiar
el uso de la palabra prójimo. Según la parábola del
Samaritano, la pregunta sobre quién es mi prójimo carece de
sentido; porque el prójimo no es el otro, sino que soy yo
quien me hago o no me hago prójimo del otro, según le
ayude o no. (Ver Lc 9, 29 y 36). Y ocurre además que, según
esa misma parábola, aquél de quien el samaritano se hizo
prójimo era un hombre expoliado y herido por los
salteadores, es decir un pobre.
Son, pues, tres los pasos que hemos de dar:
a) El prójimo del evangelio no son necesariamente mis
parientes.
b) El prójimo de la parábola no es ni siquiera la otra
persona, puesto que soy yo quien debo hacerme prójimo de
los otros.
c) Esos otros a quienes debo aprojimarme o hacerme prójimo
(= próximo), son los pobres.
Por eso no basta referirse al prójimo, sino que es preciso
hablar de los pobres. En consecuencia, hemos de afirmar
que ese prójimo colectivo y anónimo antes aludido, son los
pobres. Podemos hacer, como conclusión, estas dos
afirmaciones.
- El cristiano ha de hacerse prójimo del pobre.
- El cristiano ha de hacerse prójimo del pobre colectivo y
anónimo.
Con esto hemos llegado a la mayor novedad de esta
experiencia religiosa cristiana: oración y proximidad a los
pobres como grupo social; oración y compromiso con los
pobres, para su liberación; oración y compromiso
sociopolitico.
10. Oración y política
ORA/POLITICA POLITICA/ORACION: He aquí, en dos
palabras, el resumen de la nueva experiencia religiosa. No
cabe duda de que, para muchos oídos, la unión de estos
vocablos resultará escandalosa o al menos provocativa:
oración y política; experiencia de Dios y política.
¿Hay algo más sucio que la política? Muchos cristianos
sienten poco aprecio por ese mundo, porque lo ven como un
ámbito de insinceridad y deshonestidad. ¿Cómo es posible,
dirán sin duda, introducir la política como un elemento
integrante de la experiencia de Dios? Sin embargo, no deja
de resultar sospechoso que los cristianos reaccionarios e
integristas tanto laicos como sacerdotes hayan unido
frecuentemente a Dios con la política, y más en concreto con
determinados partidos, que defienden el orden establecido
(= desorden) y las situaciones de privilegio de los poderosos.
No debieran escandalizarse tanto de que formulemos la
nueva experiencia religiosa como una síntesis de oración y
política. ¿No será quizás porque advierten que, en esta
nueva perspectiva, la palabra política va ligada a los pobres,
a su liberación, y por lo tanto al cambio social? ¿Qué es lo
que realmente les escandaliza: la unión de oración y política,
o la unión de la oración con la política reivindicativa,
liberadora de las clases populares?
Pero también es cierto que entre jóvenes y cristianos
idealistas, abiertamente inclinados hacia los pobres, se
extiende a veces impalpablemente una cieno aversión hacia
lo político, y más en concreto hacia los partidos; aversión
que los lleva a enrolarse en cualquier otra actividad social.
Campos de acción como el de los marginados sociales, los
presos, los drogadictos, la prostitución, los parados, los
minusválidos, los diferentes o los deficientes provocan en
ellos un gran atractivo, mientras los partidos y los sindicatos
les merecen indiferencia, cuando no desafecto y rechazo.
¿No es deber del creyente sincero inyectar en la actividad
política ese suplemento de honradez, sentido ético y
desprendimiento personal que necesita imperiosamente?
Por encima de ese motivo está el hecho de que la política
marca las grandes lineas de la organización social, y por lo
tanto de ella depende la solución o el agravamiento de los
problemas. Los cristianos no pueden estar ausentes de un
ámbito donde se juega la suerte de la mayoría de los seres
humanos, y más en concreto de los pobres.
POLITICA/A-H A-H/POLITICA: La política es una cuestión de
amor. El compromiso político es para el cristiano una vía
imponente de amor al prójimo y trabajo por los pobres. Las
palabras oración y política son una prolongación del amor a
Dios y al prójimo, que constituyen el primero y principal
mandamiento cristiano. La nueva experiencia religiosa
consiste en la unión de la oración con la lucha política por la
liberación y la nueva sociedad. El creyente mujer y hombre
que lleva a su oración el clamor de los pobres, y al
compromiso la cercanía de Dios; que nutre su espíritu con
los dolores de parto del mundo (Rm 8, 22) y el abrazo
liberador de Dios; que introduce la actividad política
partidista en la oración y ésta en aquélla; este cristiano
alcanza una nueva experiencia religiosa, una nueva
espiritualidad, que podemos bautizar con el nombre de
espiritualidad liberadora del Reino de Dios. Es la
espiritualidad de Jesús, que eleva su alma al Padre en el
fragor del compromiso (Mt 11, 25) y sale lanzado hacia los
pobres desde la oración solitaria (Me I, 38). La nueva
experiencia religiosa es la síntesis de lo interior y lo exterior,
el silencio y la calle, Dios y el prójimo, Jesús y los pobres,
oración y política.
C. TERCERA PARTE:
RENOVAR LA ORACIÓN
11. Nueva caridad, nueva oración
No hay nueva experiencia religiosa sólo con el compromiso
social y político, aunque esté movido y empapado por la fe.
Tampoco la hay solamente con más y mejor oración. La
nueva experiencia religiosa es la síntesis de esos dos
factores, en la vida y en la conciencia personal.
Ahora bien, si el precepto evangélico del amor necesita hoy
en día un nuevo planteamiento y formulación, también las
formas de orar requieren una puesta al día. En el ámbito de
la caridad cristiana, tratamos de pasar del amor individual al
social, del asistencial al reivindicativo y estructural; del
neutral al beligerante. En la oración habremos de pasar
igualmente a un nuevo estilo, a nuevas formas, que
correspondan a la síntesis nueva que buscamos. De esto
vamos a tratar ahora más expresamente, sin perder de vista
el otro polo, el prójimo colectivo, el compromiso político de la
nueva experiencia religiosa.
12. De los rezas a la oración
REZOS/ORACION ORA/REZOS: Los cambios de
vocabulario corresponden frecuentemente a cambios de
contenidos y realidades. Si antes se decía rezar y ahora
decimos orar, este cambio de palabra obedece a una
manera diferente de entender y realizar la actividad orante.
Solemos emplear también la expresión hacer oración, que
tiene más fuerza todavía que la simple palabra orar. ¿Qué
connotaciones queremos destacar cuando empleamos esa
locución? He aquí tres.
a) Actividad más interior que la oración vocal. Incluso cuando
recitamos un texto tendemos a hacerlo con pausa, paradas y
meditación sobre lo que decimos a Dios.
b) Oración más personal, que incluye no sólo una mayor
cantidad de oración particular, sino además un uso menor de
fórmulas hechas, un mayor empleo del diálogo directo con
Dios y del silencio activo.
c) Oración más espontánea, como consecuencia directa de
esa mayor personalización.
Digamos a propósito de esta última nota, que no se ha de
confundir la espontaneidad en la forma de orar con la mera
apetencia sobre los momentos y la cantidad de la oración.
Esa idea de que cada uno ha de orar cuando le apetece no
es nada acertada, pues con ese principio se hace menos
cantidad, incluso poca cantidad; lo cual nos lleva por mal
camino, entre otras razones porque, de ordinario, sólo hay
calidad donde hay cantidad.
De los rezos a la oración es una forma de expresar que la
nueva experiencia religiosa requiere y busca una oración
más interior, más personal, más espontánea.
13. Con la palabra de Dios
El cuadro de una madre anciana que reza silenciosamente
el rosario, mientras, a su lado, un hijo suyo, sólo o en pareja,
lee un pasaje evangélico para hacer oración con él, nos da
la imagen del cambio operado o buscado en la nueva
experiencia religiosa. Esa hija o hijo que tiene el Nuevo
Testamento en sus manos, jamás dirá que su oración es
mayor ni mejor que la de su madre. La magnitud y la calidad
sólo la conoce Dios. La santidad se mide por la fe, la
esperanza y la caridad, que pueden darse con el rezo del
rosario y con la oración bíblica.
Esta reserva sobre una valoración que sólo corresponde a
Dios, no se opone a que podamos afirmar que la oración
meditada y espontánea con el evangelio sea preferible a la
de fórmulas recitadas. Precisamente el lado fuerte del rosario
está, además de su sencillez, en la meditación de los
misterios de Jesús, es decir de hechos y relatos
evangélicos.
La nueva experiencia religiosa tiene dos centros: el mundo y
la Biblia, que se unifican en la persona de Jesús. La oración
del cristiano comprometido hace un gran uso de la Biblia,
dentro de la cual tienen especial interés los pasajes
evangélicos, porque, además de llevarnos a superar el
moralismo, nos impregnan de la persona de Jesús, de su
compromiso, sus valores y sus ideas.
14. Más allá de sus enseñanzas, Jesús mismo
ORA/COMO-LA-HACEMOS: La pobreza de la oración de
muchos cristianos se deja ver en estas tendencias, que son
desgraciadamente demasiado frecuentes: a)sacar
enseñanzas y consecuencias prácticas; b) recriminarse a si
mismo; c) hacer peticiones. ¿Cuándo salen otros
sentimientos, como la admiración, la alabanza, la acción de
gracias, la fe, la esperanza, la confianza, el deseo de unión,
el seguimiento, etc.? ¿Cuándo aparecen actitudes de amor,
alegría, dolor amoroso, impulso misionero y compromiso?
¿Cuándo, el acto de ofrecerse y la entrega personal a Dios
para lo que El quiera? No están de más las enseñanzas y las
peticiones: lo que está de más es su exclusividad, su
predominio, su frecuencia, que engendra esa raíz moralista y
egocéntrica, que empobrece y hasta vicia la oración de gran
número de personas.
Si queremos una oración distinta, dominada por esa otra
serie alternativa de sentimientos, nada mejor que centrarse
en la persona de Jesús y dejar que, por medio del diálogo o
el silencio contemplativo, nos grabe sus rasgos, nos marque
con su sello, nos impregne y nos llene: es decir, que, de
tanto mirarle y admirarle, nos vamos pareciendo a El; mejor
dicho, nos va haciendo El semejantes a si.
Lo esencial de cualquier pasaje no son las enseñanzas y las
consecuencias derivadas de ellas, sino Jesús mismo, su
actitud fundamental, sus sentimientos y sus rasgos. Por ello,
frente a una oración de mucho razonamiento, mucha
confrontación de mi vida con lo que dice el pasaje,
proponemos otra de pocos razonamientos, poca
confrontación y mucha contemplación de Jesús;
contemplación de su actuación concreta en el pasaje
elegido. No rechazamos los razonamientos, las enseñanzas y
la confrontación; pero no deben predominar; deben hacerse
de vez en cuando. Además, ocurre que el diálogo y el
silencio contemplativo engendran de forma connatural una
confrontación subterránea, que transforma a la persona
orante a imagen de Jesús.
15. Repetir la experiencia de los apóstoles
¿Qué es lo que más les quedó a los apóstoles y primeros
discípulos después de Pascua: unas enseñanzas, una
ideología, un programa? No vamos a negar que les quedó
también todo esto. Pero lo principal, infinitamente más que
todo lo anterior, fue su experiencia personal con Jesús.
Hasta el punto de que, todo lo demás -enseñanzas, ideología
y programa ni lo recibieron de forma organizada ni tenía
siquiera consistencia separado de la persona de Jesús.
Pues bien lo que se busca en esta oración evangélica es
repetir y alcanzar la experiencia de los apóstoles, que
empezó por la convivencia y se consolidó después de
Pascua con la fe. Para ello, el orante se introduce dentro de
la escena como un personaje más y reproduce en sí mismo
todo el pasaje. Por ejemplo, en el relato de Zaqueo (Lc 19,
1-19), primeramente uno se mete en la piel de cualquiera de
los acompañantes de Jesús y revive desde él el encuentro
de éste con el recaudador: ve y oye los gestos y actos de
uno y otro, las criticas de la gente, las frases del Maestro.
Recorre así todo el pasaje poco a poco. A continuación
recorre de nuevo el pasaje desde la piel de Zaqueo,
reviviendo en sí misma toda la experiencia de éste. En todo
el recorrido, además de los hechos y frases, contempla y
experimenta los sentimientos y actitudes de Jesús, y se deja
él mismo sentir y experimentar.
Realmente es distinto, muy distinto contemplar a Jesús
desde fuera o desde dentro del pasaje, como lo vio y sintió
uno de los discípulos o el mismo Zaqueo. Es distinto
reflexionar sobre lo que sintió aquel hombre (= meditación
desde fuera), que experimentarlo en si mismo, tras meterse
en su piel y hacerse otro Zaqueo.
El efecto de esta oración realizada desde dentro, es siempre
mayor y más hondo. Además, en un creyente comprometido,
muy pronto los pasajes se actualizan insensiblemente, y
empalman con las luchas de liberación protagonizadas por la
persona orante. El dolor, el mal, el pecado de entonces, se
unifican con los de hoy ajenos y propios, mientras que el
amor, la valentía, la ira comprometida, la acogida y la acción
de Jesús, se prolongan hoy en mí, y por mi en otros. Resulta
que yo soy Zaqueo, el leproso, el endemoniado, el discípulo
remiso; y Jesús me convierte, me cura, me libera, me da la
fuerza necesaria. Resulta que los pobres con quienes y para
quienes trabajo, son los leprosos, endemoniados y oprimidos
de hoy; y con Jesús nos curamos, nos levantamos y nos
liberamos todos.
Con lo cual, el evangelio pasa de libro de enseñanzas, a
libro de vida; de libro del pasado, a libro de hoy; de libro de
estudio, a experiencia personal. Entonces evangelio y
compromiso no sólo empalman sino que se identifican. Al
final, resulta que yo soy otro Jesús, que, tras ser liberado por
El, me transformo en continuador de su obra (El la continúa
por medio de mi), y en acompañante liberador de otros, que,
como yo, se liberan comunitariamente, con Jesús a la
cabeza. El evangelio deja de ser un libro terminado, porque
continúa escribiéndose en nosotros.
16. Hablar y escuchar
Anteriormente han quedado apuntados algunos defectos
bastante extendidos de la oración de los cristianos: el
moralismo; la autoinculpación y recriminación; la reducción a
enseñanzas, consecuencias prácticas y peticiones, etc. Hay
otro defecto no menos grave, que es el verbalismo. Las
celebraciones públicas de los cristianos son una sucesión de
palabras, junto con algunos signos. El rezo de las horas está
formado por una serie de salmos. Se comprende que en
tales actos públicos no pueda haber largos silencios. Lo malo
es que, frecuentemente, también las oraciones particulares
consisten en hablar y hablar a Dios, sin escucharle nada.
SILENCIO/VERBALISMO ESCUCHA/VERBALISMO: He
aquí el nudo de la cuestión: el mal del verbalismo radica en
la carencia de la escucha. A veces debiéramos preguntarnos
si hablamos a Dios o nos hablamos a nosotros mismos. De
tanto hablar sin escuchar, podemos acabar olvidándonos de
lo esencial de la oración, que es el otro con mayúscula, el
Padre, y con El, Jesús, y el Reino de Dios que vino a iniciar.
ORA/SILENCIO-PALABRA: Recordando a Santa Teresa,
podemos decir que orar es escuchar y hablar con toda
confianza a Aquel que sé que me quiere. En la buena
oración, la escucha es tan importante como la palabra.
Porque lo grande, lo tremendo, lo fascinante, es que Dios
nos habla; me habla a mi, personalmente. Lo hace sin
palabras, pero con suficiente claridad, para todo el que
busca sinceramente. ¡Esto es lo increíble! De forma que,
más importante que el contenido de lo que Dios me dice, es
el hecho de que nos hable, que me hable a mí. Dios me
habla al corazón, pero me habla realmente. Por eso, la
oración profunda de la nueva experiencia religiosa, se
alimenta tanto del silencio como de la palabra: un silencio
activo, en el que estoy pendiente de Dios Que es siempre el
Desconocido, a la espera de su palabra reveladora y
salvadora.
PD/LUZ-FUERZA: Su Palabra es luz que ilumina mi verdad y
mi mentira; la verdad y la mentira del mundo. Es fuerza que
empuja mi cambio, mi compromiso, el de mis compañeros, y
la transformación del mundo en Reino de Dios.
PD/BIBLIA-MUNDO: Esta Palabra de Dios nos llega por dos
conductos: la Sagrada Escritura y el mundo; de tal forma que
podemos afirmar abiertamente que los cristianos tenemos
dos biblias o libros sagrados: la Biblia escrita y la biblia de la
vida y los hechos históricos. La Biblia es la referencia
obligada para conocer la voluntad de Dios, en cualquier
caso; pero el mundo es también vehículo de su palabra, en
no menor medida. El cristiano debe escuchar a Dios por
ambas vías, y no le escucha realmente quien se limita a su
Palabra escrita. La atención a los hechos de la realidad
globales y particulares y el consiguiente discernimiento, es
imprescindible para que haya verdadera escucha de Dios.
Encontramos de nuevo unidos, por otro camino, los dos
factores que constituyen la nueva experiencia religiosa.
Ahora bien: aunque Dios nos hable por la vida y el mundo,
la actitud de escucha a Dios se desarrolla de forma
privilegiada en la oración. Lo cual no quiere decir que la
respuesta de Dios no nos llegue en otros momentos, como
puede ser el de la reflexión, el diálogo, el debate o la
acción.
En resumen:
- Una de las pobrezas de nuestra oración radica en limitarnos
a hablar a Dios sin escu- charle.
- Porque resulta que Dios nos habla y me habla, lo cual es
algo increíblemente grande.
- La verdadera oración consiste, no sólo en hablar a Dios,
sino también en escucharle, tanto en la Palabra escrita,
como en los hechos de la Historia y de mi propia vida.
17. Más allá de las palabras
La escucha de Dios conduce poco a poco al orante a una
alternancia de palabras y silencios activos, lo que da una
creciente profundidad a su oración. En la vida corriente
observamos que, más de una vez, las palabras estorban al
encuentro mutuo, bien porque impiden la escucha, bien
porque se reducen a un intercambio de ideas sin encuentro
humano, bien porque, en el mejor de los casos, no pasan de
ser una mediación, que vela o tapa, tanto como desvela, la
realidad del otro.
En la relación con Dios pueden ocurrir fenómenos
parecidos. Las palabras pueden atrapar de tal forma
nuestros pensamientos y sentimientos, que nos impidan el
encuentro vivo con Dios. Al estar ocupados en lo que le
decimos a Dios, podemos caer en la trampa de quedarnos
en nuestras propias frases, o sea en nuestro propio yo. Dios
está siempre más allá que cuanto le digamos u oigamos. La
oración tiene por finalidad el encuentro del orante con Dios,
no la petición equis, el problema y, o la inquietud zeta. Las
palabras y sentimientos son un medio para alcanzar ese
encuentro de toda nuestra persona con El: cabeza, corazón,
voluntad. Es preciso intentar llegar más allá de las palabras,
hasta Dios mismo.
Este esfuerzo de silencios encaja perfectamente con la
oración del creyente comprometido, que, como dice el
Concilio Vaticano II, debe auscultar y discernir los signos de
los tiempos, es decir las señales que Dios hace en la historia
humana.
Pero todavía se puede ir más lejos de los silencios
intermitentes, hacia el silencio creciente y hasta total.
Entonces los textos sobran, incluso el libro de los evangelios.
Los caminos orientales más serios, como el Zen, tienen
mucho que enseñarnos en este proceso. Probablemente es
preferible realizar primero un buen aprendizaje de la oración
evangélica, para familiarizarse con la persona de Jesús.
Incluso después, cuando se ha avanzado por las vías de la
desnudez total, es conveniente volver a ella, con cierta
frecuencia, a las oraciones evangélicas de silencios
intermitentes, para no perder de vista la persona de Jesús y
el Reino de Dios, objetivo principal y hasta único del
cristiano.
El silencio absoluto, exterior e interior, nos hace asimilar
vivencialmente el agnosticismo activo, tan querido de muchos
grandes creyentes, tan distinto de cuanto en Occidente
recibe este nombre. Es decir, nos hace sentir vitalmente que
Dios es otra realidad; que no es un ser más, sino el fondo de
todos los seres; y que está más allá de todas nuestras
especulaciones y sensaciones.
Al mismo tiempo fomenta en el creyente actitudes
profundamente evangélicas como las siguientes:
- El no saber, oscuridad luminosa y silencio sonoro, que es
el verdadero saber.
- La búsqueda humilde e incesante.
- La adoración profunda del misterio.
- El compromiso creciente con el amor.
Pero ese silencio nunca nos da otra característica del Dios
cristiano, cual es la de quebrar todos nuestros esquemas,
incluso el del Absoluto Silencio: es lo que pudiéramos llamar
el misterio roto, que se vislumbra sobre todo en la cruz,
vergüenza y escándalo para nuestra racionalidad. La
percepción de esta nueva profundidad es un don de Dios,
que nos llega por el evangelio. El compromiso por el Reino
de Dios penetra por otra puerta en este misterio, porque,
cuando es serio, choca con lo razonable y nos lleva a la cruz,
signo máximo de Cristo. La bienaventuranza de la cruz
dichosos cuando os persigan por causa del Reino de Dios
descorre un poco ese misterio roto, al que sólo se llega con
Jesús. De nuevo nos hallamos en el corazón de la nueva
experiencia religiosa, síntesis de oración y compromiso.
18. Una pedagogía sistemática
Al término de esta catequesis ¿será preciso insistir en que
esta síntesis requiere un esfuerzo prolongado y sistemático?
Las ideas no se hacen realidad si no las ponemos por obra.
La experiencia profunda no es un camino breve ni fácil.
Tanto el compromiso como la oración necesitan un proceso
pedagógico, en el que entran como factores el método, la
progresividad, y la compañía de un experto, catequista y
tutor. Con estas ayudas, desde la práctica prolongada y
creciente del compromiso y de la oración, se avanza hacia la
identificación con Jesús, la unión con el Padre y la entrega
sin reservas al Reino de Dios, en un compromiso beligerante.
He ahí la nueva experiencia religiosa.
GUÍAS DE PROFUNDIZACIÓN
G U Í A Nº. 1
A. Grupo pequeño
Comentar la insistente invitación a hacer la prueba que pone
la catequesis. (N° 2, N° 5, tercer punto).
B. Oración comunitaria
Con /Mt/18/01-05
Breve explicación del pasaje
Este pasaje nos propone el espíritu nuevo y la experiencia
nueva del evangelio, a través del símbolo del niño. En
síntesis, el niño representa aquí tres puntos centrales de
Jesús: el sentido filial para con Dios; el compromiso con los
pequeños y los pobres, y la humildad. Esta es la nueva
experiencia religiosa, tan vieja como el evangelio.
Sirve de punto de partida el afán de grandeza de los
discípulos, que aparece también en otros lugares de los
evangelios. Estos no ocultan los defectos de nuestros padres
en la fe ni su gran necesidad de conversión; lo cual resulta
alentador para nosotros. Subrayar: más grande en el Reino
de Dios (v. 1).
Jesús realiza un gesto simbólico: toma a un chiquillo, lo pone
en medio, y pronuncia dos sentencias formidables. Subrayar:
si no cambiáis y os hacéis como estos niños, no entraréis en
el Reino de Dios (v. 3); cualquiera que se haga tan poca
cosa como este chiquillo, ése es el más grande en el RD
(4).
Conviene meditar mucho en ellas. Fíjate especialmente en la
palabra «cambiar». Jesús lo dice rotundamente: necesitamos
un giro de ciento ochenta grados. El punto de referencia son
los niños, que en el mundo judío antiguo lo mismo que en el
griego no gozaban de ninguna consideración. Niños, pobres
y gente baja forman un conjunto coherente de marginados
en el evangelio de San Mateo. Pero lo del niño es sólo una
comparación: se nos pide espíritu de infancia adulto, no
infantil, y humildad personal, no sociológica, como la de los
niños. Jesús quiere además que ese espíritu nuevo, vaya
acompañado de gestos externos de servicio humilde, como
hizo El mismo primero.
Esa nueva experiencia se traduce también en acogida de los
pequeños, los pobres y los débiles. Jesús lo dice con tanta
fuerza, que le da el mismo valor que el de acogerle a El
mismo. Este énfasis aparece también en la famosa parábola
del juicio final y en otros pasajes. Subrayar desde «el que
acoge» hasta «me acoge a mí» (5).
La enorme densidad de este pasaje se percibe en el hecho
de que casi todo él queda subrayado.
Para orar, métete en la piel de cualquiera de los apóstoles,
que querían ser los más grandes del RD. Tú también quieres
lo mismo. Como ellos, necesitas un giro de ciento ochenta
grados. Jesús viene a ti, te mira, te muestra un niño o un
pobre y te dice las frases del pasaje; te enseña cómo
llegarás a ser grande. Diálogo largo y cálido con Jesús, con
deseos de cambiar radicalmente, peticiones, etc.
G U Í A N° 2
A. Repaso de la catequesis
Leer atentamente, bolígrafo en mano, tomar notas,
subrayar, etc., los números 1-5 de la catequesis. O sea,
leerlos con dos finalidades: como lectura espiritual y como
estudio.
Comprueba si tu trabajo ha estado bien hecho, con el
siguiente cuestionario.
1. La fe cristiana no es cuestión de conocimientos ni de
empeño voluntarista. ¿Qué es entonces la fe, por encima de
todo?
2. La verdad del evangelio ¿se estudia, se demuestra o se
prueba en la propia vida desde dentro? Explicar este punto.
3. ¿Ocurre eso solamente con la fe?
4. La fe de los apóstoles fue una fe de experiencia.
Explicarlo.
5. Decimos que la verdad del evangelio se comprueba desde
dentro, por experiencia, haciendo la prueba. Y ¿no puede
otra persona transmitirme su testimonio y su experiencia?
6. ¿Qué debemos hacer para pasar de la catequesis a la
experiencia personal? ¿Cuál es la primera condición para ser
buen catequista?
7. La fe de experiencia está sujeta a la duda. ¿Cuál es esa
duda y qué ventajas tiene? ¿Quién más la sufre además del
creyente?
B. Aplicación personal
Con el N° 10 de la catequesis.
Examinar los rechazos que aparecen ahí ante el compromiso
político.
Comprueba si tienes tú esos y otros rechazos.
¿No deberías vencerlos y superarlos, con los argumentos
que da este número?
¿No hay en tu rechazo miedo al compromiso o afán de
purismo?
Examina tu situación delante de Dios y pide mucha ayuda
para comprometerte al máximo.
Sigue el método de Aplicación personal (N° 11 del tema
ORA/REUNIONES
C. Oración
Con /Lc/10/25-37.
Breve explicación de este pasaje
Este pasaje es fundamental para captar la experiencia
religiosa nueva que nos trae Jesús. Podemos resumir su
contenido en cinco grandes enseñanzas.
- Primero: es preciso unir a Dios y al prójimo. El que no ama
al prójimo, no tiene verdadera experiencia religiosa. El que
no ama al prójimo de forma práctica, no ama a Dios. Esto ya
lo decía el Antiguo Testamento, como recuerda el jurista,
contestando a una pregunta de Jesús. El evangelio lo
reafirma. Subrayar el v. 27, desde «amarás» hasta «como a
ti mismo».
- Segundo: Jesús cambia completamente nuestra idea sobre
quién es el prójimo. El jurista le pregunta a Jesús: ¿Quién es
mi prójimo? Este le da la vuelta a la pregunta y la pone al
revés, preguntando a su vez: ¿Cuál de estos tres se hizo
prójimo del herido? Fíjate en la palabra se hizo. Jesús nos
dice que prójimo no es para mí el otro, sino que prójimo soy
yo, cuando me acerco al otro y le ayudo. Este planteamiento
es revolucionario, porque cambia completamente el concepto
de prójimo. Subrayar: ¿quién es mi prójimo? (29); ¿cuál de
los tres se hizo prójimo? (36).
- Tercero: además, Jesús me dice de quién debo hacerme
prójimo en primer lugar; a quien debo acercarme y ayudar
ante todo. La respuesta es clara: al caído y herido; o sea, al
necesitado. Nosotros decimos: Primero, los de casa. Jesús,
sin negar que debamos hacernos prójimos de los de casa,
dice: Primero, los necesitados. Son, pues, dos cambios
revolucionarios: uno en el concepto de prójimo; otro, en el
orden de preferencia. Subrayar: lo desnudaron, lo molieron a
palos y se marcharon dejándolo medio muerto (30).
- Cuarto: Jesús hace una crítica durísima de la religiosidad
sin prójimo. La dureza de esta crítica aparece en los
personajes que elige: un sacerdote y un clérigo. Ambos son
representantes del culto, de los actos religiosos. Quizás no le
atendieron al herido porque tenían que ir al templo. Jesús los
descalifica completamente a los dos. Su experiencia religiosa
es falsa.
Estos personajes están elegidos provocativamente para que
la parábola tenga más fuerza. No es que Jesús pretenda
descalificar la condición de sacerdote o de clérigo. Pero al
tomar esos personajes, su enseñanza queda más clara para
todos, sean sacerdotes o laicos. La religiosidad sin prójimo
es falsa. Subrayar: bajaba un sacerdote por aquel camino
(31); dio un rodeo y pasó de largo (31); lo mismo hizo un
clérigo (32).
- Quinto: Jesús abre la puerta a los herejes, heterodoxos y
ateos que ayudan al necesitado. Para esto, elige otro
personaje provocativo: un samaritano, es decir, un judío
considerado hereje y mal judío, un marginado religioso y
social. Al jurista le sentó tan mal esta elección, que, al
contestar a la pregunta de Jesús, no quiso decir la palabra
samaritano, sino que respondió: El que tuvo compasión de él
(37). Subrayar esta frase, y también: un samaritano, le dio
lástima; se acercó; le vendó las heridas (33); lo montó en su
propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó (34);
pues anda, haz tú lo mismo (37).
El amor y ayuda al necesitado adquiere en esta página la
máxima altura. Y es mucho lo que nos exige, porque amar a
los necesitados, y en general a los demás, como a si mismo,
supone un nivel altísimo.
Para orar, puedes tomar dos caminos distintos. El primero
es seguir el método «Inteligencia-Corazón-Voluntad» o el de
Aplicación personal (números 7 y 11 del tema
«ORA/REUNIONES»). Pide mucha ayuda a Dios, porque
amar como enseña Jesús es un camino largo y difícil El
segundo, ver a Jesús como buen samaritano. El, que fue
considerado hereje y liquidado por los ortodoxos, fue el buen
samaritano, que tuvo -y tiene lástima de todos los heridos,
dolientes y oprimidos, y se acercó se acerca para curarlos,
para curarnos, para curarme. Mejor si haces dos ratos, uno
con cada método. Ora con mucho corazón.
D. Otra oración
Repetir el mismo pasaje, con la segunda de las vías
indicadas.
G U Í A Nº. 3
A. Repaso de la catequesis
Lectura atenta -en plan de estudio y meditación de los
números 6-10 de la catequesis. Subrayar, tomar notas,
resumir las ideas principales.
Comprueba tu grado de asimilación con el siguiente
cuestionario.
1. ¿Es nueva la nueva experiencia religiosa? ¿En qué
sentido es nueva y en cuál no?
2. Lo más nuevo de la N.E.R. (nueva experiencia religiosa)
está en ser una síntesis de cosas aparentemente opuestas.
Explicar este punto.
¿Entran en esta síntesis las nuevas corrientes de oración
profunda? ¿Con qué condi- ciones pueden entrar?
3. La novedad de la N.E.R. no está sólo en el prójimo, sino
además en el prójimo anónimo y colectivo.
Explicar este concepto y mostrar por qué las obras de
caridad son insuficientes.
4. La parábola del samaritano hace tres puntualizaciones
sobre el prójimo. ¿Cuáles son?
5. Según lo anterior, la idea de que soy yo quien debo
hacerme prójimo de los demás, debe puntualizarse más,
haciendo referencia al pobre anónimo y colectivo. ¿Cómo
redactarías ésa o esas dos frases?
6. ¿Por qué hemos de integrar el compromiso político en la
N.E.R.?
7. Explicar los rechazos existentes frente a lo político:
a) En los cristianos de derechas.
b) En los jóvenes idealistas inclinados a los pobres.
¿Qué respuestas convincentes darlas a estos dos grupos
de objetantes?
B. Aplicación personal
Con el N.° 16 de la catequesis. Seguir el método de
Aplicación personal (ORA/REUNIONES, 11). Primero
entresacar las ideas principales de ese N.° 16. Como
siempre, que funcione mucho el corazón, en diálogo con
Jesús. Al final la voluntad.
C. Oración
Con /Flp/03/02-11
Breve comentario del pasaje
Las duras expresiones iniciales hacen referencia a los
cristianos judaizantes, que exigían la circuncisión a los
paganos que se hacían cristianos. Pablo se oponía a esto, y
lo perseguían por considerar que había renegado de su
condición de judío. Tengamos en cuenta que tal condición
era el mayor timbre de gloria de los judíos, los cuales,
además, eran respetados y bien considerados en el Imperio
Romano.
Pablo nos dice aquí algo impresionante: que él tenía más
motivos que sus adversarios para gloriarse de su condición
de hebreo de pura cepa; pero que, desde que ha conocido a
Jesús, todas las glorias humanas le parecen nada. Subrayar:
ponemos nuestra gloria en el Mesías Jesús sin confiar en lo
nuestro (v. 3); yo ciertamente tendría motivos para confiar en
lo propio (4); todo esto que para mi era ganancia, lo tuve por
pérdida comparado con el Mesías (7).
Es interesante fijarse en tres palabras del v. 8: «haber
conocido personalmente» a Jesús. Pablo no conoció a Jesús
en vida de éste. Se convirtió después de la muerte de Jesús.
¿Qué significa, pues, personalmente? Significa conocerle no
sólo con la cabeza, sino con el corazón, con el seguimiento;
significa la fe de experiencia. Subrayar: cualquier cosa tengo
por pérdida al lado de lo grande que es haber conocido
personalmente a Jesús (8).
Gran testimonio, testimonio caliente, el que nos da Pablo.
Pero aún dice más: Por él perdí todo aquello y lo tengo por
basura, con tal de ganar a Cristo (8); subrayar esta frase.
Efectivamente, Pablo renunció por Jesús a lo más querido
para él; a aquello por lo que habla luchado, hasta el extremo
de haber sido perseguidor de la Iglesia por su ideal judío.
Subrayar: perseguidor de la Iglesia (6).
Pero Pablo sigue esforzándose. No le basta lo que ha
conseguido. Quiere más. Quiere conocer más a Jesús,
amarle más, seguirle más y estar más lleno de El. Es
conmovedor ver las cuatro cosas que desea y busca, según
nos dice en los versiculos 10-11.
Primera, «tomar conciencia de su persona» (10; subrayar).
¿No la tiene? Sí, pero quiere más: más sentimiento, más
experiencia.
Segunda, tomar conciencia «de la potencia de su
resurrección» (10; subrayar). ¿Qué quiere decir esto? Que
quiere experimentar en su propia persona la potencia que
tiene la resurrección de Jesús para resucitarnos, para
transformarnos.
Tercera, tomar conciencia «de la solidaridad con sus
sufrimientos» (10; subrayar). Es decir: quiere ser solidario de
los sufrimientos de Jesús. Más claro: quiere que le toque
sufrir con Jesús por el evangelio y por los seres humanos.
Cuarta, reproducir en sí mismo la muerte de Jesús para
alcanzar la resurrección (10 y 11; subrayar). Pablo sabe que
a la resurrección de Jesús se llega por la muerte. Y lo desea
vivamente.
Cualquiera dirá que Pablo estaba loco. Y dirá verdad.
Porque estaba loco por Jesús. Renunció a todo, pasó
innumerables sufrimientos y aventuras. Pero no porque sí,
sino porque primero se llenó de Jesús. Se llenó tanto, que
todo lo demás le resultaba basura.
Para orar, puede ser bueno el método de lectura por trozos.
(ORA/REUNIONES, N.° 10). Detente en cada confidencia de
Pablo; desea tener tú su misma experiencia y habla de ello
cálidamente con Jesús. Pídele tú también las mismas cosas,
una a una, repitiendo las palabras: ganancia/pérdida,
basura, conocer personalmente a Jesús, lo grande que es
esto, etc. Pon mucho sentimiento.
D. Otra oración
Es muy conveniente repetir la anterior, no una vez, sino
varias veces.
Pero, si alguno desea otro pasaje, le proponemos el
siguiente: /Mt/13/44-46.
Breve comentario
Estas dos pequeñas parábolas son como una sola. El centro
de ambas es la fe, el encuentro vivo con Jesús.
La perla es, según Jesús, el Reino de Dios, que debemos
buscar con todas nuestras fuerzas. Después de Pascua, los
discípulos descubrieron que la perla es Jesús, el evangelio.
La perla es la nueva experiencia religiosa que tenemos con
Jesús.
- Primero, el tesoro oculto. En ambos casos, el tesoro está
oculto. En un caso, escondido en el campo; en el otro,
mezclado con otras joyas de poco valor. Así aparece la fe
cristiana y el conocimiento de Jesús: poco visible y llamativa,
o bien mezclada, como una más, con otras ofertas que nos
hace la sociedad. Para mí también, a primera vista, estaba
oculto este tesoro. ¿Lo está todavía?
- Segundo, el descubrimiento. Hace falta un descubrimiento
para encontrar este tesoro o perla. Para ello, hay que mirar
atentamente; no dejarse engañar por las apariencias, como
si no hubiera nada en ese campo o como si esta perla fuera
una más entre otras. Los dos hombres de las parábolas
hacen el descubrimiento, porque han buscado de verdad. Su
alegría es enorme. ¿Cómo busco yo? ¿Con constancia?
¿Me dejo engañar fácilmente? ¿Desisto pronto?
- Tercero, la venta. Los dos hombres venden todo lo que
tienen por adquirir el tesoro o la perla. Su renuncia es
tremenda, pero la hacen después que han encontrado el
tesoro. Y les merece la pena.
Las exigencias cristianas resultan duras para quienes no
han descubierto este tesoro. Después del descubrimiento, se
hacen con alegría. A veces, una llamada especial de Dios
también resulta costosa; pero si ha habido ese
descubrimiento, se supera la dificultad y Dios nos da una
inmensa alegría. Subrayar: tesoro escondido (44); lo
encuentra (44); de la alegría (44); vende todo lo que tiene y
compra aquel campo (44); desde «al encontrar» hasta «la
compró» (45).
Para orar, comienzo por presentarme a Jesús y pedirle la
gracia de hacer una buena oración: que esta doble parábola
haga impacto en mi corazón.
Luego, aplico este pasaje a mi vida. Le presento a Jesús mi
realidad, y le pido el don de preferir ese tesoro, que es él
mismo, a todos los demás bienes. Me avergüenzo ante él,
amorosamente, de la cantidad de pegas y dificultades que le
pongo. Deseo vivamente hacer el descubrimiento y luego
vender lo que haga falta para conseguir este tesoro.
Procuraré hacer también muchos actos de confianza. El me
ayuda en mi búsqueda, mi esfuerzo, mis renuncias. Acabo
dándole gracias por esta oración.
G U Í A Nº. 4
A. Repaso de la catequesis
Lectura atenta y meditada de los números 11-18 de la
catequesis. Subrayados, notas, resumen, etc. Y cuando,
durante la lectura, te sientas tocado por Jesús, interrúmpela
y ora un rato. No hagas sólo la oración programada.
Comprueba tu grado de asimilación con el siguiente
cuestionario.
1. Tres connotaciones de lo que es orar frente a lo que a
veces se entiende por rezar.
2. ¿Cuál es el instrumento principal de la oración en la
N.E.R.?
3. En la oración de muchos cristianos con la Palabra de
Dios, hay tres tendencias que denotan mucha pobreza.
¿Cuáles son? ¿Qué otras actitudes hemos de desarrollar.
4. En la oración con la Palabra de Dios, ¿cuál debe ser el
centro? ¿Qué es lo más importante?
5. ¿Cómo podemos actualmente reproducir en nosotros
mismos la experiencia de los apóstoles y de las personas
que se encontraron con Jesús?
6. En un lugar de la catequesis dice: «Con lo cual, el
evangelio pasa de libro de enseñanzas a libro de vida; de
libro del pasado a libro de hoy; de libro de estudio a
experiencia personal». Explicar cómo se consigue eso.
7. Uno de los males de nuestra oración suele ser el
verbalismo. Explicar algunas de sus consecuencias
negativas.
8. Más allá de las palabras. ¿Has hecho alguna experiencia
de oración sin palabras o de escasas palabras? Recuérdala.
Exponla brevemente.
B. Aplicación personal
Con el Nº. 2 de la catequesis.
Emplear el método de Aplicación Personal
(ORA/REUNIONES, N.° 11).
Primero entresacar todas las ideas del N.° 2.
Hay una pregunta que vale por todas: ¿Estoy haciendo la
prueba? ¿De verdad? ¿A tope?
¿Un catecumenado produce efectos sorprendentes en las
personas, cuando éstas hacen seriamente la prueba; cuando
cumplen escrupulosamente las orientaciones. De lo
contrario, no produce ningún fruto. El catecumenado no es
una serie de teorías bonitas para aprender, sino unos
ejercicios prácticos, cuya efectividad es enorme, si se
realizan.
Hay algunas otras preguntas: ¿Voy teniendo experiencia de
Jesús como los apóstoles? ¿Estoy resucitando con Jesús?
C. Oración
Con /Lc/10/21-24.
Breve explicación del pasaje
Este pasaje tiene gran interés para entender la experiencia
religiosa de Jesús. Nos interesa sobre todo el versículo 21,
que nos transmite una oración, en voz alta de Jesús.
Su contenido es el siguiente: Jesús alaba al Padre porque
ha ocultado el misterio del RD a los sabios y entendidos y se
lo ha revelado a los pobres.
Detrás de esa exclamación hay un hecho histórico: los
judíos importantes, lo mismo que las ciudades ricas de
Galilea, le rechazaron (ver una referencia en los versículos
13-15 del mismo capitulo); en cambio, la gente sencilla
pobres, pequeños y marginados le entendieron y le
reconocieron. Ese hecho se convierte para El en una
revelación divina; y aprende que Dios se cierra a los
soberbios, los autosuficientes, los bien situados, que ponen
la confianza en sí mismos (a todos ellos se refieren las
palabras «sabios y entendidos»), y se abre a los pequeños y
poco importantes que se saben pobres (todos ellos quedan
incluidos en las palabras «gente sencilla»). Esta revelación le
produce una intensa emoción, y entonces ocurre la oración
exclamativa delante de sus discípulos.
Veamos CUATRO RASGOS de la oración de Jesús.
- La intimidad con el Padre. Se nota que Jesús habla con el
Padre a todas horas con la máxima intimidad. Tal intimidad
queda remachada por la declaración del v. 21. Subrayar,
desde «Mi Padre me lo ha enseñado todo», hasta «lo sabe
sólo el Hijo».
- Los pobres. En la oración de Jesús entran el Padre y los
problemas del mundo, más en concreto los pobres. Jesús
une los dos polos, tanto en su actuación como en su
oración.
- El conflicto. Esta breve exclamación nos muestra el
conflicto de Jesús con los poderosos. La oración de Jesús,
aunque llena de confianza en el Padre, está atravesada por
el conflicto que trae siempre la opción por lo pobres.
- La alegría. Al recibir la revelación de que Dios está con los
pobres, siente una alegría explosiva, por la gran novedad de
los caminos de Dios. En medio del conflicto, su oración es
alegre, consoladora y hasta emocionada.
Podemos subrayar: con la alegría del Espíritu Santo;
Bendito seas; porque, si has ocultado estas cosas a los
sabios y entendidos se las ha revelado a la gente sencilla
(todo el v. 21).
Los discípulos de Jesús también participamos de la
revelación que tuvo El. Nos lo dice el final del v. 22: aquel a
quien el Hijo se lo quiera revelar. Subrayar esa frase, que
tanto nos afecta y alienta. Y por eso, somos dichosos, como
El mismo. Subrayar: Dichosos los ojos que ven lo que
vosotros véis (23).
Para orar, recomendamos tomar dos ratos y dos métodos
diferentes.
Primer rato: estudiar el contenido del pasaje y del
comentario y hacer oración de aplicación personal
(ORA/REUNIONES, N.° 11). En concreto: ver si tengo los
rasgos de la oración de Jesús; si he recibido su revelación; si
me siento por ello dichoso, etc. Y examinar las causas.
Conviene recordar que, aunque sea una oración de
reflexión, se ha de dar mucho juego a los sentimientos y
deseos.
Segundo rato: oración de contemplación de Jesús: ver su
rostro iluminado en oración emocionada, desear vivamente
ser como El, y pedírselo.
D. Otra oración
Lo mejor es repetir el pasaje anterior, lo que se indica para
el segundo rato.
Si alguno necesita otro material, puede utilizar el credo, con
el método de lectura por trozos, uno de los materiales
siguientes.
AMAR HASTA EL FIN
Podéis hacer lo que queráis, pero nosotros seguiremos
amándoos. Metednos en las cárceles, y aún así os
amaremos. Lanzad bombas contra nuestras casas,
amenazad a nuestros hijos, y, por difícil que sea, os
amaremos también. Enviad en las tinieblas de la medianoche
sicarios a nuestras casas, golpeadnos, y aún estando
moribundos, os amaremos. Enviad a vuestros propagandistas
por todo el país a decir que no estamos preparados, ni
culturalmente ni de ningún otro modo, para integrarnos en la
sociedad, y os seguiremos amando.
Pero llegará un día en que conquistaremos la libertad, y no
sólo para nosotros: os venceremos, conquistaremos vuestro
corazón y vuestra conciencia, y de ese modo nuestra victoria
será doble.
MARTÍN ·LUTHER-KING
CREDO «FE Y JUSTICIA»
CREEMOS EN JESÚS,
Hombre libre y solidario,
camino y meta del ser humano
y de la Historia Universal.
Muerto violentamente en cruz,
por el poder civil y religioso,
a causa de su compromiso con los últimos de la tierra,
y, a través de éstos, con todos los hombres y mujeres.
Profeta de la fe y de la justicia,
El se convirtió por su resurrección
en Líder de la Humanidad,
para gloria de Dios y salvación de todo el mundo.
CREEMOS EN EL DIOS DE JESÚS,
su Padre y nuestro Padre,
fuente de todo bien y enemigo de todo mal,
que ha creado un mundo en marcha
y lo ha puesto en nuestras manos,
para que desarrollemos la creación en beneficio de todos.
Nos ha enviado a su Hijo Jesús,
para que dé comienzo a su reinado,
a fin de que no haya más dioses ni amos,
y seamos todos libres y solidarios.
CREEMOS EN EL ESPÍRITU SANTO,
Espíritu de justicia y amor que llenaba a Jesús,
derramado sobre nosotros para que continuemos su obra
y hagamos un mundo nuevo sin clases ni desigualdades.
CREEMOS QUE LA IGLESIA ES LA COMUNIDAD DE JESÚS
santa y pecadora al mismo tiempo,
enviada a anunciar a todo el mundo la Buena Noticia,
y a ser signo eficaz de fe y de justicia.
PROCLAMAMOS QUE HAY UN FUTURO ILIMITADO
PARA CADA SER HUMANO,
por encima del dolor y de la injusticia,
porque el mal ha sido vencido
y la muerte también ha sido vencida por Jesús.
Amén.
·Loidi-P.
G U Í A Nº. 5
A. Balance personal del mes
1. Repaso de mi trabajo en este mes: asistencia,
puntualidad, guías, participación activa en reuniones.
2. Repaso mi sentido comunitario: sobre todo, mi ayuda
práctica a los compañeros. Ver hechos, no teorías.
3. Tomar un punto del programa de este curso, previamente
señalada por el responsable. Ver mis avances, retrocesos,
estancamientos y sus causas.
4. ¿Cómo me encuentro, cuál es mi estado de ánimo en el
proceso de conversión, fe y compromiso? ¿Estoy animado y
alegre en el seguimiento de Jesús? Causas de mi situación.
B. Balance comunitario
1. En conjunto ¿qué tal marcha la comunidad, cómo lo veo
yo?
2. Los responsables pueden añadir puntos que interese ver
especialmente.
C. Oración
Con /Lc/05/33-39.
Método: Personajes.
Primero, fariseos y discípulos de Jn; luego, Jesús.
Breve explicación del pasaje
VINO-ODRES-NUEVOS: La novedad que nos trae Jesús
queda fuertemente marcada en este pasaje. Es, pues, un
texto importante para captar la nueva experiencia religiosa.
La alegría es un factor importante de la misma, pues la
cercanía de Dios y la liberación de los pobres nos hacen vivir
en fiesta con Jesús. Vayamos paso a paso.
La idea central de este pasaje está en las dos
comparaciones: la del vino nuevo y la del remiendo. Ambas
quieren decir lo mismo: que Jesús no vino a remendar o
mejorar el judaísmo, sino a traer algo nuevo, que exige un
nuevo nacimiento. No vino a traer una reforma religiosa, sino
un mensaje y vida nuevos, que están plasmados en su
propia vida.
Vino nuevo, odres nuevos. Esta comparación quiere decir
que el evangelio no se puede meter en la vieja mentalidad y
las viejas estructuras. Lo del remiendo quiere decir lo mismo.
No se trata de echar petachos. Lo nuestro es una vida
nueva.
Jesús se refería al judaísmo, pero algo parecido ocurre hoy
en día con muchos cristianos que descubren a Jesús en la
comunidad y el compromiso social, más la oración y la fiesta:
que su fe no pueden expresarla en las viejas estructuras,
porque no cabe en ellas. Por eso mucha gente no los
entiende. Subrayar desde «nadie recorta» hasta «manto
viejo» (v. 36); desde «nadie echa» hasta «odres viejos» (v.
37); y «el vino nuevo hay que echarlo en odres nuevos» (v.
38).
El pasaje empieza con una acusación de los fariseos contra
Jesús, porque los discípulos de éste no ayunaban tanto
como ellos. Por querer ser perfectos, los fariseos ayunaban
más de lo que mandaba la Ley. En cambio, Jesús y sus
discípulos no ponían el acento en los preceptos externos,
sino en la vida nueva. El pasaje revela también los roces
entre los primeros cristianos y los discípulos de Juan
Bautista. Los fariseos están picados. Subrayar «los tuyos, a
comer y beber» (v. 33).
Jesús responde con la comparación de la fiesta de bodas. El
es el novio, y sus discípulos, los amigos del novio. Es una
respuesta a la vez irónica y verdadera. Para los fariseos, la
religión era exigencia; para Jesús, alegría y fiesta. Porque se
trata de nuevo nacimiento y vida nueva. Subrayar desde
«¿Queréis que ayunen» hasta «dura la boda?».
Para orar, lo mejor es imaginarme la escena, mirar mucho a
Jesús, reír, gozar mucho con El. Escucho lo que me dice
personalmente. Me hablará de vida nueva, de adquirir
mentalidad nueva, gozar mucho y pasarlo bien. Me dirá que
debo poner el acento en dos cosas: nacer de nuevo y fiesta;
que no ponga remiendos ni petachos a mi vida, sino que la
cambie entera.
Conviene usar la imaginación; orar con mucho sentimiento;
hablar y escuchar mucho a Jesús. Debo darle mil veces
gracias por haberme llamado a su fiesta.
D. Otra oración
Con /Lc/19/01-10.
Método, personajes, en este orden: Zaqueo, Jesús, la gente
que murmuraba.
Breve explicación del pasaje
Es la preciosa historia de un hombre pecador, que realiza
también la conversión y el nuevo nacimiento. Está cargado
de elementos significativos. Veamos los tres personajes del
relato.
- Zaqueo. Es jefe de recaudadores y, por lo tanto,
doblemente explotador. Tiene gran interés por ver a Jesús y
lo consigue. Se pone muy contento al recibir la invitación.
¿Qué le pasó en la comida con El? No lo sabemos. Pero
conocemos el resultado: la mitad de sus bienes fueron a
parar a los pobres; y devolvió sus fraudes multiplicados por
cuatro. Este personaje se nos hace muy querido. Subrayar:
Jefe de publicanos (2), trataba de distinguir quién era Jesús
(3), se adelantó corriendo (4), se subió a una higuera (4),
muy contento (7), se puso en pie (= signo de decisión) (8), la
mitad de mis bienes se la doy a los pobres (8), se lo restituiré
cuatro veces (8).
- Jesús. Toma la iniciativa y se invita a casa de Zaqueo.
Elige la casa que menos podía imaginar aquella gente, la de
un pecador, un mal visto, jefe de recaudadores.
Murmuran contra él, pero sigue adelante. Y le dice a Zaqueo
unas palabras impresionantes. Subraya: levantó la vista (5),
hoy tengo que alojarme en tu casa (5), hoy ha llegado la
salvación a esta casa (9), también él es hijo de Abraham (9),
este hombre ha venido a buscar lo que estaba perdido (10).
* La gente. Murmura contra Jesús, por haber entrado a
hospedarse y comer a casa de un pecador. Recordemos:
comer era un acto de gran unión. Eso no podía hacerse con
un pecador. Mucho menos, hospedarse. Jesús sigue
decidido su camino. Subrayar: murmuraban todos (7).
El evangelista, al final del viaje de Jesús hacia Jerusalén,
nos presenta en este cuadro algunas de sus notas
preferidas, como:
-. La conversión verdadera pasa por el desprendimiento
económico y el reparto de bienes. Esta idea queda muy
acentuada en el pasaje. Sin esto no hay nuevo nacimiento.
- Jesús cercano a los pobres, así como a los pecadores, mal
vistos y marginados, aunque sean ricos; se compromete con
ellos, y les trae la liberación personal y social. Todo lo cual
provoca escándalo entre los buenos, sobre todo cuando
dice: También él es hijo de Abraham. Esta frase, dicha de un
publicano, tenía que sonar como una provocación a oídos
judíos.
Para orar, nada mejor que imaginar la escena y meterse
dentro de Zaqueo. Luego hacer con él todo el recorrido.
Recuerdo mi búsqueda de Jesús, más o menos consciente y
sincera. Pero es El quien ha salido a mi encuentro, para
ofrecerme fe, justicia, comunidad, o sea vida nueva, el nuevo
nacimiento, la conversión. Escucho sus increíbles palabras,
que me dice a mi, a mi personalmente. Las saboreo. Admiro
el compromiso y la compañía de Jesús. Deseo
comprometerme como él. Y ¿qué le digo? ¿Qué le ofrezco?
¿Qué le prometo hoy, puesto en pie? Ojalá sea un diálogo
cálido y confiado, lleno de sentimientos vivos. Hoy viene la
salvación a mi casa.
PATXI-LOIDI
NUEVA EXPERIENCIA RELIGIOSA
Cuadernos FE Y JUSTICIA 6
Ediciones EGA. Bilbao-1987