Likutéi Sijot Tomo 5, pág. 36
GRACIAS...
Aún
antes de saber qué hay dentro del envoltorio, al recibir un obsequio decimos:
"gracias". Antes de probar el postre de espectacular aspecto que acaba
de traer el mozo, murmuramos: "gracias". Y antes de comenzar nuestro día,
inmediatamente después de comprobar que ya no disfrutamos de nuestro dulce sueño,
pronunciamos la plegaria de 'Modé Aní': "Doy gracias a Ti, Rey viviente y
eterno, pues Tu has restituido mi alma dentro de mí; grande es tu
fidelidad".
Aunque aún no hayamos lavado ritualmente nuestras manos, ni enjuagado nuestra
cara, o cepillado nuestros dientes, podemos enunciar esta oración. La
obvia razón de esta excepción es, que el nombre de Di-s no es mencionado en
ella, refiriéndose a El como "Rey". De todas formas, esta concesión
apunta al componente radical de cada judío, ya que su verdadera esencia -el
alma- nunca podrá ser contaminada, manchada o corrompida.
El concepto de manifestar gracias a Di-s es uno de los principios fundamentales
de la vida judía. Por eso comenzamos cada día con una expresión de gratitud -Modé
Aní- reconociendo que Di-s nos retornó nuestra alma. Este, nuestro primer acto
del día, sirve de fundamento para nuestra conducta subsiguiente. Nos enseña
a ser agradecidos, a no tomar nada por sentado y apreciar todo lo que tenemos.
El Baal Shem Tov, fundador del movimiento jasídico, es famoso por sus esfuerzos
realizados para difundir las enseñanzas del judaísmo entre los iehudim,
especialmente entre los niños pequeños. Incluso, cuando se relata la historia
de su vida, previamente a nombrar su gran erudición, lo piadoso que era, su
ilimitado amor a todos los judíos y los milagros que llevó a cabo, se
subraya sobre sus comienzos como ayudante del melamed (maestro tradicional judío).
En ese entonces, el Baal Shem Tov le recordaba a los niños comenzar su día con
aprecio y gratitud a Di-s, recitando el Modé Aní.
Además esto nos pone a tono durante todo el día y toda la vida. Nos enseña
a ser agradecidos desde los comienzos de nuestra existencia.
Nuestros Sabios nos enseñan que, cada noche, cuando la persona se acuesta a
dormir, su alma retorna a su Fuente Divina y rinde cuenta de todas las
actividades realizadas en el día. En la plegaria que pronunciamos antes de ir a
dormir decimos: "en Tu mano encomiendo mi espíritu, Tu me redimirás, Di-s
de verdad". Una prenda es algo que el deudor entrega al acreedor, como
garantía de que la obligación será abonada. Normalmente esta prenda no es
devuelta mientras la deuda no ha sido saldada. Pero Di-s es muy misericordioso;
a pesar de que estamos endeudados con El, Hashem nos devuelve nuestro alma.
Más adelante, nuestros Sabios declaran: Cuando una persona entrega una prenda,
incluso se trate de algo nuevo, se avejenta y mancha con el paso del tiempo.
Pero Di-s nos retorna la "prenda" renovada y lustrosa a pesar de
haberla recibido "usada".
El hecho de irnos a dormir "muertos de cansancio" y despertarnos
"como nuevos", al retornar del inconsciente mundo de los sueños, es
similar a lo que sucederá cuando tenga lugar la "resurrección de los
difuntos", durante la Era Mesiánica. Esta vivencia diaria fortalece
nuestra convicción en dicho hecho, que es uno de los Trece Principios de Fe del
judaísmo. Agregando además un significado especial a las palabras:
"grande es Tu fidelidad", pues confiamos en que Di-s no sólo nos
retornará nuestro alma cada mañana, sino también lo hará al final de los días,
cuando todos se levanten de su "sueño".
Lo invitamos a habituarse a dar las gracias desde el primer instante del día.
¡La gratitud siempre está vigente!