Ludwig Wittgenstein (1889 - 1951) y el positivismo lógico.
Ludwig Wittgenstein nace en el seno de una familia judía católica en el año
1889, en la ciudad austríaca de Viena, realizará estudios de ingeniería, y se
trasladará a Manchester para especializarse en análisis matemático y
aeronáutica. En la Universidad de Cambridge, conocerá a Bertrand Russell, y
tomará contacto con la filosofía de la ciencia. Durante la Iª Guerra Mundial,
regresará a Austria y servirá como oficial del Ejército. Posteriormente, volverá
a Inglaterra y publicará el ¨Tractatus logico-philosophicus¨. No obstante, entre
1919 y 1926 experimentará una transformación que le llevarán a la publicación de
¨Investigaciones filosóficas¨.
1. La Psicología de la Filosofía.
a) Un análisis del lenguaje.
Uno de los grandes pensadores seminales del siglo XX ha sido Wittgenstein, que
aunque situado con razón por los críticos en el campo del positivismo lógico de
Russell, del cual recibirá una gran influencia, se desmarcará de su filosofía
científica, y aportará desde su ¨principio de verificabilidad¨ una filosofía
analítica que pretende demostrar que solamente tienen significado aquellos
enunciados que son empíricamente verificables. Es decir, en la misma línea que
Karl Popper y su metodología de la ciencia, que expondrá el ¨principio de
falsación¨ como una de las bases fundamentales de los postulados científicos, y
que afirma que cualquier hipótesis que pretenda ser verificada se debe resistir
al hecho de que sea posible falsearla, es decir, sustentarse en el principio de
que toda verdad es empíricamente demostrable sino se puede probar su falsedad.
El lenguaje de la ciencia es y debe permanecer como imágen de los hechos,
entonces sólo las proposiciones y los enunciados referidos a contenidos
empíricos constituyen un lenguaje auténticamente científico. Por esta razón,
Wittgenstein en referencia a la mística y en comparación con la ciencia, la
describe, como algo prácticamente indecible, inexpresable (¨unaussprechliches¨),
porque tiene que ver con el sentido de la vida, con el hecho de que exista el
mundo, con lo ético, es decir, aceptando la existencia de lo místico, y
desmarcándose de la idea de la ciencia de Russell como principio ético. En
palabras suyas: ¨Mi obra consta de dos partes: una la que he escrito. Otra la
que no he escrito. Esta segunda es la más importante¨.
b) La terapia semántica.
Wittgenstein considera necesaria una ¨terapia semántica¨, en la que el filósofo
debe ser un terapeuta que nos cure de las especulaciones, y debe limitarse a
describir el modo cómo se usan los vocablos para expresar la realidad, aquella
misma que está sujeta a las reglas convencionales según el contexto en el que se
dan los diversos usos del lenguaje. Por tanto, la filosofía no debe ser
especulativa, sino analítica, lógica y mística, que según el lenguaje en que se
expresa, la primera consistirá en un análisis del lenguaje, el que nos muestra
una imágen, y los otros lenguajes como el lógico nos mostrarán la verdad sobre
los hechos. Pero también, existe lo místico, es decir, Dios, que es en sí mismo,
inefable, y que tan solo es necesario que se revele.
La filosofía como resultado de la dialéctica se puede convertir en mera
especulación intelectual, y es menester recuperar su razón de ser puramente
descriptiva, la lógica de lo real y de su verdad revelada.
2. Una revelación sobre la existencia de Dios.
Entre las influencias más tempranas e importantes que marcaron la vida de
Wittgenstein, encontramos la doctrina del Verbo de Dios, o el Logos del IV
Evangelio según San Juan, y los principios filosóficos helénicos y cristianos de
San Agustín, y después de ser profesor de Universidad en Inglaterra y de
convertirse por voluntad propia en maestro de una escuela austríaca, la vida le
llevará a ser jardinero en un Convento, y a desprenderse de su herencia entre
sus hermanos. No obstante, volverá a Cambridge a petición de la Universidad,
para impartir clases de filosofía hasta que sobreviene la IIª G.M. en la que
participará como camillero en un hospital londinense. Finalmente, tras un corto
periodo de tiempo abandonará definitivamente la cátedra universitaria, de la que
con nostalgia escribirá años después ¨Cuadernos Azul y Marrón¨, lecciones
dictadas en inglés de los cursos 1933-34 y 1934-35. Y pasará sus últimos días en
la costa occidental de Irlanda, hasta que el cáncer hace mella en su salud y
acaba con su vida en 1951. Su frase lapidaria: ¨Dígales que he tenido una vida
muy feliz¨.
Las bases de su análisis del lenguaje, en el que más que fijarse en los
significados lo hace por sus usos, descubre lo importante que es aclarar el
significado de las palabras en el contexto de su uso y según su reglamentación
propia, este es el criterio de la filosofía, comprender la función de las
palabras en los diversos lenguajes, de como se relacionan con la vida, de como
expresan los sentimientos de las personas que hacen uso de ellas. Es erróneo,
pues como dice Wittgenstein, y en la misma línea que se hallaría la
fenomenología de Edith Stein, afirmar que la filosofía intenta explicar el
sentido de la vida a partir de lo que está más allá de lo fenomenológico, de ese
mundo del que Nietzsche busca su explicación como resultado de una especulación
sobre la voluntad de poder, remitiéndonos a falsos problemas.