Las diferencias entre guerra santa, Jihad, y las
cruzadas
Entrevista con el historiador Jean Flori
CARNAC, jueves, 13 mayo 2004 (ZENIT.org).-
Aunque aparentemente no se vean las diferencias, no es lo mismo ni mucho menos
las cruzadas medievales, o la guerra santa o jihad islámica, constata un
historiador.
Jean Flori (Lillebonne, 1936), medievalista, director de investigación en el
CNRS (Centro Nacional de Investigación Sociológica) y del Centro de Estudios
Superiores de Civilización Medieval de Poitiers (Francia), es autor de «La
Guerra santa. La formación de la idea de cruzada en el Occidente Cristiano»,
editado por Editorial Trotta y por la
Universidad de Granada.
Ante la pregunta sobre si es posible comparar las cruzadas con la jihad
islámica, el profesor Flori responde en declaraciones a Zenit: «Es una cuestión
difícil de tratar en pocas palabras. Podría responder que, no si se trata de la
jihad contemporánea tal y como es predicada y lamentablemente practicada por los
musulmanes fanáticos que nosotros llamamos "islamistas"».
«En efecto, estos asumen una política de terror ciego y golpean
indiscriminadamente poblaciones occidentales, sin otro objetivo que la venganza,
el odio racial o religioso», reconoce el historiador.
Ahora bien, aclara, «la cruzada, por horrible y condenable que fuera, tenía como
objetivo la recuperación y defensa del Santo Sepulcro de Jerusalén, primer lugar
santo de la cristiandad, que estaba en manos musulmanas desde el 738 dc.»,
recuerda.
En cierto sentido, opina, «se puede comparar la cruzada con la jihad» en la Edad
Meda, «ya que una y otra dieron lugar a masacres y atrocidades. Una y otra
fueron consideradas como guerras santas que procuraban el paraíso a los
guerreros en combate».
«Sin embargo, existen diferencias notables --reconoce--. La jihad ha sido
practicada desde el origen por Mahoma, el fundador del islam. Jesús, al
contrario, rechaza en sus actos y en su predicación todo recurso a las armas y a
la violencia».
«La jihad, en su forma guerrera, se admite desde el origen, en el islam. Fue
anterior a la guerra santa cristiana, que fue una desviación doctrinal. La jihad
tenía como objetivo la conquista de territorios que no habían sido poblados por
el islam, los llamados territorios de la guerra, con el fin de establecer la ley
del islam, y no para convertir a sus habitantes».
«La cruzada, en cambio, tenía como fin la reconquista de los lugares santos y de
los antiguos territorios cristianos, habitados todavía por numerosas poblaciones
cristianas --explica el historiador--. Se podría decir, de manera genérica, que
la cruzada sería lo equivalente a una jihad que tuviera como objetivo la
liberación de la Meca o de Medina, en caso que estos lugares santos musulmanes
hubieran caído en manos de los cristianos».
Hoy, constata Flori, algunos quieren disfrazar la guerra promovida por el
presidente George W. Bush con el término de «cruzada» y los islamistas están muy
contentos, ya que definen sus objetivos con términos como judíos --denominación
racial--, cruzadas --denominación religiosa-- o traidores y tiranos
--denominación política--».
«Si en la reacción bélica de la administración Bush hay dimensiones de
integrismo religioso, esto es lamentable, pero no se puede asimilar esta guerra
a una cruzada, ni a una guerra santa», aclara.
«Esta guerra no se ha predicado en nombre de una religión, ni promete ninguna
recompensa espiritual a los que se comprometen en ella. Y estos serían elementos
definitorios de guerra santa», subraya.
«Sólo las autoridades religiosas podrían proclamar una guerra santa
--concluye--. Una proclamación de este tipo sólo es posible en una sociedad
controlada y dirigida por religiosos, como fue el caso de la sociedad cristiana
medieval, y como es el caso todavía hoy en estados musulmanes cada vez más
numerosos».
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